No tiene temple
de presidente…
■ Muy mal inaugura Maduro su gobierno.
El gobierno de Nicolás Maduro se ha estrenado con un afán represivo y retaliativo de amplio espectro. Como es natural, las primeras víctimas son los empleados públicos.
De todo aquel que se sepa o apenas se sospeche que no votó por el novel presidente inmediatamente se le hace pasar su carta de despido. De modo que se ha creado un ambiente de temor en la administración pública ante la razzia que apenas comienza.
Muy mal inaugura Maduro su gobierno. Desde luego los agentes activos de la ofensiva son varios de los ministros. En particular se citó ayer al ministro de Vivienda, quien “democráticamente” anunció que no permitirá en su despacho a funcionarios que no comulguen con el Sacro Gobierno y que los despedirá, diga lo que diga la Ley del Trabajo.
“Me importa en absoluto lo que dicen las normas laborales, en esta situación no me importan”. Y al que no se vaya por su cuenta “yo mismo”, dice con arrogancia, “lo voy a botar”. Tal vez estas palabras amenazantes le lograron el reenchufe, porque se cuenta entre los ministros ratificados por Maduro.
Por su parte, el director de Deportes del Zulia se suma al plantel de los guillotineros haciendo saber que a los que no juren fidelidad al gobierno “los vamos a botar, pa’ que sepan, pa’ que estén bien claros”.
Claro cantó el gallo maracucho. Por cierto que a la Defensora del Pueblo, la mente le jugó una mala pasada porque para negar la posibilidad de despidos masivos de funcionarios públicos contrarios al gobierno, aseveró que entonces “no debería quedar ninguno”; lo cual le parece un “supuesto negado por la lógica”.
Se puede inferir que para Gabriela Ramírez todos los empleados públicos son contrarios al gobierno y si se salvan es porque tamaña botazón sería un escándalo contrario a toda lógica, pero no porque sería un acto de abuso de poder de corte realmente fascistoide.
En todo caso debe reconocerse en ella una suerte de sentido común poco común entre la mayor parte de sus camaradas. Este gobierno no es sólo continuidad del anterior, el del fallecido presidente Chávez.
Aunque podría lucir como otro gobierno, distinto del pasado, y no sólo por la obviedad de que es otra persona la que ejerce la primera magistratura, sus actos, sin embargo, lo colocan en la misma tesitura. Maduro parece interesado en reafirmarse en el cargo mostrándose como un digno discípulo de su antecesor, pero más chavista que él.
Piensa que imitando los peores rasgos del estilo de Hugo Chávez (esos ante los cuales precisamente los propios chavistas mostraban desagrado: la camorra permanente e inútil) podría reafirmar su liderazgo ante la base chavista, a la cual atribuye, equivocadamente, aprecio por la parte grosera, brutal, agresiva y ofensiva del ex presidente.
Maduro muestra una mediocre personalidad al no perfilar su propio modo de ejercer el mando sino al imitar el peor de Chávez. Habla esto de inseguridad en Nicolás Maduro. Desconfía de todo aquel que tiene alrededor, no tiene confianza en sí mismo. No tiene temple de presidente.
Por: Fernando Rodríguez
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