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JOSÉ DE BASTOS: ¿Y si pierde Maduro?



tarjeton electoral 2

¿Se podría mantener
unido el Psuv…?



Luego de la convocatoria a elecciones para el 14 de abril hecha por el CNE muchos opositores dudaron sobre quién debía ser su abanderado: pensaron que una posible derrota de Henrique Capriles lo “quemaría”, y dejaría a la oposición sin un claro liderazgo para contrarrestar a un Estado todopoderoso en los próximos años.

Parte de esos temores quedaron de lado con el discurso de aceptación de la candidatura del gobernador de Miranda, quien logró recuperar su puesto indiscutido a la cabeza de la alternativa democrática e incluso lucir más sólido que previo a los comicios del 7 de octubre. Desde entonces levantó votantes que estaban decepcionados, y sumó opciones que parecían imposibles.

Si bien es cierto que la situación sigue estando cuesta arriba para la oposición, quisiera analizar qué ocurriría en el caso, siempre posible dentro de una elección democrática, de que el derrotado sea el candidato oficialista. No tanto qué significaría esto para Capriles y su llegada a la Presidencia con un entorno complejo, sino lo que generaría en el PSUV, sus partidos aliados y la población “chavista” en general.

¿Qué le ocurriría al tan comentado “chavismo sin Chávez”? Tras la muerte de su máximo líder y ante las multitudinarias despedidas, muchos analistas aseguraron que era claro que el chavismo sin Chávez existía, que su legado estaba seguro y que sería parte de la política venezolana por años y décadas. Una certeza apresurada que se divulga sin que tal movimiento haya pasado siquiera por una elección o una gestión de gobierno.

Imaginemos que el PSUV pasa a la oposición, que Capriles asume como Presidente y que Maduro, Diosdado, Ramírez, Arreaza y compañía se quedan sin todo el poder del Estado, sin las decenas de medios de comunicación y sin la protección, activa o pasiva, de los tribunales. Está claro que el chavismo seguiría teniendo mucho poder, que en teoría seguiría controlando varios de los Poderes, pero quedaría sin liderazgo, sin una voz cantante, sin un líder legítimo y con muchos dirigentes llenos de ambición.

Habría que suponer que Nicolás Maduro perdería rápidamente su condición de “primero entre iguales”, como algunos lo han catalogado en estos días. No sólo habría sido derrotado en la primera elección post-Chávez, sino que sería culpado de no haber cumplido con el testamento de su “comandante supremo”, de haberle fallado a él y a tanto pueblo que confiaba en su triunfo. Aparecerían las voces, los gritos, de quienes hoy lo respaldan disciplinadamente, siguiendo la última directriz de su verdadero líder.

Diosdado Cabello quedaría como la figura más importante del PSUV: los ministros perderían sus cargos y los gobernadores, aunque fuertes, controlarían sólo sus regiones. En cambio el militar retirado seguiría al frente de uno de los Poderes del Estado, con la principal vocería política de la oposición al gobierno de Capriles y mantendría su inmunidad.

Esto le daría fuerza a la tanta veces comentada “ala militar” del chavismo, la cual se vería notablemente reforzada por los once militares que seguirían a la cabeza de gobernaciones por todo el país, con plena legitimidad, tras ser electos hace menos de medio año. Arias Cárdenas, Vielma Mora, Mata Figueroa, Rangel Silva y compañía podrían tomar el mando del PSUV, junto a Diosdado, si sus ambiciones personales son controladas dentro de las líneas del partido.

Pasados unos meses habría que ver cuál es la situación del país, cómo se han comportado los Magistrados, los miembros de la bancada mayoritaria del Parlamento, la Contraloría y la Fiscalía, para determinar cuál sería el futuro de los para entonces defenestrados ministros y jefes de empresas públicas que hoy se regodean del poder infinito.

¿Se podría mantener unido el PSUV? ¿Cómo afrontarían las eventuales elecciones municipales? ¿Habría un amplio debate dentro del partido para cambiar a directivos y voceros? ¿Se moderarían aquellos que permanezcan en puestos de poder para mejorar su relación con el eventual oficialismo y qué consecuencias traería eso dentro de sus filas?

Apenas fallecido el Presidente Chávez escuchamos a muchos voceros del oficialismo decir que no se habían preparado para ello, que se equivocaron al pensar que Chávez sería inmortal. Cabe preguntarse si hoy siguen pensando que su poder será infinito y que un escenario como el aquí planteado nunca llegará a ocurrir. Puede que no sea el 14A pero el “chavismo sin Chávez” debe responder muchas interrogantes antes de ser considerado una certeza.

Por: JOSÉ DE BASTOS
Elecciones Sufragio2013
POLÍTICA | OPINIÓN
@JDeBastos
CARACAS, viernes 22 de marzo, 2013

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