La hegemonía comunicacional..
■ Toda dictadura asume que controlando a los medios asegura la vigencia de su propia verdad.
Desde que Nicolás Maduro asumió la conducción del país, primero como vicepresidente y luego como presidente electo el 14 de abril, los ataques a la libertad de expresión se han intensificado. Entre enero, hasta lo que va de octubre de este año, se han registrado 158 ataques a la libertad de expresión. La cifra se reparte entre agresiones a comunicadores, ataques a medios, amenazas, censura, intimidación, hostigamiento judicial, verbal y aplicación de leyes restrictivas o medidas administrativas. Por su parte, para el IPYS las violaciones alcanzan a 228 casos.
La intimidación a periodistas y el hostigamiento han tenido como principal exponente al propio Nicolás Maduro, ministros, poderes públicos, organismos del Estado, cuerpos de seguridad, Asamblea Nacional, gobernadores y alcaldes. Las cifras corresponden a denuncias recopiladas y verificadas que lleva anualmente la ONG, Espacio Público.
Así comienza un reportaje realizado por Francisco Olivares publicado el domingo 27 de octubre en El Universal, en la sección Expediente, bajo el título Prohibido expresarse. La investigación evidencia que en el poco tiempo que tiene Maduro en la silla de Miraflores ha tenido que apelar al recurso, muy castrista, de perseguir y atacar a los medios, aunque su aspiración verdadera es la misma que tenía el finado: hegemonía comunicacional. Todos los medios propiedad del gobierno o bajo el control del clan. Que sus robaderas nunca se sepan. Que los desastres queden sin culpables. Que los ladrones del PSUV, que son muchos, nunca sean expuestos y menos llevados a juicios. Una aspiración de dictadores. Como los criminales del Caribe, los hermanitos Castro.
Maduro dice, por ejemplo, que la oposición no quiere elecciones y que su partido corrupto sí está en campaña, mientras que la oposición está en guerra. Pero resulta que a donde va Capriles como jefe de campaña de los candidatos de la MUD, la gente de Maduro y toda la pata de mercenarios que tienen regada por el país, sale a impedir el trabajo. Sabotaje, amenazas, bloqueos de calle, exhibición de armas, militares, milicianos, policías y, lo mejor, los criminales contratados por el gobierno que asaltan las calles para fregar a la gente como fuerzas fascistas de choque. Lo que son. Los medios publican estos actos terroristas y de inmediato viene la cadena para voltear los hechos y venderse como émulos de Teresa de Calcuta. La realidad es que esta estrategia solo funciona si el dictador maneja los poderes públicos, que es justamente el caso de Venezuela.
Pero el aspecto informativo es otra cosa. Hay una realidad en la calle que no pueden ni podrán ocultar.
Realidad en pleno desarrollo.
Por: ELIDES J. ROJAS L.
erojas@eluniversal.com
Politica | Opinión
@ejrl
EL UNIVERSAL
miércoles 6 de noviembre de 2013
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