Porque… ya sabían que
Chávez estaba muerto
Cuba representa para mi los años de mi primera infancia donde me formé y aprendí a crecer. Desde la toma castrista, Cuba representa tristeza, injusticia y lamento.Yo no es que esté indignado sino que vivo indignado, no solo por la total ausencia de libertades que existe en mi patria sino por la impunidad más absoluta de la tiranía cubana en cuanto a los métodos que usa para aplastar a todo aquel a quien se opone a su régimen dictatorial. (Enrique Del Risco*)
¿Por qué la dejaron salir? me preguntó Bob Kent, bibliotecario norteamericano e impulsor del proyecto de bibliotecas independientes en Cuba. La pregunta me la hizo justo al terminar la última conferencia universitaria en que participó Yoani Sánchez en su primera visita a Nueva York. Porque ya sabían que Chávez estaba muerto –le contesté- y necesitan liberar un poco de presión, posar de tolerantes y reformistas. Porque apostaron al agotamiento de Yoani como cuando el gobierno mexicano le permitió al Subcomandante Marcos que diera una gira triunfal desde Chiapas hasta la capital del país. Pero nada de eso explicaba la perplejidad de Bob que era lo que le daba sentido a su pregunta: no hay hasta el momento ninguna señal de agotamiento sino todo lo contrario. Ya va siendo hora –y no recuerdo si se lo dije al bibliotecario- que aceptemos que el castrismo puede cometer serios errores de cálculo, algo comprensible cuando se trata de un fenómeno como el que ha generado la bloguera.
Yoani llegó a Nueva York el jueves de marzo por la tarde, justo a tiempo para dejar las maletas en el hotel y seguir hasta la Universidad de Columbia donde la esperaban para dar una conferencia. No la vi hasta el día siguiente a las cuatro de la tarde cuando se presentó en mi universidad (NYU) para un conversatorio luego de haberse pasado el día dando charlas y entrevistas por toda la ciudad. Fueron dos horas hablando, respondiendo preguntas como hemos soñado muchos que lo haríamos si tuviésemos la oportunidad y un auditorio dispuesto: con precisión, extrayéndole las mejores aristas a cada pregunta sin pasarse de lista, con respuestas claras y contundentes y sobre todo sin cambiar de tono ni perder la paciencia. No importaba cuán torpe y manida fuera la pregunta, Yoani la hacía parecer fresca, interesante. Como un bateador especialmente ajustado y atento a los lanzamientos, pensé en medio de mi resaca del Clásico Mundial de Béisbol. Y el público cautivado, aplaudiendo (no todos) rabiosamente cada respuesta de la oradora como si le diera un codazo imaginario al resto del público. Como diciendo “¿Viste? Mira que te lo he dicho y nunca me has hecho caso”.
Aquí me cito de un texto anterior:
“Cuando alguien preguntó por el momento en que se había acabado la revolución citó varias fechas que le habían dado en una encuesta familiar -1968, el año de la Ofensiva Revolucionaria que destruyó los pequeños negocios en manos privadas; 1989 con el fusilamiento del general Arnaldo Ochoa; 1980 con los actos de repudio a lo que se iban por el Mariel- pero que en su caso particular ella había conocido la revolución ya cadáver.
Sobre el nombramiento de Díaz Canel como primer vicepresidente dijo que aunque hasta ahora se había destacado por la obediencia, no se podía saber qué haría cuando el poder que lo ha llevado hasta ahí ya no exista y que de cualquier manera si ella fuese Díaz Canel estaría muy preocupada por su destino, dejando entrever que no le extrañaría que acabase como otras tantas “jóvenes promesas”.
Cuando alguien le habló de la preocupación de una parte de la izquierda norteamericana porque hubiese una transición al capitalismo respondió que “no hay capitalismo más salvaje que el que aplican los comunistas” (esto último es textual): un capitalismo en el que le extraen una plusvalía desmesurada a los trabajadores y no les reconocen derecho a huelgas y tienen a los sindicatos totalmente maniatados. (Las preocupaciones primermundistas sobre Cuba son abrumadoras: alguien le preguntó a Yoani si no le preocupaba el impacto ecológico que podría tener el potencial turismo norteamericano sobre la isla en caso de que ocurra una transición, a lo que ella replicó que el deterioro ecológico que ya estaba teniendo lugar en la isla era causado por la falta de medidas y leyes de protección a la naturaleza por parte del gobierno y que no pensaba que la basura de los norteamericanos fuera más contaminante que la del resto de los turistas).
Otro quiso saber qué pensaba sobre las misiones médicas a Haití y otros países y Yoani le recordó a la audiencia que esas misiones se hacen a costa de la situación desesperada de médicos que no tienen cómo proveer de los medios elementales de subsistencia a sus familias y ven en esas misiones el medio de conseguir unos dólares para cubrir necesidades básicas.
En mi caso le pregunté (por escrito, en una de las planillas que repartieron al inicio del evento) sobre lo que podía hacer la opinión pública norteamericana y en especial la academia para contribuir a una transición democrática en Cuba. Yoani recordó que siendo la academia responsable en parte de recrear el mito de la Revolución Cubana tenía no poca responsabilidad en desmontarlo.”
Así se fueron dos horas como si en lugar de estar viendo a una persona sentada respondiendo preguntas se tratara de una película especialmente intensa.
El sábado en The New School, donde se presentó en un panel sobre blogosfera y ciberactivismo. sirvió para comprobar que el castrismo tampoco estaba dispuesto a actuar con tacto y discreción en Nueva York. También fue útil para apreciar cómo la combinación de aplomo natural de Yoani y su experiencia en estas lides hacía que a la aparición de señoras mayores con carteles y gritos (luego de los ataques en Brasil por grupos mayormente masculinos decidieron cambiar el género de quienes le gritan a la Flaca para parecer menos agresivos) se le notara más su carácter de carnaval tristón y un poco obsceno.
El domingo no asistí al cierre del evento en The New School: me quedé en casa horneando un par de paletas de puerco que llevaría a la reunión en casa de María Pérez y Geandy Pavón con Yoani y un grupo de amigos.
Antes de que llegara la invitada principal había –ahora es que me doy cuenta- un ambiente de Nochebuena y no sólo por el olor a puerco asado. No sé exactamente cuál era el plan para recibirla pero cuando llegó –abrazando y besando a todo el que encontraba en el camino con desenfado sin chusmería, dos conceptos que los cubanos solemos confundir- toda posibilidad de protocolo se desvaneció de inmediato. Confieso que tenía mis reservas en el plano personal. Imaginé que las dosis de ataques y de fama recibidas en los últimos años le habrían creado una coraza protectora, una distancia entre lo aparente y lo real. Sin embargo, a corta distancia me impresionó no su naturalidad (ya sabemos cuánto se puede fingir esa condición natural) sino su normalidad.
Parecía una de esas muchachas que llegan de provincias a La Habana dispuestas a asimilarse completamente a la gran ciudad y al cabo de unas semanas están a la vanguardia de la farándula de conciertos y funciones de teatro. Ella misma se definió como una “guajira de Centro Habana”, que se había asomado por primera vez al Vedado con catorce años (para los neófitos en geografía habanera, hablo de municipios colindantes). No había en ella sin embargo nada de frivolidad y sí mucha honestidad y resolución. Lució ante todo muy convencida de lo que estaba haciendo y optimista sin sonar ilusa. Una persona bastante clara pero por eso mismo difícil de calcular de acuerdo al mezquino sistema de medidas del castrismo incapaz de imaginar que alguien valga más que un par de viajes con los gastos pagos. No es extraño que se hayan equivocado tanto con ella.
Al día siguiente tuvo otro montón de conferencias y entrevistas luego voló a Washington y a su regreso nos reencontramos el jueves en un panel sobre blogosfera y sociedad civil. Era media mañana y ya nos llevaba al resto del panel una conferencia de ventaja, la que había dado a primera hora en City Collage. Luego de tratar de equilibrar con su optimismo la visión en general sombría que dimos sobre la blogosfera actual partió hacia el edificio de la ONU donde luego del boicoteo de los funcionarios del gobierno de su país consiguió dar una rueda de prensa.
No en balde el bueno de Bob se preguntaba que por qué la habían dejado salir. Porque no saben qué hacer con ella. O si, pero todavía no se atreven.
Conclusión: si Yoani Sánchez es una embajadora de los cubanos que aunque sometidos a más de 50 años de dictadura no se resignan a vivir sin libertad está haciendo muy bien su trabajo.
Por: Enrique Del Risco*
http://enrisco.blogspot.com/
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lunes 25 de marzo, 2013