Tiempos de cambio
El gobierno de Chávez sin Chávez está buscando camorra. Parece que no puede vivir sin ella, que ese es el combustible requerido para mantener cohesionadas sus filas, bajo el eterno manto de una conspiración aliñada con aseveraciones carentes de asidero en la realidad. Hasta de magnicidio han hablado y nada que muestran evidencias que puedan hacer creíbles esos cuentos de camino.
Parece que el dúo gobernante no encuentra mejor manera de llenar el vacío existente por la ausencia de Hugo Chávez que aumentando los decibeles de la retórica amenazante con la cual se ha iniciado este año 2013, y que tiene como finalidad, según parece, hacer creer a los venezolanos que estamos en el mismo escenario de abril de 2002. En el gobierno chavista sin Chávez no quieren una oposición democrática, que actúe en el Parlamento, que se prepare para las elecciones.
Quisieran una oposición “carmonizada”, dispuesta a caer en el peine de las provocaciones, distraída en caminos verdes que hace tiempo fueron desechados. Pero nada que lo logran. Y por eso insisten en inventarla.
Este dúo gobernante quiere ser más chavista que Chávez, más duro, menos tolerante hacia fuera y hacia dentro.
Quiere, por esta vía, compensar la ausencia del Presidente y evitar que cualquier “debilidad” los coloque en “estado general de sospecha”, como diría Eliézer Otaiza. Por ello no es fácil imaginar lo que le espera a José Vielma Mora, gobernador del estado Táchira, si sigue reconociendo como interlocutores válidos a los alcaldes no pesuvistas y a los representantes de los sectores productivos. ¿Le pararán el trote, lo obligarán a tragarse todo lo que ha dicho y hecho? ¿Se atreverán otros gobernadores chavistas a demostrar que se puede gobernar sin un cuchillo en la boca? Lo cierto es que mientras el dúo anda ocupado buscando pleitos y amenazando, el país entero, chavistas, no chavistas e indiferentes, los observa.
Marchas por aquí, marchas por allá y los problemas esperando. Ahora intentan alcanzar a Hugo Chávez en horas de transmisión, y, qué pena por ellos, tampoco lo logran.
Hasta ahora el balance de la “continuidad administrativa” que nos gobierna es muchas peleas iniciadas, ningún problema resuelto y casi ninguna obra concluida.
Si toda la energía que le ponen a intentar acorralar a la oposición se la pusieran a la lucha contra el hampa, que día a día arrebata vidas y bienes, el país sería mucho más seguro.
Mención aparte merece la respuesta que desde el Gobierno se le ha dado a la solicitud de medidas humanitarias para presos que presentan graves deterioros de salud como consecuencia de condiciones de reclusión reñidas con los más elementales derechos de la persona humana.
Qué vaina con quienes al llegar al poder se olvidan de que en un pasado no muy remoto hubo para ellos medidas de gracia, indultos, amnistía y en algunos casos, hasta cargos públicos. Imagínense qué habría pasado en Venezuela si los alzados en armas del 4 de febrero y del 27 de noviembre de 1992 no hubiesen sido beneficiados con una medida como la que adoptó el gobierno de Caldera. O que guerrilleros como Pompeyo Márquez, Américo Martín o Guillermo García Ponce, entre cientos de ex presos políticos de ese período, no hubiesen podido ahorrarse largos años de cárcel por haber participado en la lucha armada.
Es de lamentar que el binomio no sólo no quiera pasar la página y abrir camino a una etapa de reconciliación, sino que insista en tensar la cuerda y tentar al demonio de una confrontación que puede traer consecuencias impredecibles.
Por: VLADIMIR VILLEGAS
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