Un “Presidente” que no da un solo
signo corporal visible…
Un Segundón, de estatus especialmente vago, que no sabe hacer otra cosa que invocar las glorias de su Jefe. La insensatez, el miedo y los mediocres apetitos de poder han producido un monstruo, una pesadilla. Un absurdo sin límites que nos puede llevar a los peores barrancos
Violar la Constitución es un pecado mortal republicano, por ende susceptible de infierno patrio. Pero en lo que estamos viviendo hay mucho más que eso. Si a ver vamos la nuestra ha sido violada aún antes de nacer, convocada su constituyente a partir de un referéndum inexistente en su antecesora.
Y entre sus innumerables violaciones ha recibido perpetraciones tan grotescas como la aprobación de un conjunto de leyes írritas que impusieron una reforma que fue negada por el soberanísimo en un referéndum de “mierda” (Chávez dixit) y que modifican el mismísimo rostro de la nación. Y, sin ir muy lejos, generalotes, entre ellos el ministro Molero, patean cuando les viene en gana el artículo 328 que señala el apoliticismo de la fuerza armada.
Y si a ver vamos la actual descarada profanación de “La Bicha” (ídem), vista formalmente, no estaba demasiado distante de la proposición opositora, como señalaron algunos parlamentarios democráticos, que hubiera mantenido la constitucionalidad y propiciado una sensata unanimidad.
Lo que la hace también una rotunda estupidez. Lo realmente demoníaco es que la insensatez, el miedo y los mediocres apetitos de poder han producido un monstruo, una pesadilla de esas en que las vacas cantan, los muebles están en el techo y los difuntos levitan. Un absurdo sin límites que nos puede llevar a los peores barrancos.
Un Presidente que no da un solo signo corporal visible. Un Segundón, de estatus especialmente vago, que no sabe hacer otra cosa que invocar las glorias de su Jefe y utilizar un incomprensible acceso a éste, y que no alcanza ni identidad propia ni legitimidad tangible. Seguido por la sombra incesante de un presidente de Asamblea que nadie sabe qué vela le toca en el Poder Ejecutivo.
Un gabinete siempre asombrosamente ineficiente (asomado por el propio Chávez cuando se le ocurrió anunciar que crearía un Ministerio que se ocupara de meter en cintura la gestión de esos que ahora gobiernan) y ahora sin centro. Total, un país navegando aguas turbulentas con varias manos en el timón, sin brújula y haciendo disparates, como el circense y delictivo nombramiento de Elías Jaua como Canciller, con firma fotocopiada.
A lo cual habría que agregar, entre otras cosas porque aquí y en medio mundo se está comentando, el adulterio a la soberanía con los padrotes cubanos, que es una verdadera vergüenza nacional y la puesta en la picota del concepto mismo de independencia de una república que se autodenomina truculentamente bolivariana y posesa de paranoia antiimperialista.
Para defender tal estado de cosas no encontraron otra manera que repotenciar los peores rasgos del régimen: el mal de rabia verbal y las tendencias más represivas, que afloran por doquier. Conspiraciones, intervención internacional, desestabilización y amenazas y acciones contra los descontentos antier no más de Cabello hacia los parlamentarios ariscos, rolo con los estudiantes y andanadas contra los medios inconformes.
Por allí hay rumores, solo rumores, de que se va a tratar de enmendar con algunos movimientos tanta loquetera. Villegas, por ejemplo, “ansía” anunciar la vuelta de Chávez, dice que ya más alentado. No sabemos si esto es cierto ni, mucho menos, los efectos de ello. Pero por lo menos en algo alteraría esta inquietante inmovilidad que amenaza acabar con nuestra psiquis nacional y con el país lleno de lesiones muy reales, como las 5.483 protestas del año que se fue y la creciente penuria de dólares petrolíferos, único motor del país.
Por:FERNANDO RODRÍGUEZ
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