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ALEXANDER CAMBERO: Un país raro y sin presidente



Venezuela se cae en mil pedazos mientras el
hombre duerme en su cámara hiperbárica

 

Este país está raro. No tenemos un presidente en ejercicio pleno de sus funciones. Son fugaces sus apariciones públicas y cuando lo hace a través de la televisión, se percibe que todo es un disfraz para mostrar una tranquilidad que es rebatida por los rostros sombríos de sus colaboradores más cercanos. En pasajes de sus intervenciones muestra evidentes signos de deterioro en su salud, que hacen presumir que cada acción que tenga que emprender para motorizar proyectos de gobierno hará que sus dificultades se incrementen de manera dramática. El recién reelecto primer magistrado nacional, vive entre las sombras batallando contra una enfermedad que lo tiene en una situación calamitosa. El socialismo hace agua por todas partes, los ratones andan de fiesta mientras el gato duerme apaleado en un cuarto de enfermo en un sofisticado hospital habanero. Huir a Cuba para cubrir de misterio la realidad que vive dentro de su cuerpo cuasi sexagenario, es un mecanismo que sabe explotar cuando es difícil ponerse de pie ante la realidad. Aquel hombre que eclipsaba a las masas con la fortaleza de un miura se asoma al balcón de sus mayores tristezas, en donde comienzan a apagarse la música celestial de los adulantes que ahora lo ven como un estorbo a sus intereses.

Venezuela marcha al garete. Hugo Chávez logró que con toda la complicidad del ventajismo y la manipulación de un electorado dócil, asirse del poder para desde allí imponer su proyecto político que busca reinventar al comunismo como opción válida para estos tiempos de modernidad. El esfuerzo que hizo para contrarrestar el ímpetu que le imprimió Henrique Capriles Radonski lo obligó a dejar el alma en cada una de sus actividades. Ahora paga esas consecuencias con las serias complicaciones de salud que presenta hoy. Lo peor es que sus funcionarios no saben qué hacer ante los conflictos que se les presentan. Temen tomar iniciativas que sean reprendidas por Hugo Chávez, por ello optan por mantenerse estáticos como buenos títeres esperando que su amo mueva sus hilos de vida animada. ¿Quién paga los platos rotos?, pues sencillamente el pueblo que no encuentra respuestas a sus dramas. Todo depende del desenlace que escribe su historia en el piso 3 del hospital Cimeg de La Habana.

Los problemas se multiplican mientras nuestro principal gerente abandonó sus funciones al igual que su vicepresidente Nicolás Maduro, quien ahora vive más en Cuba tratando de lograr la bendición de su amo -para erigirse en el escogido- que asumiendo su rol como funcionario. La república está llena de un sinfín de problemas que no obtienen respuesta oportuna debido a que todo el Estado pende de la decisión del hombre que sufre los embates de un cáncer que avanza.

El país raro no sale de su postración. Aquellos que lograron obtener el triunfo el pasado 7 de octubre, huyeron dejando sus responsabilidades a la buena de Dios. Solo viven para estar pendientes de la enfermedad del presidente, la suerte de millones de venezolanos no les importa. Se hacen de la vista gorda con las matanzas de fines de semanas, los dramas sociales de los ciudadanos no están en su agenda… Venezuela se cae a pedazos mientras el hombre duerme en su cámara hiperbárica.


Por: ALEXANDER CAMBERO
alexandercambero@hotmail.com
twitter @alecambero
EL UNIVERSAL
miércoles 5 de diciembre de 2012