“Una carta de recomendación
para mi amigo Emilio..”
■ Es horrible tener que escribir un “A quién pueda interesar”, ya que, generalmente, a nadie le interesa lo que el interesado quiere que le interese a otro y peor aún: cuando a uno le piden que escriba un “a quién pueda interesar”, a uno tampoco le interesa mucho hacerlo.
Pero hoy estamos ante una gran excepción. Es una oportunidad única, irrepetible e inédita, porque al hacer este “a quién pueda interesar”, me siento interesado y honrado, al poder escribir sobre alguien a quien, sin exagerar, quiero, admiro y considero el más grande, talentoso y completo comediante de Venezuela.
Lo primero es tratar de comprender por qué el gran don Emilio Lovera tiene que presentar en algún sitio del mundo una carta que diga: “A quién pueda interesar”.
Hoy me corresponde a mí decirle a los interesados que el humor en general y el humor específico, como el político en Venezuela, se divide en dos partes: antes y después de la aparición y consolidación de Emilio Lovera, a quien es difícil encasillar como comediante ya que su talento traspasa ese género, que es, de por sí, ya bastante difícil. Emilio pudo haber sido un cantante exitoso puesto que posee el don maravilloso de cantar de verdad verdad, sin trucos ni aparatos electrónicos como hacen muchos mediocres que a diario nos atormentan.
Apartaré mi amistad, el cariño que siento por sus fenomenales hijos y mi admiración personal, para añadir que este polifacético artista, en cada una de sus presentaciones, es capaz de dejarnos un mensaje subliminal y contundente que nos hace reflexionar aunque no nos demos cuenta.
Emilio, con su inteligente y agudo humor, logra en paz que los venezolanos comprendamos y aceptemos cosas difíciles que de otra manera sería complicado que pudiéramos entender. Es decir, Emilio Lovera, con su talento, su verbo loco e inteligencia, es capaz de lograr que la sociedad venezolana, lamentablemente desquiciada por un esquizofrénico poder, pueda cambiar, reflexionar, o al menos amortiguar tanta angustia y dolor.
Emilio es la prueba fehaciente de lo que dijo un gran humorista venezolano como lo fue Aquiles Nazoa: “El humor hace que la gente piense, sin que el que piensa, se dé cuenta de que lo está haciendo”.
Otra cosa importante que podría interesar saber es que a nuestro héroe ya no le basta tener el increíble éxito que ha logrado en Venezuela. El humor de Lovera ha traspasado fronteras, ¡y cómo! Prácticamente no existe país del mundo donde no haya logrado llevar su mensaje de alegría, esperanza y compromiso.
Los venezolanos, y otros que no lo son, esperan ansiosos en cualquier parte del mundo el show de Emilio Lovera. He sido testigo presencial del éxito de este artista, ya que he tenido el privilegio de acompañarlo en giras internacionales. Es emocionante ver a venezolanos ávidos de buenas noticias y cambios, descubrir en Emilio una razón para seguir teniendo esperanzas.
Emilio, sin querer, se ha convertido en un líder que hace reír; es imposible no verlo y sonreír, cosa para lo que él pareciera no estar preparado, porque conozco a dos Emilio que interactúan a la vez: al rey, al soberano, y al más humilde y tímido súbdito de sí mismo. Es raro y difícil de entender, lo sé, pero es así.
No estoy claro el por qué Emilio Lovera necesita este “a quién pueda interesar”. Al parecer nuestro amigo está buscando un trabajo en un ente público, ya que quiere sentir en carne propia, cómo es hoy en Venezuela, trabajar para el gobierno. Tengo entendido que es un trabajo para una institución cultural ligada al Estado. El cargo al que aspira Emilio ha sido llamado “promotor cultural bolivariano”.
Me cuentan de buena fuente que cuando Emilio llegó al ente gubernamental, los empleados no lo podían creer. Él llegó como cualquier hijo de vecino y pidió su trabajo como promotor cultural bolivariano. Al parecer lo atendieron muy bien pero le pidieron cartas de recomendación donde constara que es un individuo capaz de lograr, como líder, cambios en la sociedad.
No sé si Emilio de verdad quiera ese trabajo y menos si el gobierno es capaz de dárselo. Lo que sí creo es que Emilio empezó mal este trámite ya que las cartas de recomendación, en lugar de pedírselas a Roberto Malaver, a Roberto Hernández Montoya o a Iván Pérez Rossi, se las pidió a … ¡Laureano Márquez y a mí!
Bueno, el caso es que yo no puedo negarle una carta de recomendación a mi amigo Emilio. Podría ser que el humorista tenga suerte, ya que en el mundo están ocurriendo cosas insólitas: Estados Unidos está gobernado por un hawaiano; Dios consiguió a un argentino, humilde y santo, para nombrarlo papa; y en Venezuela, el presidente es Nicolás Maduro, quien cree ser la reencarnación de un mandatario ya fallecido (ese no, el otro).
No sé a quién le tocará leer esto para aprobar o desaprobar el trabajo de Emilio, lo que sí sé es que, sea quien sea y sea lo que sea, hay que darle ese empleo, porque quién sabe si mañana con las vainas locas que están pasando, el próximo ministro de la Cultura de Venezuela sea un tal Emilio Lovera, a quien un día usted le pidió esta carta y ahora, por esas vueltas del destino, sea él quien a usted le firme un “a quién pueda interesar”.