Tres venezolanos por día
se asilan en EEUU
■ No es la primera vez que venezolanos solicitan y obtienen asilo político en algún país del mundo, pero sí es la primera vez que esto ocurre en masa.
■ Más de 100 venezolanos fueron deportados por Estados Unidos en los últimos tres meses. Las autoridades de inmigración ahora son más duros contra quienes desembarcan desde Caracas.
■ Un extracto del libro La Alegría Triste de Emigrar, la investigación del periodista Carlos Subero sobre la vida de los venezolanos en EEUU y Canadá.
Más de 8.600 venezolanos han solicitado y recibido asilo en los Estados Unidos a partir de 2002, año en que arreció la vorágine política en el país. Algunos podrían decir que hay algo de saña del “imperio” contra la revolución de Caracas, al admitir como asilados a algunos nacionales que lo solicitan sin tener realmente la condición de perseguidos que debe demostrarse en cada caso. Pero, a pesar de eso, estas cifras describen el drama político venezolano.
También ha habido en la década pasada un ascenso en la cantidad de asilados venezolanos en Canadá, pero recientemente, este país adoptó, en cuanto a los venezolanos, una política contraria a la de EEUU.
Mientras asciende la cantidad de asilados venezolanos en EEUU, en Canadá disminuye al punto de que en 2010 sólo admitieron a 20 venezolanos en calidad de refugiados, que es como le llaman al asilo en ese país. Algunos lo intentan sin ser perseguidos, sólo para lograr la visa de inmigrante.
El año pasado 1.107 venezolanos fueron admitidos como asilados en Estados Unidos. Esto quiere decir que los “gringos” acogieron en esa calidad a tres venezolanos cada día.
Estados Unidos (y Canadá) admiten asilados cuando el personaje es perseguido o tiene fundados temores de persecución a causa de su raza, religión, nacionalidad, opiniones políticas o ser miembro de algún particular grupo social.
Mientras viví en los Estados Unidos el año pasado, estuve tratando de contactar asilados venezolanos para conocer sus casos. Con tal condición entraron muchos venezolanos políticos, militares y periodistas, acostumbrados al debate y al ambiente de la lucha por el poder. Pero también la movilización general de bando y bando, producto de la llamada Revolución Bolivariana, y la radicalización de la política en Venezuela, que se inició poco antes del golpe de Estado de abril de 2002, llevó a cientos de venezolanos a un mundo animado por el enfrentamiento, que les era desconocido.
Muchos de ellos -buena parte jóvenes- que por primera vez se acercaban a la política, encontraron que la cosa no era color de rosas, como en otros tiempos de estabilidad que vivió el país. En Estados Unidos hablé con cerca de una decena de estos jóvenes, que terminaron asilados en ese territorio. Aunque inicialmente algunos de ellos se mostraron anuentes para contar su historia, pronto cambiaron de opinión.
En mi libro La Alegría Triste de Emigrar entrevisto a cuatro asilados venezolanos, dos de ellos militares, un periodista y una ex jueza. Dos estaban en Miami, uno en Birmingham y otro en Houston, Texas. Pero, además, me encontré con otros casos que nunca aparecieron en la radio ni en TV, que están temerosos. Vivieron experiencias traumáticas de seguimiento, amenazas o persecución en Venezuela. Esto les ha sido reconocido para conseguir el asilo y no desean volver sobre lo mismo.
Ahora cuando se está hablando de conceder libertad a quienes tienen años presos por razones políticas o hacer que vuelvan al país quienes están exiliados, cabe destacar lo valioso de esas conversaciones (adelantadas desde el partido AD) entre gobierno y sectores de oposición, cuyos resultados pueden llevar felicidad a muchos hogares venezolanos.
La triste alegría de emigrar (Fragmento):
En algún lugar alejado hacia el norte, con otro idioma, otras costumbres y otro clima, miles de venezolanos están buscando otra vida.
María G., de 54 años, lo pensó mucho antes de decidirlo, hasta que en 2007 le dieron las prestaciones sociales que le correspondían como maestra de un municipio de la capital. Obstinada por la inseguridad y la situación política, vendió su apartamento en El Cementerio, Caracas, cambió sus bolívares por unos cuantos miles de dólares, tomó a sus dos muchachos adolescentes y se fue a Atlanta, Georgia. Le dijo a su ex esposo que volvería. Pero en Atlanta vive una hermana suya desde hace muchos años, quien ya es ciudadana estadounidense. Con eso se ayudó a insertarse e iniciar vida en Estados Unidos con sus dos hijos.
Un total de 9 mil 409 venezolanos obtuvieron visa de residente permanente (la llamada tarjeta green card) en el año 2010, según las cifras del Servicio de Inmigración y Ciudadanía, del Departamento de Seguridad Interna (Homeland Security) de los Estados Unidos de América (EUA). Esto implica que, en promedio, cada hora que pasa un venezolano recibe visa de residente permanente en este país del norte. En estos tiempos se están yendo a EUA tres veces más venezolanos de los que solían hacerlo en el último lustro de los años 90. Para el caso de Canadá, entre los años 1995 y 1999 arribó como inmigrante un promedio de solo 523 venezolanos, cerca de la mitad del millar que ingresó como residente permanente ahora en 2010.
Estados Unidos admite un millón de inmigrantes anualmente. Sólo unos 10 mil son venezolanos. Canadá ingresa anualmente a 250 mil y apenas de un mil a un mil 300 son ciudadanos de nuestro país. Esto implica que la cifra de venezolanos emigrantes es importante para Venezuela, pero no para Estados Unidos y Canadá, donde son otros extranjeros quienes protagonizan la avanzada.
¿Cuál es el nivel de educación de los emigrantes venezolanos en Norteamérica? ¿Qué se sabe de su capacidad técnica? Cifras del Departamento de Seguridad Interna de EUA revelan que al menos un mil 512 inmigrantes admitidos en 2010 entran en la calificación de gerentes, profesionales u ocupaciones relacionadas. Ellos representan 16 por ciento.
En cuanto a los venezolanos a Canadá, el gobierno de ese país me envió por correo electrónico una base de datos oficial en la que revela que sólo en 2010, cerca de 45 ingenieros entre 25 y 44 años habían sido admitidos como inmigrantes. En esa misma clase de profesionales, en 1999 los inmigrantes venezolanos fueron más de 20 ingenieros y 10 computistas (1). Tanto Estados Unidos como Canadá tienen políticas destinadas a la captación de talentos. EUA ofrece visas especiales de residente permanente a quienes se destaquen en sus respectivas áreas de especialidades técnicas, deportivas o artísticas.
La inseguridad personal, razones económicas y la vorágine política venezolana son las causas de esta emigración hacia Norteamérica.
La opción del “sueño americano” se ha asentado entre ciudadanos venezolanos de clase media y alta en la última década, y ellos van detrás de la green card.
Y se están yendo familias enteras.
Esto lo confirman las cifras oficiales 2010 del Servicio de Inmigración, que reporta que la quinta parte de los venezolanos admitidos legalmente es menor de 18 años. Ellos no han podido irse solos. Casi todos son los hijos de venezolanos que obtuvieron su residencia y que declararon estar casados. Esos niños venezolanos tienden a no volver nunca más a vivir en Venezuela. Una vez que se encuentran con la nueva cultura, se asimilan a ella, la acogen, aprenden a hablar el inglés (o el francés) sin acento latinoamericano y se hacen ciudadanos de los Estados Unidos o Canadá.
“En 2003, a los 11 años, mi hijo llegó conmigo y mi esposa, y enseguida lo inscribimos en un colegio público donde aprendió a hablar inglés”, afirma Luis Neira, ingeniero de 58 años, quien reside en Phoenix, Arizona. “Luisito habla ahora en inglés sin acento latinoamericano y trabaja”, cuenta Neira, quien se fue del país por incidentes políticos en Caracas durante 2003, mientras recogía firmas para el referéndum revocatorio presidencial. “Llegó a sus 11 años y hoy es más gringo que venezolano. De hecho habla más inglés que español”, dice.
“¿Volver, papá?”, le dijo su hijo por estos tiempos cuando le planteó regresar. “Me gustaría ver a la abuela y los tíos, pero ¿qué voy a hacer yo en Venezuela? ¿Qué futuro tengo? Mira al primo, tiene 28 años, está casado, no tiene casa y todavía vive con su mamá. No tengo nada qué hacer allá”.
La emigración en relación con los hijos ofrece una variada tipología en el caso venezolano. De mis entrevistas me ha quedado claro que el emigrar ha sido una decisión impulsada y fortalecida por el beneficio que se ofrece a los muchachos en la nueva vida. Es decir, para el emigrante venezolano con hijos, resulta una realización de vida insertarlos en el ambiente norteamericano para que se críen y se desarrollen allí.
¿Qué tipo de ventajas le ofrecen? Seguridad personal, calidad de vida, aprender otro idioma, acceso a tecnologías de punta, educación de primer nivel. Todas esas posibilidades para los hijos están a la mano o al menos se ofrecen como probables. Y por eso no retornan a Venezuela.
Florinda se vino en 2000 a Orlando, Florida, divorciada, con sus cuatro menores hijos y los mayores son ya ciudadanos de EUA. Ella me manifestó su orgullo porque todos ellos tendrán las oportunidades que ella no tuvo. Eleana Rodríguez, una profesional de 41 años que emigró con esposo e hijas a Toronto, rió cuando le pregunté si creía posible ofrecer a ellas en Caracas lo que les da en Toronto. “No. Ésa es una de las razones por las que estamos aquí”, contestó.
Otro tipo de caso que encontré con venezolanos que hicieron familia binacional y cuyos hijos nacieron en el norte o fueron traídos aquí desde muy pequeños. Estos ya sienten como patria a los Estados Unidos y, aunque asumen aspectos culturales de Venezuela, tienden a mantenerse en este territorio. Edilbert Amundaray Orellana es hoy Edilbert Deibert, su nombre de casada con el estadounidense Kenneth Deibert. Le conoció en Napa, California, a finales de los años 90, y empezó una historia de amor que terminó en matrimonio. Tiene 42 años. Era tesorera de una importante entidad bancaria, pero decidió regresar a Caracas para renunciar y volver a Napa para casarse. Hoy hay dos hijos de esta unión binacional. Desde 2004 es ciudadana de EUA.
Carmen Heber, de 45 años, es natural de Caracas y está viviendo en Dallas, Texas, desde 1998. Conoció a Scott Heber, su compañero de trabajo en la empresa Movilnet en Caracas y es otro de los casos en el que el verdadero amor produjo la emigración y abordaje de una nueva vida. Carmen confiesa que se casaron en Caracas, donde vivieron los primeros tres años y también tuvieron a su primera hija; después decidieron ir a Texas. Ella confiesa que le fue muy fácil lograr la visa por su estatus marital. Ella ya es ciudadana estadounidense.
“Siempre es muy difícil dejar lo tuyo atrás y comenzar en un ambiente totalmente extraño. La sociedad norteamericana es muy diferente a la latina y aunque yo hablaba un poco de inglés me sentía muy perdida, especialmente los primeros años. Ahora, gracias a mis hijas, a mi capacidad de adaptación y a la horrible situación de mi bello país Venezuela, me siento muy agradecida y bendecida de poder estar aquí”, dice Carmen, quien duda que vuelva a vivir en Venezuela. Ella le inculca aspectos culturales a sus dos hijas: “Aunque han sido criadas aquí, les encanta una arepa, un pabellón, deliran por las playas de Margarita y hasta han sufrido el lanzamiento de una chancleta por no portarse bien”.
Carmen Heber y Edilbert Deibert representan casos de venezolanos que obtuvieron la visa de residente permanente debido a su matrimonio con un ciudadano de EUA. 46 por ciento de los venezolanos admitidos en 2010 fue bajo esa clase, que es el renglón Pariente inmediato de ciudadano de EUA (2). Esa clase no tiene límites en la cantidad de inmigrantes a aceptar cada año ni tampoco tiene lista de espera, como ocurre con todas las demás. Esta es la causa principal y también la manera más fácil de obtener la ansiada green card.
Así lo interpretan también los venezolanos y particularmente las mujeres. De los emigrantes venezolanos, 56 por ciento son mujeres y 44 por ciento hombres. Pero para el matrimonio de venezolanos, la proporción de mujeres es todavía mayor: seis de cada diez correspondieron a mujeres y los cuatro restantes a hombres. Las cifras sugieren una vez más lo atractivas que son las mujeres venezolanas también en los Estados Unidos.
He hablado hasta ahora de dos casos de matrimonios legales y legítimos. Hay otros que no lo son tanto y que se pactan legalmente sólo para obtener la green card.
Es decir, matrimonios ficticios.
Como casarse es la manera más fácil de obtener la residencia permanente y resulta absolutamente normal que un norteamericano (a) se case con una extranjera (o), algunos forasteros han encontrado en esta fórmula su medio de legalizarse en la tierra de Mickey Mouse.
En estos actos fingidos el norteamericano (a) que participa cobra hasta cinco mil dólares. Paga el extranjero y generalmente se hace a través de la apertura de una cuenta bancaria conjunta. Todo para simular que existe un matrimonio verdadero.
Conocí el caso de una venezolana en Orlando, Florida, que tenía más de cinco años como ilegal y resolvió definitivamente su problema casándose con un cubano naturalizado quien, por demás, vivía en pareja con otra mujer. Ellos realizaron incluso actos de matrimonio con fiesta y todo para obtener fotografías que sirvieran como prueba ante un eventual juicio. El pago fue de cuatro mil dólares.
La dama se casó en 2006 y enseguida obtuvo un documento de residencia por dos años, una residencia condicional, presentando los documentos ante el Servicio de Inmigración. Pasado el lapso condicional -durante el cual el gobierno pudo investigar- obtuvo su residencia permanente.
Y pronto se divorció.
Hace muchos años, por un reporte de prensa, me enteré de una mujer estadounidense en Nueva York quien fue sentenciada a seis meses de cárcel por habérsele demostrado que se casó cuatro veces para engañar a las autoridades migratorias.
Otro tipo de práctica un tanto común es el llamado “turismo de parto”. Una mujer no residente que se embaraza dentro o fuera del territorio de los Estados Unidos o Canadá y entonces viaja a alguno de estos países o permanece dentro de éste para dar a luz a su hijo.
Éste, según las leyes aún vigentes en estos países, adquiere esa nacionalidad.
Cuando no se nota el embarazo de la mujer no hay forma en que las autoridades puedan hacer algo para evitarlo y por eso algunas parejas se aventuran para que su hijo tenga la nacionalidad estadounidense.
En este libro entrevisto a una mujer que se decidió por parir en Atlanta, Georgia, ante otras opciones que tenía, y me explicó por qué.
Que un hijo menor de edad tenga nacionalidad o ciudadanía estadounidense no puede usarse como argumento para que los padres obtengan la residencia permanente. Pero se han visto casos en que los interesados solicitan entonces al gobierno una visa humanitaria, planteando la realidad de su hijo.
Canadá está estudiando medidas contra esta práctica que se reveló por quejas de médicos y administradores de hospitales de Montreal. Ellos refirieron casos de mujeres sin estatus legal que dieron a luz y luego se fueron sin pagar los gastos. El 5 de marzo de 2012, el site http://www.noticiasmontreal.com reportó que una de las ideas sería introducir una enmienda al Acta de Ciudadanía de Canadá para eliminar el derecho automático a la nacionalidad de los bebés nacidos en el país si sus padres no tienen algún tipo de estatus legal.
“No queremos promover el turismo de parto, o los ‘bebés de pasaporte’.
Esto es usado, en muchos casos, para explotar la generosidad de Canadá”, dijo el ministro de inmigración, Jason Kenney, durante el programa Power and Politics de la cadena CBC.
La segunda fórmula más popular para obtener la residencia permanente es la preferencia por empleo. Suele haber una empresa que patrocina al inmigrante. El 29 por ciento de los venezolanos admitidos en EUA en 2010 entran en esta clase. Son muy comunes con los ex empleados de Petróleos de Venezuela S.A. (Pdvsa) que se fueron buscando mejor suerte en EUA y Canadá, después del paro petrolero de 2002. Hablaré de ellos más adelante.
El seis por ciento de los venezolanos admitidos en Estados Unidos en 2010 fueron patrocinados por alguna preferencia familiar. Aquí entran sobre todo cónyuge e hijos menores de 21 años de algún residente permanente y de sus hijos solteros mayores de 21 años. A través de esta figura se reparten más de 110 mil visas anualmente. Aquí también entran otras categorías como hijos casados o hermanos de ciudadanos de EUA y de residentes permanentes.
Son tantas las solicitudes que a veces tardan más de una década en entregarse.
Otro renglón que utilizan los venezolanos para emigrar a Estados Unidos y Canadá es el asilo. Dedicaré unos cuantos capítulos muy completos a eso, así como otro a la lotería de visas. Hubo 660 asilados políticos venezolanos admitidos en 2010 y otros 415 que obtuvieron la visa en la lotería, denominada Programa Diversidad.
La cantidad de venezolanos que ingresa y permanece legalmente trabajando en los Estados Unidos y Canadá es mucho más que los 11 mil reportados por año. Hay otro grupo de venezolanos mucho más numeroso que ingresa anualmente con una visa de no inmigrante denominada permiso de trabajo.
En 2010, ingresaron a EUA con permiso de trabajo un total de 23 mil 294, cifra que incluye a sus familiares acompañantes. Queda entendido que la permanencia de la persona en el territorio depende de su continuidad laboral dentro de la empresa. Calculo que serían unos seis mil trabajadores efectivos y unos 17 mil acompañantes familiares.
Por cierto, las condiciones que se dan a estos acompañantes son un tanto comprometidas. Por ejemplo, los jóvenes pueden ingresar a los colegios y universidades pero deben pagar más en el nivel superior, como estudiantes internacionales. El cónyuge del trabajador no está autorizado a trabajar en empresas o instituciones y debe dedicarse a las labores de su hogar. Esto, por supuesto, muchas veces no lo cumplen y se dedican a prestar servicios informalmente.
La mayoría de estos venezolanos se comporta, sin embargo, como emigrante ya que una vez aquí busca ajustar su estatus al de residente permanente.
Delia R, publicista de 50 años, quien vive desde hace siete años en Atlanta, Georgia, es junto a sus dos hijas, acompañante de su esposo que ingresó como un trabajador temporal. “Nosotros nos vinimos porque mi esposo estaba muy estresado con la situación política que se vivía en el año 2003. Estabas en la calle y de repente te encontrabas con unas barricadas y detenían tu carro, como parte de la agitación política”, contó. Su esposo trabajaba en una importante empresa y ella daba clases en un colegio en Caracas. “Nos vinimos con una visa de trabajo de mi esposo a través de una empresa de mi cuñado, aquí en Atlanta”, explica Delia, quien confiesa que su esposo no tiene intención alguna de volver.
Pero ellos, a pesar de que a seis meses de haber llegado compraron casa en un condominio de Atlanta, no sienten que han disfrutado plenamente del “sueño americano”. “Vivimos endeudados y vueltos un lío”, me comentó.
Los 23 mil venezolanos que entraron en 2010 con visa de trabajo tuvieron la siguiente distribución:
-6 mil 619 fue por “Transferencia intracompañía”.
-5 mil 909 entraron por “Ocupaciones especiales”.
-Un mil 852 son atletas o artistas.
-818 ingresaron por poseer “Habilidades especiales”.
-683 entraron por “Convenios de negocios o inversiones”,
-Y 7 mil 400 bajo el concepto de “Otros” (4).
Año tras año llegan más venezolanos a EUA. Unos 30 mil venezolanos ahora se están incorporando anualmente a vivir en este país legalmente, ya fuere como inmigrantes o con visa de trabajo.
Esta es una cifra de crecimiento importante que coincide con lo que han reportado los censos en EUA. Del año 2000 a 2010, la cantidad de venezolanos creció 135 por ciento. Hubo 91 mil 507 venezolanos que respondieron al censo 2000 y la cifra llegó a 215 mil habitantes venezolanos en el año 2010 (5). En Suramérica representó el mayor crecimiento después de Uruguay (202,5 por ciento) y Bolivia (135,8 por ciento).
Pero surge la pregunta: ¿hay solamente 215 mil habitantes venezolanos en los Estados Unidos, como dice el Censo? ¿Respondieron al Censo 2010 todos los venezolanos que se encuentran en el territorio de forma ilegal o como población no autorizada, como les llama el Departamento de Seguridad Interna?
No tengo la cifra oficial de venezolanos ilegales dentro del territorio de EUA. Pero voy a dar algunas luces para tratar de formar una idea cercana a la realidad. Lo primero que es necesario decir es que el venezolano no emigra entrando a EUA por los caminos verdes (6). Lo hace, por el contrario, por puertos y aeropuertos, para formar lo que Seguridad Interna entiende como entrada con inspección.
Mexicanos, caribeños y centroamericanos que fracasan al pedir visa ingresan en masa atravesando un río o un espacio fronterizo, o arribando a las costas de Florida o Puerto Rico por mar.
Y como dice el merenguero Juan Luis Guerra:
“Eran las 9 de la mañana
Santo Domingo, 8 de enero
Con la paciencia que se acaba
Pues ya no hay visa para un sueño
Buscando visa para un sueño
Buscando visa para un sueño
Buscando visa de cemento y cal
“¿Y en el asfalto quién me va a encontrar?
Buscando visa, la razón de ser,
Buscando visa para no volver”
Por el contrario, la gran mayoría de los venezolanos se chequea ante un oficial de inmigración. Y así el gobierno conoce entonces su nacionalidad, su género, la foto permite ver sus rasgos faciales, se conoce su fecha de nacimiento, se sabe su fecha de ingreso y la fecha estipulada de permanencia en el territorio. Es decir, como se sabe la fecha en que este venezolano ingresó, el Gobierno puede saber también si el individuo salió en el lapso estipulado o permaneció ilegalmente dentro de Estados Unidos. La gran mayoría de los venezolanos que intenta aventurarse a emigrar entra a Estados Unidos con visa de turista o negocios de no inmigrante. Durante el año 2010, ingresaron a Estados Unidos 527 mil 907 ciudadanos venezolanos con visa de no inmigrante, según documento de su I-94 (Incluye turismo, negocios y permiso de trabajo).
Esto equivale a un promedio de un mil 446 diarios, que lo hacen por aire, mar y tierra. El promedio se ha mantenido durante los últimos tres años reportados (7).
Es muy común que, a través de la tarjeta I-94 que se le entrega, le den seis meses de permanencia, lapso durante el cual quienes guardan intenciones de permanecer intentan lograr un empleo, con alguna empresa que les patrocine para la visa o aunque sea un permiso de trabajo. Si no lo encuentran pueden optar por dos vías: salir a los seis meses y volver a entrar, corriendo el riesgo de que el funcionario de inmigración en el aeropuerto se dé cuenta de su juego. Si esto ocurre, se somete al individuo a un interrogatorio y pueden darle una última oportunidad para que justifique las causas de sus repetidos viajes con largas permanencias. Si lo hace, la siguiente vez le devuelven, porque no se puede entrar y salir interminablemente.
La otra opción es solicitar una extensión de su permanencia en el país por otros seis meses. Entonces, si se le pasan los seis meses sin trabajo legal, permanecen en el territorio ilegalmente. En casi todos los estados, si no se cometen delitos, no es muy difícil permanecer sin problemas con la policía de inmigración, U.S. Immigration and Customs Enforcement (ICE).
Algunos finalmente se deciden y pueden arriesgarse para pedir hasta un asilo político. El riesgo es que si lo niegan, el individuo se ve obligado a salir del territorio de EUA (o Canadá), so pena de que el ICE se lance en su búsqueda.
Hay otro detalle que hace pensar que los venezolanos juegan así. Se repite anualmente. Los venezolanos entran con visa de no inmigrante y cuando consiguen un trabajo legal, ajustan su estatus jurídico de no inmigrante a estatus de inmigrante. En 2010, esta treta legal la hicieron cinco de cada diez inmigrantes provenientes de todos los países del mundo, siete de cada diez inmigrantes de Suramérica y ocho de cada diez inmigrantes de Venezuela (8). No es descabellado afirmar que el venezolano no va con el riesgo aventurero de la ilegalidad y trata de jugar siempre para otro estatus. Todo esto hace pensar que para el caso de los venezolanos, el departamento de Seguridad Interna, aunque no sepa dónde están todos, sí conoce con cercana precisión cuántos son.
Hay un tercer punto que nos llevará a la conclusión de que la cifra de ilegales venezolanos no es importante en comparación con la de otros países. Anualmente, Seguridad Interna publica un documento sobre los que no tienen papeles legales. Es una investigación en la que se reportan los primeros 10 países con población no autorizada en el territorio de EUA (9).
En síntesis, en enero de 2010 había 10 millones 790 mil ilegales viviendo en territorio de EUA. De estos 6 millones 600 mil eran mexicanos. Se agregan otros nueve países, entre los cuales ninguno es Venezuela. El último de la lista es China, al que se le atribuyeron 130 mil nacionales no autorizados.
No voy a aventurarme a dar una cifra de ilegales venezolanos en EUA actualmente. Sin embargo, dejo la siguiente reflexión que descarta una cifra muy trascendental. De la investigación del Gobierno sobre los diez países con más ilegales, sólo resta por repartir la nacionalidad de un millón 550 mil y esto entre más de 200 países. Sabemos también que hay otras 15 naciones que aportan más emigrantes con papeles legales que Venezuela. Entonces, estos 15 países deberían tener también más población no autorizada
que Venezuela. Esto ofrece luces para concluir que los ilegales venezolanos en EUA no están cerca de 100 mil, como comúnmente se escucha decir en declaraciones de algunos voceros venezolanos en Miami.
Aún más, el censo de EUA 2010 contó 531 mil peruanos en el territorio. Es decir la cantidad de ciudadanos del Perú es mucho más que el doble de la cantidad de venezolanos. Y ocurre que Perú tampoco aparece entre los diez primeros países suplidores de inmigrantes ilegales. Ese censo reportó 471 mil colombianos, y Colombia tampoco aparece entre los 10 países con más indocumentados. No hay 130 mil peruanos ilegales en Estados Unidos. Tampoco hay 130 mil colombianos ilegales.
Mucho menos los puede haber venezolanos.
Sobre este asunto sólo me resta informar que, usando la Ley sobre Derecho a la Información (Freedom Of Information Act, Foia) he solicitado en varias oportunidades la cifra de venezolanos no autorizados en territorio de EUA. Para la fecha de edición de este libro todavía no había recibido tal información.
Al final de este capítulo hay una tabla explicativa de esta realidad. Sin embargo, y a propósito de esto, cabe explicar que la residencia permanente, en realidad no es tal. Puede ser revocada en cualquier momento. Ése fue el caso que me contó personalmente en diciembre de 2011 la señora Marina, quien vive en Orlando. Su familia tiene varios años en EUA. Una de sus hijas nunca terminó de adaptarse y tomó el camino de las drogas.
Ocurrió en 2010 que la joven sacó unas pastillas del baño del padre de su novio, un joven norteamericano. Y el señor decidió denunciarla. La muchacha estuvo presa una semana. La familia había dado el asunto por olvidado, cuando en diciembre de 2011 la joven recibió una carta del Departamento de Seguridad Interna. Le informaban que su visa había sido revocada y que debía salir del país antes del 16 de enero de 2012.
Ésa es la situación jurídica del asunto, que la familia apeló para, al menos, dar largas. Pero hay también una perspectiva familiar, ya que durante el último trimestre de 2011, la joven había parido un niño de su mismo novio. El asunto se complicó aún más porque el joven anunció que nunca firmaría el permiso para que su hijo viajara a Venezuela. Alega que ha escuchado muchas cosas malas de este país y que nunca se perdonaría que su hijo le reclamara en el futuro por haber permitido que le llevaran allí.
En enero de 2012 le fue quitada la custodia del niño, a quien cuida ahora su suegra. La joven venezolana sólo puede ver a su hijo de visita. Éste es el drama. Esa familia venezolana debe estar enfrentando dos casos judiciales en un país extranjero.
Entro en los siguientes capítulos a desmenuzar y ver en perspectiva la vida de los venezolanos en Norteamérica. Sólo resta explicar cierto fenómeno que producen los venezolanos. En Estados Unidos más de la mitad de los admitidos en 2010 se concentró en el Estado de Florida (5 mil 074). Aun más, en el núcleo definido por las ciudades Miami-Fort Lauderdale-Pompano Beach, Florida, está 42 por ciento de todos los venezolanos que recibieron la green card en 2010. Es decir los venezolanos están en masa al sur de Florida.
Sin embargo, hay venezolanos en casi todos los estados. En Canadá hay más venezolanos en las ciudades de Montreal, Toronto y Calgary.
Por: Redacción
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Viernes, 20 de diciembre de 2013
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