Alto
EL PACIENTE. Tras el oportuno comienzo con boletines en cadena leídos por el ministro Villegas, el sábado y el domingo nos volvieron a disfrazar la verdad -y hasta mentir- por boca del ministro Arreaza, cuando señalaba que había hablado con su suegro varias veces, que había enviado mensajes de unidad y participación electoral y hasta un saludo a los visitantes a la Cumbre de la Alba. Mucho menos que Fidel Castro lo visitará en su lecho de enfermo. Las visitas están prohibidas en la Unidad de Cuidados Intensivos del Cimeq. Solo sus familiares más cercanos han entrado a su cubículo para verlo y que él los vea. Supe que solo pedidos de comida, sus anuncios de dolor y por supuesto, el cariño de sus hijos, ha podido manifestar el paciente. Las anunciadas visitas de presidentes han sido rechazadas hasta nuevo aviso. Cuando el mandatario pasó a su habitación, apenas unos dos días, estuvo más tranquilo y allí su familia compartió más tiempo con él. Los altibajos en su recuperación incluyeron la confirmada hemorragia confesada por el anuncio oficial, problemas respiratorios, entradas y salidas en coma y un malestar permanente de dolores en las zonas afectadas por la enfermedad. Su situación, por ahora, no le permite estar hablando aunque no ha estado entubado ni le pusieron tornillos en las vértebras como se regó en las redes, pues están muy debilitadas. Si Arreaza tuvo sus mentiras piadosas para los seguidores del proceso, la exagerada mentira de la ex candidata a Amazonas, Nicia Maldonado, se ganó el premio. Ella afirmó ayer que había visto una foto del Presidente parado y recuperándose. Como sería la exageración que ayer el Vicepresidente emitió una declaración diciendo “no hemos entrado en comunicación directa con él”, ofreciendo información “como se ha venido haciendo apenas se la tenga”. Bien hecho.
Medio
MILITARISMO DEL SIGLO XXI. Con la mitad de las gobernaciones ganadas por el PSUV en manos de 10 militares estamos viendo el verdadero nacimiento del “militarismo electo” en su dimensión. Tres estados azules, 10 rojos y 10 verde oliva pintaron el mapa electoral. Chávez, aunque militar, irrumpió en las elecciones de 1998 arropado por mas civiles que compañeros de armas y se disfrazó de demócrata pleno para ir completando un proyecto en el que poco a poco convirtió a su gobierno en lo que los nuevos estudiosos de la política global llamaron desde el 2004 como una dictadura electa. Los gobernadores de uniforme fueron entrenados para obedecer y mandar. El enorme peso del presupuesto nacional, en un solo pote con el partido gobernante, avaló sus campañas, sus ofertas y sus millones de regalos a los electores. Sin ningún rubor montaron gobernaciones paralelas en Zulia, Miranda, Mérida y Carabobo con presupuestos hasta tres veces los de los actuales mandatarios electos en el 2008. Las elecciones, llevamos casi docena y media, se han convertido en plebiscitos para el presidente Chávez. El gran líder en campaña ha movido y motivado a todo un país para que apoyen todas sus propuestas y en los eventos electorales donde no se lo ha apoyado como quería ha buscado burlar la voluntad de los electores usando subterfugios y artimañas “legales” para imponer lo que la mayoría de ese momento rechazó. Lo vimos en el referendo del 2007. No le ha importado a los votantes que sufragaron rojo que los candidatos hayan sido malos gobernantes, que las calles y la infraestructura estén desechas, que la criminalidad nos lleve a romper récords globales de muertos, que las promesas no se cumplan y que la corrupción alcance niveles que nos permitan ser parte -nada gloriosa- de los tres primeros países en ese renglón. La enfermedad del mandatario sirvió de acicate a quienes ya habían votado por él y sus ofertas. Aunque la mayoría no fueron satisfechas, los militares y civiles seleccionados volvieron a ofrecerlas. Los llamados paracaidistas aterrizaron sin obstáculos. La esperanza pudo ser conservada. Muy recientes las elecciones del domingo para saber qué pasará con los electos o reelectos en un nuevo contexto presidencial. Ya el 2013 apunta a otra elección de primer mandatario. Días difíciles los que vienen. No solo para la oposición. Creo que las dificultades mayores serán para el chavismo gobernante que tendrá que tomar las medidas impopulares que retrasó por años para seguir ganando elecciones. Cuchillo para su mismo cuello. Ojalá que el país salga bien parado…
Bajo
¿Y LA OPOSICIÓN? Supo el Gobierno jugar con los sentimientos de los opositores tras las elecciones del 7-O. Avivaron las discusiones de fraude, de inconsistencia de la MUD y lograron sacar a relucir los peores sentimientos del liderazgo opuesto a Chávez. Vimos resquebrajar la unidad de octubre y comenzar las zancadillas entre los miembros o entre los partidos. Ofreciendo lo mismo que el gobierno en muchos casos no permitieron divisar un contraste entre la oferta multicolor y la roja rojita. Siguieron jugando con decencia democrática ante un estado malandro que jugó siempre, hasta el domingo, con las cartas marcadas. Deben revisar situaciones como las del estado Táchira en la que unos 130 mil votantes por Capriles no concurrieron a votar el 16D. Contra el peso de un estado sin escrúpulos que usó Pdvsa para beneficiar al partido de gobierno. Deben los demócratas estructurar un financiamiento a los partidos, una colaboración de los electores, para poder vencer el enorme obstáculo económico que los rodea. Con un gobierno que persigue a los financistas posibles y los perjudica. Montar una maquinaria partidista es cuesta arriba con la realidad imperante. Se deben corregir errores, revisar la unidad, salirse de esas estrategias rígidas y de aquellos partidos que con egoísmo y sectarismo apartaron a Henrique Capriles de otros apoyos políticos. La unidad que se veía fácil antes del 7-O terminó atomizada para el 16D. Chávez es ya un culto religioso. Una nueva Santa Evita, un San Hugo vestido de uniforme, que ha desarrollado un culto a la personalidad con tanta fuerza que sus candidatos lo único que ofrecieron fue que Chávez les daría apoyo a lo que pidieran para sus entidades. Las trabas que alegaron los gobernadores no favorecidos por Chávez pareciera sirvieron de acicate a muchos votantes para solventar ese problema determinado. La imagen del Presidente estuvo en todas partes desde la campaña presidencial. Desmontar ese culto va a costar mucho. Seguimos viendo votantes con la pasión enardecida y la razón disminuida. Enfrentar el fenómeno Chávez merece una nueva mercadotecnia política y social…
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NELSON BOCARANDA SARDI | EL UNIVERSAL
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martes 18 de diciembre, de 2012