“El fundillo puede
aprender a leer”
Hace muchos años, cuando yo era un niñito chiquitico, chiquitico y que quizás todavía estaba aprendiendo las primeras vocales y escribía garabatos ilegibles, o pintaba muñequitos abstractos sobre una hoja de papel, era muy corriente ver el horrendo espectáculo de envases de todo tipo, llenos de papel periódico utilizados en la limpieza de traseros, arrugados en cualquier baño público.
Era algo muy desagradable y recuerdo, que el cuadro era tan feo a la vista que me causaba repugnancia. Lo cierto, es que en aquellos años de la temprana década de los años sesenta, en la misma Caracas se veían costumbres rurales en el uso de ciertos elementos en el aseo diario, que traía mucha gente, la cual había emigrado desde principios de los años cincuenta a las ciudades más grandes, como producto del bienestar alcanzado en las mismas, a consecuencia de los beneficios sobre el nivel de vida, que estaba dejando el ingreso petrolero.
Poco a poco las mujeres comenzaron a usar toallas sanitarias que sustituían los trapitos lavables que se guindaban medio escondidos después de lavarlos en una batea. Poco a poco, el periódico y hasta el papel donde se envolvía el pan fue apartado del baño, para darle entrada triunfal al económico papel ordinario de toallete: Todo gracias al avance del capitalismo y al trabajo especializado de empresas que comenzaban a despuntar en el ofrecimiento de mejores productos y a enseñar a usarlos en la rutina diaria: como es el caso de los detergentes, desinfectantes, shampoo, cremas y otros productos.
Hace cuestión de 4 o 5 años en Cuba, se vivió un momento difícil por la escasez de papel toallete y era normal conseguir en los baños de los restaurantes a donde llegaban turistas del trópico y hasta de España, conseguir pedazos de periódico del diario “Gramma” cuidadosamente recortados para su uso. Yo critiqué aquello en una crónica-recuerdo- echando pestes sobre las políticas fracasadas de los gobiernos controladores de la economía, que impiden la competencia y el trabajo de los sectores privados, que aportan sus destrezas y experiencias en la producción: Nunca me hubiese imaginado, que en Venezuela –un país con tantos recursos-, viviría momentos tan delicados de desabastecimiento, debido a la torpeza y al anacronismo conceptual en el manejo de la economía , por las malas relaciones entre el Estado y los sectores productivos.
Con esta escasez tan acentuada de papel toallete, muchas mujeres están tratando de ahorrar el mismo a la hora de orinar, para evitar el uso de papel; otros cristianos están usando lavados y enjuagues express como hacen los musulmanes consuetudinariamente. Hasta allí, me parece aceptable la cosa. Pero, debido al trauma que arrastro desde la infancia con el espectáculo de periódicos embadurnados de caca a la vista pública, rechazo la opción de utilizar periódicos y ahora me preocupa lo manifestado por el Conde del Guácharo quien dijo: “…que el fundillo puede aprender a leer…”. No me gustaría escuchar a un fulano recitando un artículo mío, por detrás, se los juro…
Por: Luis Alfredo Rapozo
Politica | Opinión
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@luisrapozo
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