Ésta es una columna difícil…
Porque puede ser utilizada, o mal interpretada. Porque es un tema delicado. Y nada más lejos de la intención con que la escribo, porque lo que lleva implícito es un llamado angustioso por la unidad, por la necesidad de enfrentarnos a un sentimiento que nos ha invadido ya otras veces, unas lo hemos superado, otras, no tanto.
Tiene mucho de cansancio, de agobio, de fastidio y de rabia. Y todo eso junto es explosivo. Porque la suma total es igual a “apatía”.
Si queremos un termómetro para medirlo, allí están las redes sociales.
Yo quiero dejar en ustedes que me leen ( lo que agradezco muchísimo ) algunas preguntas: ¿creen que estamos en el camino correcto? ¿qué no debemos hacer nada para reclamar sino esperar? ¿que salir a la calle es exponer nuestras vidas? ¿que si se convoca a una marcha “echándole piernas“ al reclamo por la ignorada impugnación van a tirar a la calle sus fuerzas armadas para detenernos? ¿que no nos van a permitir recorrer las calles que son libres de transitar? ¿qué hace la diferencia en campañas electorales? ¿por qué cuando se esta en campaña se puede llenar la Av. Bolivar con el candidato pero sin elecciones no se vale? ¿Es qué tenemos que aguantar todo esperando otra elección?
A esta farsa de poder y engaños no le interesa desnudarse en violencia rebatiendo su discurso. ¿no es admitir lo que impugnamos seguir en este juego sucio que se nos impone? ¿no le hace daño al mismo Henrique esto que sufrimos, este tocarnos la cara y burlarse si somos 8 millones de rechazos? ¿no es oportuno incluir a esa oposición en una manifestación, una reafirmación de nuestra unidad, de nuestra voluntad nacional de nuestra fuerza? ¿no nos hace falta motivarnos? ¿no necesitamos reavivar la emoción colectiva, tocarnos, abrazarnos, codearnos, mirarnos a los ojos? ¿o es solo esperar, esperar, mientras la expectativa se desvanece?
Yo confío en Henrique y le estoy muy agradecida por su cariño manifiesto y su respeto. Y lo que menos deseos tengo es que esta columna se utilice para poner en duda mi amor, mi entrega y mi pasión por mi país y la democracia, por la libertad y el espíritu civil.
Yo no me incluyo y reto a quien quiera hacerlo, que todo eso se ponga en entredicho en intrigas enanas o intenciones baratas. Yo lo que intento es que se respete mi derecho inviolable de opinar, de inquirir, de proponer, de razonar, de debatir.
Por eso esta columna.
Cada vez que alguien me hace estas preguntas, que leo mensajes, tweets, con esa angustia palpitando en los ánimos de otros, en la urgencia de hacer lo mismo, de escuchar, de respetar, de compartir, me ratifico en esta búsqueda inconclusa y dolorosa de las respuestas que mi país necesita.
No me siento incluida, de verdad en esas que califican de “traicionar la lucha o la unidad”, de desconocer límites para salvarguardar esto o aquello. Venezuela ha sido y es mi gran amor, mi gran pasión, mi más intenso compromiso. Yo no me creo dueña de la razón. Pero me encantaría compartirla.
Por: Isa Dobles
Politica | Opinión
Sabado 13 Julio del 2013
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