“Señaló que le había ganado a dos
vicepresidentes en Miranda..”
■ Todo pareciera indicar, ya lo han explicitado analistas y políticos, que este laberíntico y descabellado tránsito de la vida nacional ocasionado por la grave enfermedad de Hugo Chávez, debería terminar en una elección presidencial pronta.
La misma vuelta al país del enfermo, anunciada por voceros oficiales del más alto nivel, pareciera ir en ese sentido, la posibilidad de una ausencia absoluta; además de que seguramente serviría para poner algún orden en los desastres jurídicos de los sumisos y desorientados poderes públicos y aminorar el creciente y vergonzoso señalamiento de la entrega de la soberanía a los jerarcas cubanos.
Por supuesto esto pende del delicado estado de salud de Chávez, como han señalado los mismos voceros.
También ha sido dicho, no pocas veces, que resulta difícil pensar en un triunfo de la oposición, sobre todo por el intenso clima emotivo que acarrearía el abandono de la primera magistratura del prolongado y vitoreado líder y el desconcierto que evidencia el movimiento opositor, que ni siquiera parece haberse planteado el problema.
Por eso vale la pena atender a la cada vez más explícita posición de Henrique Capriles al respecto y que culmina con una muy diáfana entrevista en el diario Panorama, loable al menos por intentar diseñar una hoja de ruta.
Fuera de esto no conocemos otras manifestaciones que unas breves proposiciones de Andrés Velásquez abogando por una verdadera tarjeta única y una designación por consenso del candidato al eventual y decisorio proceso electoral. Capriles, desde un primer momento, sin ahorrarse las críticas a las soluciones adoptadas, ha reconocido la necesidad de convivir con el estado de cosas impuesto, politiquero “pero decisión del TSJ”: Maduro, agarra el coroto y a ver si puedes con él.
Luego asistió al Consejo Federal, con todo y apretón de manos al Vicepresidente que el gobierno difundió a los cuatro vientos como aceptación de la situación sobrevenida. Sobre lo cual hay que agregar que lo acompañaron los otros dos gobernadores opositores y sonaron fuerte unas declaraciones de Falcón sobre lo cortés y productivo de la reunión.
“Es más inteligente el que tolera al que insulta, y esa es mi visión de lo que hay que tratar de lograr en Venezuela: diálogo, entendimiento y respeto”, dijo Capriles a Panorama y es bastante decir.
En esa declaración dijo que a la feroz postura de sectores opositores, aun de la MUD misma, sobre esta actitud “claudicante”, la menospreció, con nombre y apellido la de Diego Arria, por ociosidad tuitera, falta de calle y visión política, la tildó de minoría insignificante y no descartó su conchupancia con radicales de la otra orilla.
A la pregunta por las pocas posibilidades, “el sacrificio”, que sería una candidatura suya en estas circunstancias, según algunos, señaló que le había ganado a dos vicepresidentes en Miranda y que una cosa era Chávez y otra el chavismo sin éste, “profundamente vulnerable”. Abogó por mantener y valorar la unidad y respetar sus antagonismos pero recordó que él había ganado las primarias con el 64% y es importante que, junto con la votación de su amigo Pablo Pérez, con el que venía de conversar largamente sobre la situación nacional, hicieron el 94%. Por lo demás reiteró la tónica de su discurso electoral, dirigirse a todos los venezolanos sin distingo y abordar pragmáticamente los reales problemas del país.
Capriles habló, rompió el silencio sobre un tema capital.
Sigue abierto el derecho de palabra, el debate estratégico necesario.
Por: Fernando Rodriguez
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