Lo del militarismo es tan viejo en
este proceso como el 4-F del 92

Luego, conseguido el gobierno por vías civiles y no por la gesta heroica y armada con que soñó el Caudillo, vino la fusión pueblo-ejército que no hizo sino crecer y crecer. Centenares de oficiales en la administración con los resultados esperables de ineficiencia y corrupción. Se crearon milicias al servicio personal del Presidente.

Compraron armamentos poderosos y muy costosos para guerras imaginarias. Por supuesto se limpiaron en lo posible de altos cuadros erráticos golpistas e “inconstitucionales” mandados a sus casas. Se controlaron todos los ascensos. Los cadetes leen manuales soviéticos y cubanos. El Presidente vestía de militar y se hizo llamar, oficialmente, Comandante. Y la retórica imperante no cesaba de borrar las fronteras entre los venezolanos bien armados y los que sólo contaban con la palabra y el voto. Se hicieron panas de todos aquellos gobernantes de similares características, hasta los más feroces y repudiados mundialmente.

Se reescribió la historia con criterios rigurosamente castrenses, donde no aparecían ni el doctor Vargas ni Andrés Bello, y se olvidó la enorme tradición de horrores a que nos sometieron durante gran parte de nuestra vida republicana los tiranos con galones.

Se convirtieron en fiestas patrias el 4F y el 27N. Faltan cosas, pero son ya sabidas.

El remoquete de “militarismo” para el sistema de gobierno se convirtió en una perogrullada, en una obviedad. Hemos terminado con un gabinete lleno de charreteras y con la bicoca de diez gobernadores venidos de la casa de los sueños azules.

Pero habrá reparado usted en que después de la muerte de Chávez el “civil” Maduro ha agregado unos cuantos elementos nuevos: desde el traje mortuorio del Presidente fallecido y sus retratos más oficiales, hasta las ceremonias en la Escuela Militar y su posterior traslado al Museo Militar, comando del fallido golpe de febrero.

La constitución de un comando cívico-militar que rige el proceso y que tanto evoca a esas juntas del mismo talante que se instalan después de los golpes de Estado y que ni Chávez había constituido. El ministro Molero fijó impúdicamente la política electoral de la FAN para los próximos comicios. Y hasta se llegó a trata de juramentar al Provisorio en la Escuela Militar y no en el Capitolio, iniciativa suprimida seguramente por escandalosa ante los visitantes extranjeros.

Todo esto último sucede, no tenemos dudas, por la debilidad del heredero que sabe que su fortaleza sólo puede estar en una Fuerza Armada cohesionada, siempre peligrosa, sobre todo por la ascendencia de algunos compañeros revolucionarios con mucha fuerza en ella y que no sé sabe lo que pudiesen elucubrar a la hora de las chiquitas. Amén de que en esa caja negra, para nosotros los de afuera, debe haber descontentos de que su vocacional oficio haya terminado en una extravagante militancia política.

Todo lo cual hace suponer que tendremos militares hegemónicos para rato. A menos que usted considere el 14 de abril que la República y sus asuntos conciernen a civiles, desarmados y dialogantes, capacitados para esas labores y respetuosos de una Fuerza Armada abocada a sus funciones específicas, resguardar la integridad de la nación y guardianes de los preceptos constitucionales.

Por: Fernando Rodríguez
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Diario TalCual