Tiempos de cambio
Ya regresó Chávez y aún no cesa la polémica. Que por qué no habla. Que es un montaje.
Que lo queremos ver. Que no está gobernando. Que el vice no es legítimo. Que cuándo se juramenta…
Parece mentira que mientras los venezolanos salimos del Carnaval “disfrazados” de más pobres gracias a la devaluación del bolívar, esa no parece ser la preocupación principal, sino la agenda fotográfica que el Gobierno quiere fijarle al país para distraerlo de lo más grave que nos está pasando: una política económica sustentada en multimillonarios ingresos petroleros, afincada en el rentismo casi absoluto, con una moneda cada vez más raquítica, con centenares o miles de empresas cerradas, con desabastecimiento y con una inflación indomeñable.
Que los “camaradas” del Fondo Monetario Internacional alaben esta medida empobrecedora es, más que una paradoja, una señal de lo que nos está ocurriendo. Tanto denostar del FMI para terminar aplicando una de sus “pócimas” tan aborrecidas ayer por buena parte de la dirigencia pesuvista. ¿La devaluación es la mejor manera del proteger el bolívar? ¿Eso lo dijiste echando vaina, Nicolás, o en verdad lo crees? ¿Has leído Aporrea.org últimamente? ¿Te diste cuenta de la cada vez menos silenciosa protesta que está provocando en el pueblo chavista la apenas incipiente caída en picada de su poder adquisitivo? Es lamentable que en el alto gobierno se nieguen a ver lo que ya es más que evidente. No han podido convencer a sus seguidores y mucho menos al resto de los venezolanos de que con esta devaluación el país va por buen camino. No han podido demostrar que al encarecerse el dólar se fortalece el bolívar “fuerte”. Si bien no estamos ante el clásico “paquete” económico tipo CAP y compañía, los efectos son similares: los platos rotos los pagan quienes menos tienen. Y aún no han comenzado a sentirse todas las consecuencias de este “ajuste” cambiario.
El regreso de Chávez alegra a buena parte de los venezolanos, pero no aligera la angustia con respecto a la economía real y concreta, la que se vive en los estantes de abastos y supermercados. No mejora el abastecimiento ni hace retroceder ni un milímetro la inflación.
Es una muestra de ingenuidad política que algunos sectores de la oposición contribuyan a convertir el tema de la salud del jefe del Estado en un asunto de mayor trascendencia que la fracasada política económica de su gobierno. Si algo identifica al pueblo chavista con el no chavista es el padecimiento de los graves problemas derivados de un mal manejo de la renta petrolera. La inflación, la devaluación y la escasez no distinguen entre uno y otro.
El culto a la personalidad de Chávez no sólo se cultiva en el chavismo sino también entre algunos sectores que se le oponen. Hacen del líder rojo rojito el centro de su atención y de sus angustias, mientras los venezolanos abrimos nuevos agujeros al cinturón.
Durante la campaña presidencial de Bill Clinton, cuando muy pocos veían como algo probable la derrota de George Bush padre, uno de los asesores demócratas hizo famosa la expresión “es la economía, estúpido”, para ubicar el debate en lo cotidiano, en lo que realmente afectaba al pueblo norteamericano.
Hoy habría que aplicarle esa frase tanto al Gobierno, que busca imponer una agenda basada en potes de humo de todos los tipos y tamaños, como a quienes le restan importancia a lo que realmente afecta a las grandes mayorías y se van por un camino que termina favoreciendo la agenda oficialista.
Por: VLADIMIR VILLEGAS
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