Los parámetros para ingresar al
Panteón ya no son los mismos..
■ Hombre nuevo. Normas nuevas, cambiaron con la “revolución”.
No existe ni una lista de méritos expresas ni un articulado de requisitos ineludibles. Se trata de obras concretas en beneficio del país y del mundo que, por su magnitud, constituyen nombre, fama y trato de prócer, de prohombre. No obstante, la Constitución, sí establece una normativa general que, como cosa rara, puede ser violada mañana mismo. Solamente basta que a algunos se les ocurra continuar con la idea de aumentar el número de miembros del Panteón Nacional.
Dice la Carta Magna lo siguiente. El honor corresponde a venezolanos y venezolanas ilustres, que hayan prestado servicios eminentes a la República, después de transcurridos veinticinco años de su fallecimiento. Esta decisión podrá tomarse por recomendación del presidente o presidenta de la República, de las dos terceras partes de los gobernadores de estado o de los rectores o rectoras de las universidades nacionales en pleno.
Como sea, luego de la aprobación de la AN; el decreto presidencial involucra al Ministerio del Interior y Justicia, por intermedio del Viceministerio de Relaciones Interiores y de la Dirección General de Ceremonial y Acervo Histórico de la Nación, instancia a la que corresponde llevar a cabo la ceremonia oficial.
A partir de la realidad y de los nuevos parámetros del hombre nuevo que van desde el líder beta hasta el pran socialista, hagamos el esfuerzo por establecer los parámetros con que en el futuro muy cercano se medirán las bases honoríficos de los aspirantes a la gloria eterna. Son necesarias, entonces, las siguientes acciones:
■ Primera. Dividir al país al punto de generar verdadero y peligroso odio y resentimiento entre las partes. La ruptura puede ser política, ideológica, por creencias, razas, religiones, clase social, sexo, preferencias sexuales. No hay límite.
■ Segunda. Usar el insulto, la grosería y la descalificación como principal argumento en cualquier debate público en que intervenga.
■ Tercera. Ser chapero por naturaleza. Es decir, minimizar a otros a través del apodo, el alias y el sobrenombre.
■ Cuarta. Mentir por encima de cualquier cosa. Usar la mentira como razón de vida.
■ Quinta. Derrochar el dinero ajeno en favor de otras personas y países con la sola idea de crear un clan imbatible tanto dentro como fuera del país.
■ Sexto. Tomar los poderes públicos y utilizarlos sin más limitaciones que sus propias ganas. En este punto debe poner especial énfasis en materia judicial y administrativa.
■ Séptima. Debe dar prioridad, por encima de todo escrúpulo, a ciudadanos extranjeros sobre sus compatriotas.
■ Octava. Debe ser implacable con sus adversarios y proteger a los suyos aunque sean ladrones descarados.
Hombre nuevo. Normas nuevas.
Por: ELIDES J. ROJAS L.
Politica | Opinión
EL UNIVERSAL
miércoles 20 de marzo de 2013