“El camino de la alegría, parece
haber levantado vuelo..”
■ Salir de Caracas para ir a pasar unos días a Oriente es una experiencia que en este año 2014 merece una reseña. Antes que nada, hay que reconocer que se encuentra en mejor situación vial la carretera. En breves trayectos se consiguen algunos baches, pero nada del otro mundo.
Pero, cuando llegas a Uchire, entonces descubres que hasta la abuela está pariendo. Lo primero que debemos mencionar es el servicio eléctrico. Los turistas que se aventuraron a pasar unos días en algunas posadas y en sus casas de veraneo vivieron momentos muy incómodos al padecer el malestar típico por la carencia del servicio eléctrico, por horas. Ustedes saben a lo que me refiero. Horas de calor en las habitaciones y en consecuencia blanco fácil de los zancudos, quienes hicieron su fiesta con la pobre gente. Los rostros de los turistas eran poemas de sufrimiento.
Lo segundo que se observa y que es interesante, es que el comportamiento del turista nacional ha cambiado un poco, en su consumo. Ya no se ve ese manejo de dinero como en tiempos pretéritos. La carencia de dinero es evidente y los comerciantes de la zona no se sienten estimulados suficientemente en su caja registradora como era usual, algunas ventas de empanadas-como es costumbre siempre registran un incremento en su demanda tradicional, pero sin duda, no es tiempo de vacas gordas. La depresión da ganas de llorar, porque los emprendedores andan rasguñando la benevolencia de unos visitantes desmejorados. Todo el mundo se queja de la merma y los pueblitos parecen la sombra famélica que se niega a morir.
“La cosa está muy mala”-me decían mis amigos comerciantes cuando hablan de sus penalidades a la hora de surtir sus negocios, en sus bodeguitas, ferreterías, quincallerías de pueblo; por que no es sencillo conseguir el aceite, la harina, el café y otros productos básicos. Además el visitante que llega, viene modestamente apertrechado de sus sitios de origen y con caras de “come cables”. Ese comportamiento es más que evidente. Incluso, los vehículos transitan por carretera con suma precaución para evitar percances innecesarios que afecten el bolsillo, como cuidando no caer en desgracia por impudencia y afectar el bolsillo menguado.
El deterioro de las posadas es otra cosita que se observa a las claras, y es que para darle mantenimiento a una estructura es elevado por el precio de los materiales y eso ha afectado el brillo de estos establecimientos. Me decía una posadera, que cuesta dinero y tiempo conseguir el cemento para sus refacciones. Hay que pagarlo con antelación con sobreprecio y anotarse en una lista para recibir el preciado producto que lleva a esperar de una semana a quince días para ser beneficiado en la compra…
Ciertamente, hermanos queridos, hay que admitirlo. El turista cuando llega a visitar un pueblito se encuentra con la pobreza, desempleo, carencia de inversión, hambre en los pobladores, caras famélicas, amigos delgados que lucen sus cinturas disminuidas por la necesidad y una esperanza por conseguir el camino de la alegría, que parece haber levantado vuelo algún día y no haber conseguido el camino de retorno.