“La inmoralidad comenzó a
manchar de uniforme..”
■ Hemos leído un magnífico trabajo del reconocido investigador y profesor universitario Wladimir Petit Medina, quien a través de la páginas de su libro nos invita a conocer los tipos de liderazgos existentes hasta aproximarnos al implantando por Hugo Chávez.
La investigación es un sesudo análisis que nos va develando escenarios en donde se fundamentó una influencia personalista que sigue prorrogándose en el tiempo, es indiscutible que la inspiración del proceso revolucionario en el poder, está indisolublemente unida al liderazgo de su patriarca eterno; teniendo en el estamento militar su punto fundamental en el proceso de gestación política.
El fenómeno de Hugo Chávez es de obligado estudio para las nuevas generaciones. Su irrupción en el escenario nacional viene del mundo militar, intenta un golpe de estado el 4 de febrero de 1992; fracasa en su empeño pero paulatinamente va logrando adhesiones que lo convierten en alternativa ante la crisis de gobiernos que terminaron autodestruyéndose, aquellos graves problemas económicos hicieron que millones de venezolanos se sintieran expresados en él. La esperanza del cambio necesario la fue encarnando en la medida en que las organizaciones partidistas fueron quedándose como cascarones vacíos, entelequias que sobrevivían por la lealtad de sus pocos fieles.
Desde el mundo militar creo su legado. Su apabullante victoria electoral demostraba que la vía democrática también podría ser una opción para movimientos de la izquierda marxista. Este triunfo en las urnas para sectores revolucionarios, era apenas la segunda que el planeta conocía. La primera de ellas con Salvador Allende, había terminado tres años más tarde producto de un golpe militar comandado por Augusto Pinochet. Quizás la muerte prematura de la experiencia chilena del socialismo y el virulento alzamiento castrense, le enseñó a Hugo Chávez, la necesidad de crear un estamento militar que sirviera de férreo sostén de su ideario. Allende nunca pudo manejar los cuarteles, siempre existió el recelo natural para quien quiso imponer unas ideas que chocaron contra intereses muy arraigados en la sociedad austral. Con el conocimiento pleno de los hechos ocurridos en Chile, el presidente venezolano puso en marcha un plan que buscaba el control total de las Fuerzas Armadas. Fue tomando todos los espacios hasta tener el dominio requerido. Para terminar de armar su estrategia necesitaba de la pericia cubana. Con los antillanos en puestos de comando logró que todo ese inmenso poder se pusiera al servicio de un proyecto hegemónico con visos de perpetuidad. Así nace la deformación al confundir lealtad a las instituciones democráticas, con la sumisión absoluta al proceso revolucionario. La inmoralidad comenzó a manchar el uniforme de muchos, gracias a millonarias prebendas fueron colgando el ideal hasta transformar su orientación en la creación de un aparato que rinde culto a la personalidad de su líder histórico. Con el correr del tiempo se hicieron instrumentos del partido político. Subordinación total al delirio de una revolución que las hizo su cuerpo elite.
La aportación teórica del trabajo realizado por Vladimir Petit, logra darnos una visión certera de lo que acontece en el mundo de los cuarteles. En esas guarniciones sigue avanzando un proceso que anhela el dominio absoluto de una ideología que no desea oponentes. Este hecho contribuye a la degeneración de un componente de la sociedad que es visto como gran aliado del desastre que vive el país…
miércoles 14 de mayo de 2014
*Alexander Cambero. Periodista, poeta y escritor.Columnista en diversos diarios venezolanos y extranjeros, incluyendo El Tiempo de Bogotá.
Por: Alexander Cambero
alexandercambero@hotmail.com
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miércoles 16 de abril de 2014
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