El Calabozo De La Libertad
Sr Snowden:
No tengo el placer de conocerlo. No sabía de su existencia. Para mí usted era, hasta hace apenas unas semanas atrás, un perfecto desconocido. Si me lo hubiese encontrado alguna vez, caminando por alguna calle de Washington DC, habría pensado que usted era un estudiante de ingeniería aeroespacial. Tiene usted una cara de nerd que no se la quita nadie.
He querido escribirle estas líneas porque me he enterado, a través de las declaraciones ofrecidas por Nicolás Maduro y ratificadas luego por Elías Jaua, que usted ha solicitado asilo político en mi país.
Sr. Snowden: créame. No sé cómo hace usted para escribir tantas cartas pidiendo asilo. Se supone que usted está dentro de un aeropuerto internacional, allá en la ciudad de Moscú, vigilado por centenares de agentes de inteligencia de todos los países del mundo. Y asediado, quizás, por centenares de curiosos que al entrar y salir de ese aeropuerto no abandonarán las ganas de pasarse, aunque sea de refilón, por la zona donde usted se encuentra.
Cuando leí su historia, inmediatamente me vino a la mente aquella película llamada La Terminal, en la que Tom Hanks, interpreta a Viktor Navorski, un ciudadano de Krakozhia (país ficticio similar a Rusia), que aterriza en el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York para poder cumplir la promesa a su difunto padre de tener el autógrafo de Benny Golson.
Pero ahora resulta, que esta película suya es al revés: no es un ruso en un aeropuerto norteamericano, es un norteamericano en un aeropuerto ruso, pidiéndole asilo a medio mundo, luego de haber roto su juramento, como funcionario al servicio de los Estados Unidos, de no revelar nunca jamás los secretos confidenciales de las operaciones llevadas a cabo por la Agencia Nacional de Seguridad de ese país.
Sr Snowden: estoy confundido. No sé cuáles fueron las razones por las que usted solicitó asilo en Venezuela. Imagino que, en realidad, usted no quería asilarse en Venezuela, pero que, al ver los ruegos, las súplicas y la jaladera de bolas de Maduro, Jaua y Diosdado, quienes le han prendido velas a todos los santos (incluyendo a San Hugo Chávez) para que usted les dijera que sí, ofreciéndole villas y castillos, y a lo mejor hasta un jugoso contrato de asesoría, a usted no le quedó más remedio que pedir el asilo a Venezuela.
Pero Sr Snowden: ¿está usted consciente de los riesgos que correrá en este país, en el supuesto negado de que le permitan salir del aeropuerto de Moscú y trasladarse en avión hasta estas tierras venezolanas? ¿Se tomó usted las molestias de revisar en Google las condiciones, no sólo atmosféricas, sino también económicas, políticas y sociales en las que se encuentra esta nación?
Sr Snowden, para que no diga que no se lo dijeron, y para que no vaya a llegar aquí más perdido que Adán el día de las madres, le adelantaré sólo unas pocas cosas: en Venezuela, país al cual usted aspira llegar como asilado, matan todos los fines de semana a unas 400 personas. El pasado año 2012, unos 20 mil venezolanos fueron asesinados por el hampa. Pero aquí no solamente matan a los venezolanos, también matan gringos, españoles, portugueses y franceses.
En Venezuela se han registrado en lo que va del año 2013 más de 2000 casos de la gripe AH1N1 y hasta el 20 de abril habían 16.643 casos de dengue. Esas enfermedades señor Snowden, no distinguen de nacionalidades, ni de raza, ni de nada. Todo lo contrario: cuando usted esté aquí, si es que llega, a los mosquitos les encantará saber que ha llegado sangre nueva, procedente del norte.
Pero eso no es todo: en Venezuela se producen apagones cada dos horas, se paraliza el metro por lo menos una vez al día, hay más de 400 protestas sociales por mes, no se consigue papel sanitario, ni azúcar, ni leche en polvo, están paralizadas las universidades nacionales, hay huelgas de hambre por todas partes, no hay harina pan, las carnicerías están cerrando sus puertas y los dólares están escasos.
Esto no es Hawai señor Snowden. Los únicos sitios en los que un nerd como usted podría sentirse medianamente tranquilo y a sus anchas aquí en Venezuela son Los Roques o La Gran Sabana, pero no sé si el gobierno de Nicolás Maduro haya instalado alguna base de inteligencia y contrainteligencia en esos lugares. Otro lugar espectacular para usted podría ser La Orchila, pero no sé si Maduro esté dispuesto a montar una oficina paradisíaca con wi fi incluido, para que usted pueda desplegar todo su trabajo como espía desde allí.
Sr Snowden: no quiero desanimarlo. Pero créame, Venezuela no es un buen lugar para ofrecerle asilo a usted. Y ¿sabe por qué se lo digo? Porque en un país como éste, con un gobiernito como éste, no hace falta pedir asilo para sentirse como asilado. Mi consejo: mejor quédese en ese aeropuerto donde está.
Por: GUSTAVO AZÓCAR A.
elnegroazocar@gmail.com
Politica | Opinión
sábado 06 de julio, 2013
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