La justicia en Venezuela
es un muladar oficialista
■ Si no votamos para elegir a gobernadores, fortaleceremos el horror que pretendemos combatir.
■ Venezuela no es Suiza, tal como dijera el recordado Manuelito Peñalver para justificar muchos defectos nacionales.
Sin embargo, en los tiempos que corren debemos añadir que la Venezuela de Chávez tampoco es Brasil. Aquí no hay un Tribunal Supremo autónomo, ni un magistrado como Joaquín Barbosa, a quien no le tembló el pulso para mandar a la cárcel a connotados miembros del gabinete del ex presidente Lula da Silva. La objetividad y el rigor de la investigación realizada por la Corte de Brasil fueron tan elogiados, que nadie se atrevió a cuestionarla, a pesar de la muy directa vinculación de los condenados con las esferas del poder. De los 37 enjuiciados (políticos y empresarios), 25 fueron declarados culpables de graves hechos de corrupción, entre ellos el todopoderoso Dirceu, mano derecha de Lula y “pana” de Chávez, de quien fuera invitado especial más de una vez. El juicio fue transmitido por TV y los magistrados discutieron abiertamente sus posiciones. Barbosa había sido designado magistrado de la Corte Suprema por el mismísimo Lula, lo que no fue obstáculo para que condenase a tantas figuras importantes de su gobierno, a pesar de la “tradición” de que los de arriba “siempre habían sido intocables”. Juicio tan trascendental ha servido para que la opinión pública brasileña e internacional concluyan que “en Brasil la justicia y la política habían cambiado para siempre“.
De que la justicia en Venezuela es un muladar al servicio de los odios y afectos presidenciales tenemos muchas pruebas suscritas por hechos tan abominables como los descritos por quien fuera magistrado estrella de Chávez, Aponte Aponte, y por la prisión y torturas recibidas por la jueza María Lourdes Afiuni en la cárcel del INOF, plasmadas magistralmente por Francisco Olivares en su reciente libro “Afiuni, la presa del Comandante”. En él muestra una radiografía del poder totalitario de Chávez en el que la justicia devino en un instrumento de venganza presidencial. El horror de la violación sufrida por Afiuni era conocido por Chávez y la ONU desde 2010, pero no por la opinión pública nacional. Lejos de investigar por notitia criminis la violación denunciada, y aunque a lo largo de las investigaciones seguidas contra la jueza quedó demostrado que no recibió dinero alguno por su sentencia ajustada a derecho, la Fiscalía acaba de abrir un juicio “en ausencia” contra Afiuni por “comisión de delito de corrupción”, figura “nueva” del COPP aprobada por Chávez a través de su habilitante. El muladar rojo en pleno está movilizado contra la jueza: horas en VTV de reclusas del INOF jurando que el centro de reclusión es un spa de comodidades y buen trato, seguidas del lenguaje cloacal de la Fosforito contra la indefensa jueza, presa por haber liberado justamente a quien Chávez había declarado su enemigo.
Así como la sentencia de la Corte Suprema de Brasil hizo cambiar para siempre, y para bien, la justicia en ese país, así la orden dada por Chávez a gritos en TV de condenar a Afiuni a 30 años de cárcel, cambió, para peor, la justicia en Venezuela: “Aquí no hay Poder Judicial, no hay tribunales, no hay justicia. Hay un antes y un después de la detención de María Lourdes Afiuni” declara su defensor José Amalio Graterol. Ahí están Henri Falcón, “Gato” Briceño, Baduel, Manuel Rosales, los comisarios y más, que son perseguidos y presos de Chávez. En 4 años a la Fiscalía llegaron 30 mil denuncias por violaciones a los DDHH pero solo 7% llegaron a ser conocidos por un juez y apenas 4% terminaron en condena (Olivares EU 18-11-12). Como contrapartida, no se investigan delitos y omisiones oficiales: como los 16 militares muertos en 2012 en accidentes aéreos y las 7 aeronaves perdidas por la FAN, solo develados por los medios independientes.
Esta semana World Justice Project publica que Venezuela es el país donde menos se respetan los derechos de los ciudadanos y en el que sus tribunales ofrecen menos garantías en la región. Días antes la Fundación Konrad Adenauer divulgaba un estudio en el que Venezuela aparece como “la peor democracia de la región entre las 18 evaluadas”: Impunidad, Inseguridad, violación de DDHH, etc. Ciertamente, “Venezuela es hoy un país de perseguidos y perseguidores, de aquellos que ciegamente obedecen al poder y los que luchan por mantener su libertad” (Sammy Eppel EU 29-11-12).
A los juristas del horror chavista y a los miles de delitos del régimen no los combatiremos con sumisión y miedo. Quizá muchos electores aún estén tristes por lo ocurrido el 7-O, pero si nos abstenemos el 16-D, si no votamos para elegir a gobernadores democráticos, estaremos fortaleciendo el horror que pretendemos combatir y que, si no actuamos, terminará destruyéndonos.
Por: MARTA COLOMINA
Politica | Opinión
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EL UNIVERSAL
domingo 2 de diciembre de 2012