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VÍCTOR SALMERÓN: El apagón de las empresas rojas



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Las empresas públicas no
pueden mantenerse “sanas


 

Convencido de que los males de la economía se resuelven empequeñeciendo al sector privado y alargando la mano del Estado, durante los últimos diez años el Gobierno recurrió a la fundación, expropiación y estatización de empresas para crear una madeja que, en teoría, llevaría a Venezuela hacia el paraíso del Socialismo del Siglo XXI.

Pero el resultado es una larga colección de balances en rojo. Empresas que reportan pérdidas, producen menos y pasan a depender de una renta petrolera basada en pocos barriles porque Pdvsa no logra cumplir los planes de expansión.

Cifras del Banco Central de Venezuela desnudan la realidad. Al contrastar el tercer trimestre de este año con el mismo lapso de 2012 la producción de la manufactura pública, en conjunto, registra un severo retroceso de 13,5% producto de caídas en la mayoría de las compañías que se desenvuelven en el área de metales, cemento, químicos y alimentos.

El sector de metales comunes se desploma 14,8% gracias al desmoronamiento de 70,2% en la producción de briquetadoras; de 17,3% en Sidor, 6,9% en Bauxilum (alúmina) y 5,9% en Alcasa.

Otro ejemplo. La producción de cemento, clave para la construcción, una de las áreas que más puestos de trabajo genera, registra un declive de 10,5%. Al observar los resultados por empresas destaca el desplome de 23,2% en la actividad de la Fábrica Nacional de Cemento (FNC), 14,5% en Cemex, de 4,7% en Cemento Andino y 2,3% en Holcim.

El diagnóstico no es nuevo, ya se hizo durante los años 70 y 80. Las empresas públicas no pueden mantenerse sanas en un entorno macroeconómico inestable de alta inflación, poco crecimiento, controles de precios, conflictos laborales, deficiencias de energía eléctrica y, en algunos casos, escasez de dólares para importar materia prima.

Otro elemento a tomar en cuenta es lo que analistas denominan restricción presupuestaria débil, es decir, como el Estado cubre las pérdidas por el ingreso que obtiene a través del cobro de impuestos y la renta petrolera, hay pocos incentivos para reducir costos, colocar precios que permitan rentabilidad y no aumentar velozmente el número de trabajadores.

Por ahora nada de esto forma parte de las preocupaciones del Gobierno que en el Plan de la Patria contempla la creación de empresas comunales que, todo indica, no serán más que nuevas bocas a ser alimentadas por la renta petrolera.

Una de las características de la locura es repetir los mismos procedimientos y esperar resultados diferentes.


Por: Víctor Salmerón
vsalmeron@eluniversal.com
@vsalmeron
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EL UNIVERSAL
martes 10 de diciembre de 2013