El Método del Discurso
Como es natural en Ciudad Caribia el gobierno gana abrumadoramente y la abstención no llega a 10% de los electores registrados, el que no vote en Ciudad Caribia es mal visto, lo consideran un traidor, con razón. Sin embargo, frente a la soledad del acto de votar, al momento de accionar la máquina, algunos electores votan contra el gobierno o anulan su voto, a pesar de que les hayan regalado una vivienda. En una mesa por ejemplo, en las otras ocurre igual, Capriles pasó de 26 votos a 53 de octubre pasado a abril, Maduro sacó 52 votos menos que Chávez, no todos esos votos fueron a favor de Capriles, algunos electores anularon su voto. Algo influye en este deterioro del voto del PSUV en Ciudad Caribia el pésimo urbanismo, la mala calidad de las viviendas.
Si Maduro recorre el país y le alza el brazo a un candidato lo condena a la derrota. Al PSUV le conviene para ganar las elecciones del 8 de diciembre esconder a Nicolás Maduro, desaparecerlo. A todo esto se opone el actual inquilino de Miraflores porque odia no estar en televisión: al contrario, multiplica las cadenas. Además de no ser Chávez, cosa evidente, su presencia sirve para que los chavistas lo comparen con el ídolo y lo consideran un usurpador, alguien que ocupa el lugar del comandante eterno, porque para ellos nadie nunca reemplazará a Chávez.
Todo esto es un poco injusto porque el desbarajuste económico actual es obra de Hugo Chávez. Sin embargo, Maduro no se atreve siquiera a pensarlo, apenas da pasos vacilantes para cambiar la herencia fatídica que carga, intentó que Merentes le introduzca un poco de racionalidad económica al caos venezolano pero termina pidiéndole a los electores que voten por el legado de Chávez, es decir por el desabastecimiento y la inflación.
La actitud de Maduro aconseja a la MUD a situarlo en el centro de la lucha política, a que se vuelva el principal argumento de la oposición porque una derrota aplastante del oficialismo obligará al gobierno a un cambio de política, a reconocer que hasta ahora el desabastecimiento y la inflación es su obra. Si el país se convence de que votar por el PSUV es votar por Maduro, a los chavistas se quedarán en casa el 8-D o cometerán la herejía de escoger un candidato de la oposición.
Calladamente Maduro junto con Ramírez quiere modificar la política petrolera, darle incentivos a las multinacionales para que inviertan en Venezuela porque saben que solo el petróleo produciría los dólares suficientes para continuar el despilfarro. Ramírez ha aceptado que las multinacionales manejen las propias empresas mixtas y hasta intenta que algunas como la Shell vuelvan en grande a Venezuela.
La abstención del PSUV amenaza con convertir el próximo 8 de diciembre en un fulminante plebiscito en contra de Nicolás Maduro. Claro tampoco hay demasiadas ganas de votar en la clase media, impera la apatía en el país, a pesar de que en estas circunstancias hasta Libertador está en peligro para el PSUV, a menos que posterguen las elecciones, algo que sopesa el gobierno que no le ha dado calor al 8-D, los candidatos oficiales lucen desaparecidos. Hablan de la luna, del imperio, de cualquier cosa, pero apenas tocan ocasionalmente el tema electoral, porque hoy hasta en la misma Ciudad Caribia el PSUV sacará una votación inferior a la que obtuvo en abril.
Ciudad Caribia no representa el voto duro del chavismo, sino el voto durísimo.