“Una pesadilla digna de una
película de Hitchock..”
Álvaro Navas Tarache estaba gritando desesperadamente despertando a todos en la casa con una voz terrorífica, como si hubiese visto a ‘la llorona’ mientras le jalaba los pies con todo y cobija.
-Es una cosa espeluznante-dijo sin poder controlar la respiración que le batía el pecho como la cola de un caimán dentro de un cuarto oscuro-, que los propios vecinos te estén vigilando cada vez que asomas la cabeza por la ventana y de la misma manera no dejen de vigilar lo que traes y sacas de tu casa y de con quién andas y qué dices… solo porque no estás de acuerdo con una dictadura comunista…
Su hermano trataba de calmarlo haciéndole beber un poquito de agua fresca y sobando su espalda, temiendo que le diera un infarto.
-Si hermano-dijo recuperando la calma-, eso de tener que vivir en medio de un racionamiento de alimentos, porque no hay empresas en el país que produzcan, es algo que da dolor de estomago. Además de no ver supermercados repletos de opciones y si acaso con escasos productos de mala calidad elaborados por el mismo gobierno, que se apodera de todas las empresas, convirtiendo la eficacia en un inmenso ministerio de franelas rojas; es algo, que no se compara sino con una película de Alfred Hitchock.
-Pero cálmate Alvarito y vuelve a la realidad -le decía su hermano mientras le observaba los ojos abiertos y grandes, con su mirada extraviada en el altar, con el corazón de Jesús en lo alto, donde su mamá alumbraba al santo niño de Atocha-.
-¡Ay hermano, terminaremos nadando hacia Miami!-decía Alvarito con su voz de suspiro-. Como hacen los cubanos, que por un acto de angustia incontrolable se lanzan al mar repleto de tiburones en unas balsas que dan pena ajena, sin importarles la vida, para no seguir muriendo de pena, dolor y miseria. Eso de tener que leer los panfletos editados por el Minci que solo hablan del Che Guevara, de los cuentos del arañero, del socialismo del siglo XXI, es un martirio de por si. Nada más de pensar que tendremos televisoras públicas en un 100% y radios comunitarias en una cadena perpetua, hablando el presidente-comandante de su persona; de lo que hacía cuando era niño, de lo grande que es como líder, es una imagen difícil de sacármela de la mente… Y el hecho de tener solamente periódicos comunistas como en Cuba es algo asfixiante; sentí que me moría en segundos-decía Alvarito en medio de un llanto que daba tristeza-.
-¡Ya Alvarito, levántate y camina un poco, para que tomes aire fresco!-le imploraba su hermano para sacarlo del soponcio-.
-¿Es que no te imaginas acaso a la milicia persiguiendo a la gente por ser sospechosos de recibir ordenes de la CIA? ¿O sea, no te imaginas acaso, vivir con un miedo constante a que te siembren un cuento, te armen un expediente con falsos testigos enmascarados y sin nombres, para acusarte de traidor a la patria y te pongan en un calabozo a criar hongos en tus huesos por 30 anos?
-Pero Alvarito estabas soñando, era una pesadilla- le insistía su hermano con el animo de sacarle finalmente del trance-.
-Si, era una pesadilla-dijo finalmente Alvarito, cual final de una telenovela de RCTV, donde el enfermo se recupera de una muerte inminente, como si fuera el ave fénix-. Y entonces, volvió a dormirse con un ojo abierto y otro cerrado.
Por: Luis Alfredo Rapozo
luisrapozo@yahoo.es
@luisrapozo
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