Ya Tengo tiempo afeitándome
un día si y un día no…
■ Antes lo hacía todos los días, pero como no hay hojillas, entonces estoy evitando desgastar la que tengo y pensando seriamente dejarme crecer la barba, incluyendo los bigotes.
Igual, como no hay papel periódico, los diarios para quienes escribo, también comenzaron a reducir páginas y ya me estoy acostumbrando a que los artículos no salgan en algunos periódicos, por ahorro de papel, y pienso que en los próximos días ya no habrá periódicos, a no ser los del gobierno y sus aliados. Y entonces nos acostumbraremos a leer los periódicos del gobierno, así como ya estamos acostumbrados a ver la televisión y escuchar las emisoras de radio del gobierno y sus aliados.
También ya estamos acostumbrados a hacer cola para todo. Es más, sino vemos cola, no entramos porque suponemos que no hay productos o el supermercado fue multado, y si es el banco, es porque no abrió, se quedó sin línea o no está pagando, y en el caso de la carnicería, porque no hay pollo o porque no hay carne. Lo que causa más curiosidad es cómo nos enteramos de que hay pollo, de que llegó la leche o el azúcar, o de que la pensión la pagan mañana, sí no fue publicado en ningún periódico, ni lo dijeron en ninguna emisora. Eso se corre de persona a persona y el primero que lo informa es un empleado que está adentro y llama a sus contactos o un afortunado que vio llegar la gandola. Eso no sale en los medios de comunicación, como salía antes, cuando publicaban las ofertas. Nosotros ahora ya estamos acostumbrados a esperar para cuando llegue el producto, si es que llega. En los casos más difíciles como baterías para vehículos, repuestos y para la compra del propio vehículo, nos anotamos en la lista de espera para cuando haya cupo.
Igualmente también ya es costumbre dejar que el delincuente haga lo que quiera, para evitar meternos en problemas, y si nos sucede algo porque nos haya amenazado, entonces fue “ajuste de cuentas”, o si ella denunció a su marido porque la golpeaba, entonces a él le dan casa por cárcel. Es cosa de costumbre. Ya nosotros no hablamos de producción nacional, porque la gran mayoría de las fincas están improductivas, al igual que las fábricas. Ya se nos hizo costumbre ver las fincas abandonadas y las fábricas cerradas. Lo nuestro ahora es esperar que nos den las divisas para importar. En eso estamos ahorita. Y sino hay divisas, entonces nos acostumbraremos al trueque (intercambio de bienes y servicios sin mediación del dinero) o a la permuta (Contrato que obliga a dar una cosa por otra). Será cosa de tiempo.
Nos acostumbramos a la degradación del país. Se nos está muriendo en nuestras propias manos, o mejor dicho, lo estamos asesinando con nuestras propias manos. Si hay alguien que se siente libre de culpa que levante la mano. Aquí está Venezuela, igual como aquella mujer que le presentaron a Jesús de Nazaret. “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en adulterio. La ley de Moisés ordena que mujeres como ésta sean apedreadas; tú, ¿qué dices? –El que no tenga pecado, tire la primera piedra. Los oyentes se fueron retirando uno a uno, empezando por los más ancianos hasta el último. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí en el centro y le dijo: Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado? Ella contestó:- Nadie, señor. Jesús le dijo:- Tampoco yo te condeno. Ve y en adelante no peques más”. Juan 8 (1-11). La narración nos recuerda que todos tenemos el techo de cristal y Jesús nos llama al perdón. Venezuela no es culpable de tanta desgracia, y si alguien lo cree, pues perdonemos como perdonó Jesús a la mujer adúltera, pero no la asesinemos con nuestras propias manos.
Por: Lenín Valero
(Periodista)
Politica | Opinión
leninvalero1@hotmail.com
@valeromarquez
Valera, viernes 31 de enero del 2014
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