No cabe ninguna duda, el cambio ha comenzado, como diría Jesús: “Dejad que los muertos entierren a sus muertos”.
El enterrador mayor no la tiene fácil. En cien días como encargado de la Presidencia su tarea ha sido desastrosa, con devaluaciones, apagones eléctricos y escasez de todo lo que se consume; sus desaciertos en materia económica tienen al país al borde del colapso.
Nicolás no dio la talla, se entregó con indecente desvergüenza a la dictadura cubana como un vendepatria, urdió todo tipo de embustes y no desperdició oportunidad para demostrarnos su estulticia, considerada total, universal y definitiva. Nicolás no hace otra cosa que sepultar el socialismo del siglo XXI.
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