“Pasadas las siete de la noche las
“barricadas” hacen su aparición..”
■ El nuevo rostro de Venezuela nos confunde con imágenes de cualquier país en vías de devastación.
No se sabe qué es exactamente. Si es la consolidación de un modelo “a la cubana” que ha empobrecido a la población, una síntesis entre estalinismo y fascismo o más bien todo eso junto.
Lo cierto es que un año con Maduro al frente de los destinos del país hasta el rostro de las ciudades y las costumbres han ido cambiando para pesar de todos los venezolanos.
El nuevo rostro se convierte en nítidas imágenes que nos confunden con Ucrania, Siria o cualquier país en vías de devastación. Ellas se hacen cotidianas en las redes sociales, ya no en los canales televisivos en donde, a parte de la imagen de Chávez y Maduro, sólo se ve a gente bailando joropo, o a los miembros de la cúpula que gobierna al país.
Las láminas que vamos acumulando dibujan una guerra rutinaria entre tropas muy bien armadas, tanquetas blancas, bombas, fogonazos, disparos y gente corriendo escapando del horror. El pequeño hijo de 5 años de una amiga que vive en una zona de conflicto las asimila como “la guerra de Chacao”.
Todo ocurre a horas insospechadas y obliga a la población a resolver sus rutinas mediante una suerte de meticuloso plan que le permita navegar entre las manifestaciones opositoras, marchas oficialistas, barricadas, trancazos, cierre de vías o metro.
Un aspecto de ese plan ha sido incorporar información sobre tal o cual producto de la cesta básica o medicina, que anda desaparecido y ha sido detectado en algún local.
Debido a que la información viaja a gran velocidad, enormes colas se forman en poco tiempo y abarcan entre dos y tres cuadras. Ellas se han hecho normales en Caracas y en las principales ciudades del país. El Bicentenario de Plaza Venezuela o de La Urbina, el Gama de la Rómulo Gallegos o Makro, son centros en los que hay que destacar contingentes de la GNB para evitar que “la sangre llegue al río”.
Pasadas las 7 de la noche las “guarimbas” hacen su aparición y con ellas, el humo de los gases cubre los enormes edificios residenciales. A la medianoche los partes de guerra que indican las bajas, detenidos, desaparecidos y torturados comienzan a circular por los celulares.
Muchos residentes con niños han tenido que abandonar sus viviendas en las zonas de conflicto. Las bombas no solo caen en las barricadas sino que penetran balcones, ventanas y el chorro de las ballenas ha destrozado más de un apartamento.
La era chavista-madurista ya debería cambiar su nomenclatura y dejar sólo el término “madurismo” ya que en un año ha encontrado su propio perfil. Quizás uno que el mismo Maduro acuñó cuando dijo: “Si quieren me pueden llamar dictador”.
*Francisco Olivares. Periodista de investigación de Venezuela. Autor del libro La Presa del Comandante. Columnista. Editor de la sección EXPEDIENTE de El Universal.
Por: Francisco Olivares
corresponsal en caracas
@folivares10
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sábado 05 de abril, 2014
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