El régimen sabe resistir las crisis…
■ Siempre consigue un salvavidas que lo hace maniobrar sobre las tempestuosas aguas.
El diálogo es su carta maestra para desactivar la calle y lograr lavar su imagen sangrienta ante la atónita comunidad internacional. Una habilidad que aprendió de manos de Cuba. La vieja instructora de la estrategia que teje con hilos de tarántula. Desde hace más de una década les enrostra a los demócratas diversos epítetos que jamás han podido ser debidamente rebatidos. Una mañana nos desperezamos teniendo en la frente una inscripción donde nos llamaban: golpistas. La frase la han exprimido por años, cada protesta legitima del pueblo la responden hurgando en la llaga purulenta que vomita intentonas imaginarias. Con la astucia del totalitarismo van mostrando supuestas evidencias hasta sembrar su razón en el alma popular. Una habilidosa forma de distraer los problemas atomizados por la hazaña de un régimen capaz de aplastar la supuesta nueva intentona. La victoria ficticia le da mayor embalaje para continuar construyendo el socialismo.
Hugo Chávez hablaba de escuálidos, para referirse a un sector que aglutinaba a millones de venezolanos. Otras veces arremetía llamándolos lacayos del imperio. La oposición dejaba oír su tímida voz para repeler con formas demasiado edulcoradas, en una sociedad que le gusta la respuesta contundente. Gracias a ello han impuesto sus dogmas no solo por su poder comunicacional, sino debido a la falta de una buena réplica.
Ahora somos guarimberos. Se sigue cometiendo el mismo error de siempre: no tener la suficiente reciedumbre para responder. Cuando alguien se atreve a catalogarlos de dictadura o títeres de Cuba, surgen los bobalicones acusándolos de radicales. Temen llamarlos comunistas enemigos de la libertad. Les asusta defender los valores de la libre empresa o las bondades de un sistema democrático con justicia social. Ellos patrocinan al socialismo cavernícola, absolutamente fracasado, sin embargo no niegan su herencia totalitaria y promocionan tesis fracasadas como una novedad, los demócratas se avergüenzan de las suyas y tratan de copiarse de ellos alabando conceptos de una ideología muerta. Así nace la complicidad de un sector de la oposición que anhela compartir el lecho con el totalitarismo.
La verdad es que el principal guarimbero es el gobierno revolucionario. ¿Acaso es mentira que son sus brazos armados quienes se infiltran y matan? Esos órganos oficiales totalmente viciados y corruptos, que forman filas alrededor del proceso, son los que vienen construyéndole barricadas a la democracia. Una guarimba ilustrada, que no cierra las calles, pero sí lo hace para destrozarle la vida a inocentes. Han cimentado un aparato sobre el espinazo de un pueblo aplastado que no puede tener un respiro sin ser chantajeado. Esta es la verdadera guarimba: la de ciudadanos presos, medios de comunicación arrodillados, empresas quebradas, asesinatos y desempleo.
Nos quieren hacer creer que son ángeles, que jamás han transgredido la norma ya que son hijos de la paz. Unos seres celestiales que carecen del conocimiento de hechos violentos. Solo que han olvidado que nacieron envueltos en la sangre que hicieron derramar a los hijos de la patria, en aquel fatídico 4 de febrero de 1992. Los mismos que dispararon desde Puente Llaguno, con un saldo tremendo de venezolanos acribillados por los inocentes. Los encapuchados de ayer, que se cansaron de delinquir, dándonos clases de moral…
*Alexander Cambero. Periodista, poeta y escritor.Columnista en diversos diarios venezolanos y extranjeros, incluyendo El Tiempo de Bogotá.
Por: Alexander Cambero
alexandercambero@hotmail.com
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EL UNIVERSAL
miércoles 16 de abril de 2014
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