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PSUV: Se “hundió” el submarino



El submarino Giordani

Giordani, su capitán no pudo con la
“tormenta” de su propia burocracia


 

La guerra entre rojos apenas comienza..

Jorge Giordani, el hombre que hizo del submarino un icono de su política económica, es ahora víctima de la misma burocracia que celebraba la fantasía de un éxito, que nunca pudo demostrar.

Cuando el controversial Ministro, sacado y reincorporado tras los episodios de abril, aparecía con sus láminas de una infografía maquillada, los mismos que ahora lo destrozan, aplaudían con furia. “El submarino asciende”, declaraba el profesor para de seguidas descargar las cifras del mejor de los mundos como un personaje de la literatura.

De pronto el gigante oculto del mar, silenció sus motores. El capitán perdió fuerza.

La muerte de su protector, terminó con la vitalidad de un poder al que Giordani había accedido por habilidad de persuasión.

Las medidas inspiradas desde el ministerio de Giordani, hundían al submarino y al país.

Un viejo de la más antigua formación marxista, nunca entendió la globalización de la economía y menos la iniciativa del individuo.

Giordani detestaba al sector privado. Eran para él creadores de la ambición y el consumismo.

Suyas fueron las ideas de nacionalizar la CANTV y otras grandes empresas del Estado, muchas de las cuales están ahora en quiebra y como fuentes del desempleo y la decepción de los propios trabajadores.

Una planificación y una política económica retrógrada, fue lo que heredó el nuevo equipo económico.

El planificador no encontró espacio en el nuevo régimen. Lo marginaron de las grandes decisiones y él prefirió esperar. Jugaba a una crisis. Él sabía lo que había sembrado. Sabía que la tempestad venía.

No pudo retarla como en la obra de la literatura. Falló en todos sus intentos con sus tres vidas, como diría el gran animador Nelson Bustamante.

Desde el Banco Central intentó volver.

Cuando Merentes deja el Ministerio de Finanzas, Giordani se creía un triunfador y apostaba a un regreso revanchista.

Otra vez falló. Apareció Rafael Ramírez y entonces sí que el profesor de química sintió que el barco ya no andaba.

Finalmente bajó.

El submarino se había hundido.

Su fama de honesto le permitía desconfiar de todos y acusar a todos.

Una denuncia que no se atrevió hacer durante el gobierno de Chávez, la hizo apenas comenzaba el gobierno de Maduro.

Los 20 mil empresarios de maletín fue un cálculo para reflotar y otra vez no obtuvo resultados. Pero hizo daño a su proceso. Desde la derecha hasta sectores de ultraizquierda, como el colectivo Francisco de Miranda, se montaron en la moral giordanana para ir contra funcionarios del propio gobierno. En un comunicado de inicio de semana acusaron a jefes burócratas de saquear el país y ahora piden lo que el jubilado profesor no se atrevió.

Pero si encendió la mecha.

Esta lucha apenas comienza. El PSUV ha comenzado a sufrir los mismos accidentes de aquellos partidos tradicionales que tanto cuestionaron como “responsables del caos”.

Pero ya no es sólo Giordani. Es Bernal, son los diputados y algunos aliados lo que ahora se suman a la causa de la moralización del poder.

Rebelión en la granja:

En 1945 George Orwell, para la época un socialista democrático, publicó su novela Rebelión en la Granja, una cruda denuncia al socialismo soviético de Stalin.

La obra es también su alerta a la corrupción de todo poder absoluto.

Giordani no es Orwell y está lejos de ser un demócrata a la hora del imponer sus teorías económicas.

Su carta no es sino la ratificación pública de lo que sostuvo en privado, pero que no se atrevió a divulgar en la época del Presidente Chávez, por quien tenía una sumisión reverencial. No así en el caso del ahora Presidente Maduro.

No creo que sea un traidor. Creo más bien que su denuncia es producto de la rabia y no de su ideología.

Su denuncia pública no es exclusividad suya. La primera persona que exigió la investigación fue el dirigente y ex alcalde Fredy Bernal.

Giordani sin embargo obtiene el apoyo de un colectivo radical y ahora a la guerra epistolar, se añade otro marginado del proceso. Héctor Navarro integraba el gabinete antes y después de que ocurrieran los hechos del llamado Cadivismo.

Guardó silencio. Ni en privado ni en público condenó lo que ahora cuestiona con furia.

Lo grave de su carta es, las otras denuncias que hace a la dirección política y militar del proceso.

Todos callaron. Todos son culpables.


Por: L.J. Hernández
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Viernes, 27 de Junio de 2014