El fraude consumado empezó
con otra “mentira fresca”
En Venezuela acaba de ocurrir un milagro, Henrique Capriles acaba de ganar unas elecciones que tenía prácticamente perdidas hace pocas semanas. Carece de importancia que la presidenta del Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena, haya declarado ganador a Nicolás Maduro, y que autoridades electorales hayan anunciado que habrá un recuento del 46% de los votos que no fueron auditados, y seguidamente a la velocidad del rayo hayan añadido, que los resultados de las elecciones del 14 de abril son irreversibles, de cualquier modo, “ Eppur si muove”, ganó Capriles y perdió Maduro.
No obstante, sin investigar 3,000 acusaciones de la oposición de violaciones en los comicios, y sin recontar casi la mitad de las voluntades emitidas, el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, con la rápida huida de un ratero sorprendido en casa ajena con las manos en la masa, ha confirmado a Nicolás Maduro como presidente de Venezuela, tras advertir con aires de matón de barrio que los diputados que no reconozcan al nuevo gobierno chavista no podrán acceder a los micrófonos ni expresar ningún tipo de opinión en una Asamblea elegida por el pueblo.
Mi criterio: estas elecciones serán estudiadas dentro de varias décadas por los politólogos con evidente sorpresa y desconcierto por su curioso parecido con la novela de Franz Kafka El Proceso.
¿Qué pienso sobre el futuro inmediato de Venezuela? Una revisión, mil revisiones, sean los resultados que sean, no lograrán que Nicolás Maduro entregue el poder ni a palos.
Preguntas que siempre quedarán en el aire: ¿por qué Maduro aceptó al principio un recuento, luego lo rechazó y seguidamente el Consejo Nacional Electoral que él domina accedió a auditar casi la mitad de los votos?
Esto puede tener varias respuestas. Todo sucedió tan rápido e inesperadamente y el chavismo está tan desconcertado que no ha tenido tiempo de elaborar una respuesta coherente a su crisis de legitimidad. Muerto Chávez, el Gran Timonel, sus marineros dejaron de ser un ente monolítico y sin fisuras. Y también, toda regla tiene su excepción, por primera vez los seguidores de Chávez han desobedecido las órdenes de La Habana y han aceptado un peligroso recuento que puede convertirse en una lágrima infinita. Y es que haciendo memoria a nuestros lectores, la ruta crítica del castrismo inclina y obliga a que ni en los errores más graves se retrocede un milímetro, y una nueva Miraflores profundamente cuestionada acaba de dar un paso atrás.
Hay una pregunta que todos nos hacemos: ¿cómo fue posible con una elección que le daban una ventaja hace poco de 20 puntos Nicolás Maduro la haya perdido inconcebiblemente? Los resultados electorales tienen diferentes lecturas: una situación económica desesperada como en el caso de Grecia o no haberse rasurado la barba y maquillado con pulcritud en un debate por televisión como expertos insisten fue la razón por la que John Fitzgerald Kennedy derrotó a Richard Nixon.
En las elecciones venezolanas, en mi criterio, la razón es folklórica, se trata de la canción de Willy Colón Mentira Fresca, que ha calado en toda Venezuela.
Cada vez se extiende más en el país la convicción de que Nicolás Maduro apoyó y fue cómplice de que con un cáncer mortal Chávez aceptara que “su padre” fuera a una elección que pondría en peligro o acortaría sus días de vida. Y ha quedado al descubierto la farsa de un Chávez moribundo dando órdenes, firmando leyes y dirigiendo a Venezuela casi desde ultratumba.
¿Cuáles son las opciones que le quedan a Maduro? La primera, conciliar, tratar de llegar a un entendimiento con la oposición, y en la negociación siempre estará en desventaja. La segunda, llegar a un acuerdo con Estados Unidos en que también tendrá que pasar por hordas caudinas. La tercera, radicalizar la revolución, y si lo hace, tiene que hacerlo rápido y eso será su perdición. La radicalización de la revolución cubana comenzó el primero de enero de 1959 y se extendió hasta la Crisis de Octubre de 1962, duró 3 años y ocho meses. ¿Repetirá el flamante nuevo presidente de Venezuela el caso cubano en un puñado de semanas? Lo dudo mucho. Solo la suerte entra rápido; la fe, la traición y el miedo tienen que entrar despacio y en puntillas para no hacer demasiado ruido.
Para mí la respuesta más certera al actual dilema venezolano me la dio en mi visita semanal al laboratorio de mis hijos para almorzar con ellos una de sus manos derechas, Charo, una simpática cubana que me apuntó sobre el tema: “El chavismo perdió las elecciones y durará semanas o meses, pero nunca un año, porque Nicolás Maduro no las piensa, es más bruto que las alpargatas del algarrobo. Su cerebro morirá virgen”.
Por: Nicolás Pérez
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