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ELIDES J. ROJAS: El próximo magnicidio



maduro estoy envenenado

“Muchos no pudieron
contener la risa…”

 

Esta es la última conspiración que denunció ante el país lo que se supone es la primera autoridad de la Nación: “Llegó un grupo de expertos, con un veneno, y están preparados para venir a Venezuela a inocularme el veneno a mí. No para que me muera en un día, no, para enfermarme en el transcurso de los meses que están por venir. ¿Me quedo callado?, tengo que denunciarlo y enfrentarlo”, aseguró.

Luego reiteró “ellos no lo van a lograr, tengan la seguridad que no van a lograrlo, porque yo voy a vivir muchos años y voy a ser presidente de este país por muchos años también junto al pueblo venezolano. Tengan la seguridad de eso”.

Claro que muchos no pudieron contener la risa, pero a la gran mayoría le causó una mezcla de indignación con sorpresa que conduce directo al ridículo. No puede ser que a estas alturas, ya bien entrado el nuevo siglo, una persona imagine que los otros 29 millones son unos bolsas del tamaño de una pirámide. Es la manera más brutal de burlarse de un país y, muy especialmente, de la inteligencia de todo un pueblo. Lo peor es que nunca dejó escapar ni siquiera una sonrisa, lo cual indica que el señor lo decía muy en serio. Es lo más grave. Cómo un ciudadano que se mete el cuento de que es el líder de todo un pueblo se atreve a tratarlos como bobos en fila. Es que ni siquiera la gente de lo que queda del partido, del muy golpeado PSUV, puede tomar en serio semejante estupidez.

En eso, y muchas cosas más, es cuando afloran las grandes diferencias del personaje que hace las veces de líder y Hugo Chávez, a quien también se lo apropió con carácter de papá eterno con la sola intención de montarse en la silla de Miraflores. La verdad es que no tiene nada propio este señor, el sustituto a juro. Cuando el finado hablaba de magnicidio, aunque nunca fue verdad, la cosa tenía un dramatismo que al menos para el chavista de base, a quien Maduro llamó pata en el suelo, pudiera resultar creíble el cuentico. Pero no es lo mismo decir que por ahí viene Roger Noriega con la malsana intención de inocularlo, vaya a usted a saber cómo, dónde y con qué, que inventarse un ataque tipo paracachitos, con muchachos disfrazados de soldados invadiendo desde Colombia, echando gasolina en Fuerte Tiuna, en caravana militar, con fusiles viejos y hasta chopos; pero era un buen cuento. De hecho terminó con presos, huidos del país, juicios en ausencia, confiscación de finca, una bolsa de panadería con cachitos grasientos como prueba, un montón de muchachos con enfermedades venéreas luego de estar presos por más de un año y estrechando amistades más allá de lo aconsejado y de lo que la naturaleza manda. Como sea fue un cuento que tuvo en el fiscal general de la época a un buen partero, como en todas las cosas en que se necesitaba su sabia ayuda jurídica. Comparen esa poderosa historia con la de Maduro: me van a inocular un veneno. Ridículo realmente.

Cualquiera de los cuentos de Chávez que incluyeron misiles, morteros, lanzacohetes, lanzallamas, bombas, peligrosos virus y hasta maridos celosos gatillo alegre, se lleva en los cachos los hilarantes atentados que se inventa Maduro. Lo van a inocular. Caramba. El próximo magnicidio que tenga algo de carácter al menos.

Y cuidado. Si ven a Noriega por ahí, cúbranse, echen en carrera, anda buscando a alguien para inocularlo. Vea, pues, las cosas que es capaz de hacer el imperio. Inocularlo, nada más y nada menos,


Por: ELIDES J. ROJAS L.
erojas@eluniversal.com
@ejrl
EL UNIVERSAL
sabado 1 de Junio del 2013