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GUSTAVO AZOCAR: El show del magnicidio



francotirador

A Maduro le ha dado en estos
días por montar su propio show

 

Nicolás Maduro ha resultado ser una muy mala copia de Hugo Chávez.

Años atrás escuché a muchos opositores decir que no había nada peor que Chávez. Ahora ya sabemos que no es así. Sí hay cosas peores que Chávez: Nicolás Maduro es una prueba de ello. Y antes de que cometamos el mismo error, es bueno que sepamos que también hay cosas peores que Maduro: Diosdado Cabello es una prueba de ello.

Maduro ha pretendido imitar en todo, o en casi todo, al difunto ex presidente. Pero el problema, no es que trate de imitar a su padre político. El problema es que la imitación es demasiado chimba. Demasiado palurda. Ponerse a pelear con Barack Obama, por ejemplo, es rayar en la ridiculez. Chávez por lo menos tenía estilo para mandar a Obama a lavarse el paltó. Pero Maduro ni siquiera eso sabe hacer.

A veces pienso que los discursos y las amenazas de Maduro las utiliza Barack Obama para liberar el stress cuajándose de la risa. El presidente de EEUU debe gozar una y parte de la otra viendo y oyendo al grandulón éste con cara de latonero (con el perdón de los latoneros) vociferando cualquier cantidad de sandeces contra el imperio. Con toda seguridad, Obama se vacila los discursos de Maduro a bordo del Air Force One, mientras se quita los zapatos y se afloja la corbata.

Maduro quiere obtener centimetraje en los grandes periódicos del mundo, y Raúl y Fidel le dijeron que esa vaina es fácil si uno habla paja de Obama. Claro, por si las moscas, cada vez que habla pendejadas sobre el imperio le pide a Elías Jaua que le pegue una llamadita a su pana Jhon Kerry para explicarle que esas bravuconadas son solo eso: bravuconadas y habladera de pendejada y más nada.

A Maduro le ha dado en estos días por montar su propio show. Ahora nos viene con el cuento de que lo quieren matar. Capturaron a unos colombianos indocumentados (hay miles en cualquier parte de Venezuela) y los acusaron de estar planificando un magnicidio. No soy policía, ni fiscal, ni detective privado, ni nada que se le parezca, pero podría jurar que los sospechosos no tienen ni idea de que es un magnicidio.

Algo me dice que cuando los interrogaron allá en el Sebin y les preguntaron qué es un magnicida, los tipos creyeron que se trataba de algún medicamento para detener la diarrea.

Ya en el 2004 vimos un show similar con Hugo Chávez: detuvieron a 104 colombianos y los acusaron de planificar un magnicidio. Pero Julio Jaimes, ex funcionario del Saime, hoy asilado en Canadá, destapó la olla y confesó, con pruebas en la mano, que todo fue un montaje. El reportaje que le hice a Jaimes todavía puede ser leído en la página web de EL UNIVERSAL. Allí está todo: hasta los permisos que le dio el Saime (antes ONIDEX) a los colombianos para que vinieran a un acto de campaña de Hugo Chávez en Caracas.

Cada vez que la revolución de pacotilla que gobierna a Venezuela desde hace 14 años quiere montar un show se busca a un colombiano. Isaías Rodríguez montó su propio show a propósito del asesinato de Danilo Anderson. El testigo estrella de Rodríguez, para acusar a Patricia Poleo, Mezherane y otros de la muerte de Anderson fue un colombiano, Giovanny Vásquez de Armas, quien se hizo pasar por Psiquiatra y espía a cambio de 500 mil dólares.

El primer gran show que montó Hugo Chávez contra Alvaro Uribe Vélez fue por un colombiano; el canciller de las FARC, Rodrigo Granda, quien fue detenido mientras se vacilaba las discotecas de Caracas por una comisión de la Guardia Nacional que luego lo trasladó a Cúcuta y se lo entregó al DAS.

Tiempo después vendría el segundo show de Chávez con Uribe, por otro colombiano: Raúl Reyes, uno de los líderes de las FARC, quien fue asesinado durante un bombardeo ejecutado por el Ejército de Colombia en Ecuador. En aquella ocasión Chávez mandó a movilizar 10 batallones del Ejército Venezolano a la frontera con Colombia. Pero apenas pudieron movilizar dos batallones porque no había aviones ni tanques para mover tanta gente.

Chávez montó su showcito con los presuntos paramilitares colombianos que venían a matarlo. Y también montó su showcito con la liberación de rehenes en manos de las FARC, con el niño Enmanuel y todo lo demás. De manera que alguien debe decirle a Nicolás Maduro y a Diosdado Cabello, que esos shows con estrellas venidas de Colombia ya nos los sabemos de sobra, y que si en verdad nos quieren impresionar van a tener que contarnos otra película.

Por cierto: Maduro y Diosdado deberían ver más los canales colombianos. RCN y Caracol tienen unas historias y unas novelas buenísimas, que por lo menos lo hacen reir a uno. El show de Maduro y Cabello sólo sirve para llorar.


Por: GUSTAVO AZÓCAR A.
elnegroazocar@gmail.com
Politica | Opinión
Panamá, 30 de agosto de 2013