En la última parada, nos dimos cuenta
que tenía una falla de fábrica…
En este 2012, construimos el autobús, construimos la unidad democrática, tanto para las elecciones presidenciales, como para las gobernaciones de estado, pero varios partidos fueron celosos en mantener su color y su imagen. Se le aceptaron sus argumentos, pero desgraciadamente por allí comenzó a sentirse la falla. El autobús no andaba parejo; las válvulas no se sentían acopladas, porque cada una quería moverse a su propio ritmo y no al ritmo del autobús. El conductor hizo un gran esfuerzo para las presidenciales, y a los que les tocó conducirlo en las regionales, fueron buenos chóferes, pero la máquina tenía una falla, un error de fábrica que es necesario corregir.
Es importante señalar que hasta ahora, hemos sido exitosos. Ni hemos volcado, ni hemos chocado el autobús. En Venezuela flotaba en el ambiente la posibilidad de una guerra civil. El radicalismo metió miedo, pero la sensatez de uno y otro lado, fue calmando las aguas. Tomamos el camino electoral y no el de las armas. Yo creo que realmente Dios nos ayudó. El amor de Dios en nosotros, pudo más que el odio nuestro. La enfermedad del Presidente Chávez nos sensibilizó a todos. Nuestra condición de cristianos, nos hace ver en él la necesidad de ser misericordioso con el otro, de aceptarnos como hermanos y como vecinos. Todavía hay dolor en el corazón, pero el odio huye. Eso es bueno para todos. Queda lo político, pero eso es más fácil de resolver.
La oposición venezolana debe corregir la falla. Es necesario acordar e implantar la tarjeta única para las elecciones que se avecinan el próximo año. Para nadie es un secreto la gravedad de la enfermedad del Presidente Chávez y la comentada imposibilidad de ejercer funciones de gobierno, por lo que se haría necesario en los próximos meses realizar una nueva elección presidencial, además de las elecciones de alcaldes y concejales. Los partidos de la oposición venezolana no pueden repetir el mismo error de varios tarjetones, porque en la dispersión del voto se pierde el sentimiento de unidad, se dificulta la organización y coordinación de la estructura electoral (como sucedió ahora); además, se atomiza el interés político, dando paso a la anarquía y se dispersa la fuerza que se requiere para la toma del poder. Debemos resolver primero el problema político del país y después resolveremos el problema político de los partidos, pero no al revés, como hemos pretendido hasta ahora.
En el nuevo liderazgo también hemos sido exitosos. Promovimos a una nueva generación de líderes políticos y líderes sociales. Orgullosos nos sentimos de nuestra juventud, de nuestros nuevos líderes, pero hemos venido apoyándolos a la usanza del pasado e imitando a lo que vivimos hoy, intentando alimentarles el liderazgo personalista. No, eso no, eso no lo podemos hacer ahora. Es necesario un liderazgo colectivo, compartido, pero nucleado alrededor de una sola tarjeta electoral que garantice la unidad real y absoluta. Uno de ellos será el nuevo Presidente de la República, pero sólo si es capaz de entender y hacer entender que una sola golondrina no hace verano.
No tenemos tiempo para tomar vacaciones, porque las circunstancias nos obligan a volver al campo de batalla. El adversario no es el mismo. Vendrá disperso en el camino, por eso ahora más que nunca se requiere la unidad de los demócratas. No hay razón para fallar y es por eso que es necesario que ahora mismo chequeemos, examinemos el autobús. Somos 6 millones 500 mil compatriotas que volveremos a la batalla. Nadie muere antes del combate. La excepción puede estar en el que agoniza, pero ese no va al campo de batalla.
¡A prepararnos, que la lucha continúa!
Por: Lenín Valero
(Periodista)
leninvalero1@hotmail.com
@valeromarquez
Valera, domingo, 23 de diciembre de 2012
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