El pensamiento mágico dura
hasta que llega el hambre…
Debe ser amor. Imagino la afonía de esas voces el día de mañana cuando repitan por centésima vez que Chávez no se va porque ahora Chávez es todos. Creerán que despiertan entre los retazos de tela roja y mojada que caen sobre el asfalto del Paseo de Los Próceres. Preguntarán por qué. Le hablarán a otro micrófono como hoy, primero en voz baja para subir el tono a poco a poco y terminar en un grito que es un despecho y un insulto y un disparo al cielo. Nadie dijo nunca que el amor es siempre saludable. Esto también es amor.
¿Qué más podría ser? Yo vi caminar a un rey precedido por dos hombres tocando trompetas; otros dos portaban a la zaga sombrillas de colores para protegerlo del sol; y a cada lado un panegirista rivalizaba en inspirados elogios al rey”
Eliot Weinberger.
Dicen que el 5 de marzo empezó el chavismo sin Chávez, pero ¿cuál chavismo sin Chávez? Si solo la muerte define el “sin”, entonces sí, pero si tiene que ver con la posibilidad comentada años atrás de que un grupo de políticos pudiera ejercer el poder más allá de Chávez, el asunto cambia. Su ausencia física no implica ausencia simbólica y el resultado electoral de las elecciones dependerán en buena medida de cómo el chavismo administre el capital político que representa la muerte del ex presidente en términos religiosos. Suena complicado, pero las señales están bastante claras.
Maduro marcó la pauta durante el anuncio oficial al reciclar el “Volveremos y seré millones” de Túpac Amaru. Diosdado Cabello quiso ser pragmático y aunque se empeñó en conjugar cada verbo en pretérito –“Chávez fue…”, “Chavéz hizo…”–, los feligreses lo corrigieron en coro hasta llevarlo al cauce: “Cuando tengamos un problema, pensemos qué haría Chávez”. Ayer cientos de testimonios de genuino dolor volvían a la misma idea: Chávez no murió. Chávez no se ha ido. Primero dios y después Chávez –y viceversa–.
Así que esta es una historia de amor porque es una historia de fe.
¿Por qué hay tanta violencia en el presunto discurso de reconciliación y respeto? Aquí conviene pensar en la relación más dañina que cada quien haya tenido. ¿Recuerdan esa flaca que les jodió la vida? Tráiganla de vuelta.
El amor dañado y estúpido es partidista por cuanto se basa en el estás conmigo o estás sin mí y una relación que anula la dimensión individual dura mientras dure la entrega de amar lo que el otro ama y odiar lo que el otro odia. Ahora añadan una promesa: “Estaremos juntos hasta el dosmilsiempre” y piensen qué ocurre si en esa relación irracional y asimétrica la promesa de eternidad se rompe. Uno puede seguir, aprender algo y cometer un error distinto con la próxima persona.
O uno puede hacer política.
La caravana de ayer y el féretro abierto de estos días prolonga la promesa de felicidad a través del pensamiento mágico. Este es un chavismo con Chávez, aunque ese Chávez sea otro, y solo existirá como movimiento político organizado mientras su presencia permanezca. Cuando se diluya –que lo hará como ha pasado con todos los Perón y los Stalin–, el chavismo será otra cosa: un entusiasmo, una idea de justicia, una foto emotiva, una vigilia en la Plaza Bolívar, pero para ganar elecciones, insisto, el chavismo necesita una estructura religiosa porque ha sido el peor gestor de lo pragmático. Y necesita una feligresía fundamentalista, sensible, que no tolere a los que estén al margen de su culto.
Como la futorología es un asunto lejano, toca pensar en las elecciones y la oposición necesita asimilar que el pensamiento mágico corresponde a Chávez. Es como tratar de juntar dos imanes por el mismo polo: si los acercas mucho, se repelen; si los alejas, no existe tensión; pero hay un punto precario en el que los campos conviven. La oposición no puede repeler, tampoco ignorar ese discurso oficial o perderá espacio; necesita hacer las preguntas adecuadas para mostrar un camino alternativo: Si este señor por el que lloran no pudo resolver todos los problemas, ¿cómo estos otros, sucesores vulgares de segunda línea, podrán hacerlo? Aquí venimos a reactivar el país, el de los partidarios y el de los feligreses.
Algo así.
Uno podría sospechar que el pensamiento mágico dura hasta que llega el hambre. Cuando Stalin murió, Nikita Jrushchov, quien lo acompañó en tantas crisis, entendió que el país debía insertarse en la carrera espacial para maniobrar la Guerra Fría en lugar de verse en el espejo del pasado, de modo que fue él, comunista y presunto stalinista, quien comenzó el proceso más brusco de revisionismo histórico. El mundo conoció la palabra Gulag.
Al morir Perón, Argentina reportaba un crecimiento de 5,53% y una inflación de 23,47%. Por más que la viuda Isabel Perón asumiera la presidencia durante casi dos años para perpetuar –otra vez mediante el amor– el culto, en ese periodo la economía decreció hasta -2,02 y la inflación llegó al 443,97%. Algo se rompió.
Es cierto que la muerte de ambos estuvo sucedida por una prolongación del comunismo y una dictadura militar fascista, respectivamente, pero a falta de transiciones democráticas tras la muerte de un líder carismático similar a Chávez, ambos casos muestran que pervivieron como entusiasmo más no como maquinaria política organizada. Aunque Stalin sea más popular hoy que tras la caída de la URSS, no gana elecciones; aunque el kirchnerismo mame del peronismo, es un animal de otra especie.
El pensamiento mágico es una retórica poderosa hasta que llega la hora de redactar un milagro.
Decía que esta es una historia de amor y no hay que olvidar que también el amor, como la fe, se desgasta. Si la oposición convence a partidarios y feligreses de su capacidad para gobernar, tal vez las lágrimas de hoy se conviertan en nostalgia y la memoria de cada quien se encargue de darle a Chávez un espacio privado que no esté por encima de lo público.
Chávez hizo visibles a esos que ahora lo lloran, por eso no existe el chavismo sin Chávez. La pregunta es otra: ¿existirá el chavismo sin poder?
Por: Marcel Ventura
Oficialismo | Psuv
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7 de Marzo de 2013