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GUSTAVO AZOCAR: Es la economía, estúpido



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Entre el lunes y martes pasado, en las oficinas de Migración Colombia, junto al puente Simón Bolívar, sellaron la salida del país 3.200 colombianos que cruzaron la frontera hacia el interior de Venezuela.

El Calabozo de la Libertad

 

Saime atiende 24 horas por alta afluencia de turistas colombianos.

Los habitantes de la zona fronteriza venezolana están perdiendo una gran oportunidad. Una inmensa masa de ciudadanos colombianos se está desplazando desde las ciudades circunvecinas de Cúcuta, Pamplona y Bucaramanga hacia territorio venezolano. ¿La razón? La devaluación de la moneda venezolana, que esta semana llegó a niveles históricos de 0,032 bolívares por peso, ha provocado una invasión de compradores colombianos que se han lanzado sobre la economia venezolana a comprar toda clase de alimentos, ropa, cosméticos y medicinas.

Los colombianos están haciendo desde hace varias semanas lo que en la década de los años 70 y 80 hicieron los venezolanos en Cúcuta: comprar, comprar y comprar lo que se les diera en gana. La afluencia de compradores colombianos no sólo está afectando el abastecimiento de productos de primera necesidad en Venezuela, sino que además, está produciendo pánico en los comerciantes y empresarios colombianos, quienes no hayan qué hacer para atraer compradores a sus tiendas.

Entre la década de los 70 y 80, eran los venezolanos los que viajaban a Cúcuta, a realizar sus compras.

La afluencia de compradores venezolanos contribuyó al desarrollo de esa y muchas otras ciudades colombianas. Colombia supo aprovechar y atraer a cientos de miles de compradores venezolanos que dejaron miles de millones de bolívares en sus cajas registradoras.

Por cierto: jamás los colombianos acusaron a los venezolanos de “contrabando de extracción”. Nunca hubo limitaciones por parte de las autoridades colombianas para que los venezolanos comprarán allá lo que se les diera en gana. Todo lo contrario: hubo todo tipo de facilidades para los compradores extranjeros, al punto de que muchos venezolanos adquirieron viviendas en Cúcuta y hasta enviaron a sus hijos a estudiar allá.

Tras la llegada al poder de Hugo Chávez, y la instrumentación de las políticas económicas de lo que llaman el Socialismo del Siglo XXI, el bolívar fue perdiendo fuerza frente al peso colombiano, hasta llegar la semana pasada a 0,032 bolívares por peso. Eso quiere decir, simple y llanamente, que 100 mil pesos colombianos son aproximadamente 3.000 bolívares de Venezuela.

El salario mínimo colombiano es de casi 600 mil pesos al mes, lo que significa que un trabajador promedio de Colombia, está ganando actualmente cerca de 18 millones de bolívares. El Salario mínimo venezolano, es bueno recordarlo, no llega todavía a 3.000 bolívares por mes.

La pérdida de valor del bolívar frente al peso colombiano está estrechamente vinculada a la paridad de bolívar con el dólar. Pese a que Rafael Ramírez, el ministro venezolano de petróleo, diga todos los días que el gobierno de Nicolás Maduro no va a devaluar la moneda, la realidad es que mientras el dólar controlado a 6,30 bfs no se consigue por ninguna parte, el dólar paralelo está costando en la calle diez veces más.

Eso lo saben muy bien los colombianos. Desde la terminal de pasajeros de Bucaramanga, sale cada hora al menos un autobús repleto de pasajeros con destino a Venezuela. Lo mismo ocurre desde Pamplona. Y desde Cúcuta, ni se diga. Cada 24 horas ingresan a territorio venezolano miles de colombianos, la mayoría de los cuales ya dispone de su cédula venezolana, dispuestos a comprar y a traerse de Venezuela todo cuanto consigan a su paso.

Los vendedores de carne de Bucaramanga, protestaron hace un par de días en razón de que desde Venezuela están llegando diariamente decenas de vehículos cargados con carne venezolana, la cual se está vendiendo mucho más barata que la carne colombiana.

En Cúcuta, los comerciantes dijeron que las ventas en el tercer trimestre del año experimentaron una caída del 60%. No solamente no están llegando compradores desde Venezuela, sino que los compradores colombianos tampoco están llegando, porque todos se están yendo a Venezuela, donde todo es mucho más barato.

El problema radica en que las autoridades venezolanas no están viendo la afluencia de compradores colombianos como lo que es, es decir, como una gran oportunidad, sino que lo están viendo como lo que no es: es decir, como un problema que deben combatir. Los compradores colombianos se quejan de los maltratos por parte de la Guardia Nacional venezolana y de funcionarios del Seniat. Un comprador colombiano, al que conocí esta semana, cuando viajé a territorio neogranadino a dictar unos talleres, me dijo que la GN le había quitado 5 millones de pesos en mercancia que había adquirido legalmente en Punto Fijo, estado Falcón, para vender en el San Andrecito de Bucaramanga. Los funcionarios de la GN, según me contó, le pedían 15 millones de bolívares para devolverle su mercancía.

Venezuela es quizás el único país del mundo donde existe esa cosa rara que llaman “contrabando de extracción”. Las autoridades venezolanas consideran delito que un comprador extranjero adquiera productos venezolanos y se los lleve a su país. Jamás vi en Panamá, Colombia, Brasil o EEUU a las autoridades de esos países molestas porque un extranjero compre productos de esos países y se los lleve a su país de origen para venderlas allá.

Hay miles de colombianos que quieren comprar en Venezuela. Nuestro país necesita esos pesos. La solución no es reprimir, chantajear y ahuyentar a los colombianos. La solución es producir más para venderle a los colombianos todo lo que quieren y satisfacer la demanda nacional.

¿Podrá alguien explicarle eso a Nicolás Maduro?


Por: GUSTAVO AZÓCAR A.
elnegroazocar@gmail.com
Politica | Opinión
Bucaramanga, 8 de noviembre de 2013