Iván Márquez habló como “candidato”
y no por la pacificacióndel país
Gracias a su papel pro-activo, Noruega se ha caracterizado en ofrecer a Oslo como una capital neutra y amigable propicia para las conversaciones entre partes enfrentadas, para identificar mecanismos de confianza mutua. Por ello, el mundo vio con optimismo el inicio de una nueva etapa de negociaciones destinada a alcanzar la tan anhelada Paz para Colombia, a través del encuentro de las delegaciones presididas por Humberto de La Calle en representación del Gobierno y por Iván Márquez en representación de las FARC.
Lamentablemente las negociaciones tuvieron un mal inicio. En vez de que los negociadores se abocaran de manera reservada en centrar su discusión para tratar los cinco puntos acordados previamente, mostraron un enfrentamiento público difundido ampliamente por los medios de comunicación. Ambos negociadores parecían más bien presentarse como si fuera un debate electoral al estilo Obama-Romney.
El reto de las partes es poner fin a la violencia que se vive hace medio siglo en Colombia, y no producir otro intento fallido como los sufridos en épocas de los Presidentes Belisario Betancur, Virgilio Barco, Samper, Cesar Gaviria, Pastrana y Álvaro Uribe
Iván Márquez habló como “candidato”: para la galería y no por la pacificación. Dio lecciones de democracia, alegó que querían “convertir a los guerrilleros en victimarios cuando eran víctimas”. Prácticamente propuso un nuevo “Estado de Derecho”, sin referirse a los secuestrados, a los muertos, a la entrega de armas. Parecía más bien conducir una campaña en procura de nuevos espacios nacionales e internacionales.
Es evidente que si las FARC se acogen a la pacificación, podrán convertirse en partido político y en su oportunidad, podrán hacer sus ofertas electorales, como fue el caso del M-19; o del FMLN en El Salvador, o en la misma realidad venezolana en la década de los 70. Pero en esta etapa, se trata de consolidar la Paz, y no de proponer un nuevo Gobierno.
Venezuela en su condición de “acompañante” debe ser cautelosa para no repetir los errores que hizo como “facilitador” en el Gobierno de Uribe, cuando se convirtió en “dificultador” derivando todas las consecuencias negativas por esa posición. El “acompañante” venezolano debe entender además, que no es el representante del PSUV sino del Estado Venezolano, y por ello tiene que estar en contacto discreto con Gobernadores fronterizos, con empresarios y ganaderos, con instituciones que reciben a refugiados; con protagonistas políticos y militares, con dirigentes de Gobierno y de oposición y con los que sufren los efectos de la violencia que nos afecta directamente.
Esperemos que después de Oslo le corresponda a la Isla de Cuba -como anfitrión- actuar para que se retorne a la sensatez y logre con el apoyo de Noruega, Chile y Venezuela influir para que se concentren en lograr el objetivo central: alcanzar la paz en Colombia.
Por: Milos Alcalay
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@milosalcalay
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CARACAS, miércoles 31 de octubre, 2012