El “gran líder” se
miró al espejo…
Seguramente escudriñaba los rasgos físicos que lo enlazaran con aquel muchacho que soñaba con ser un pelotero de grandes ligas. La vida hizo que cambiara su raído uniforme deportivo por el verde militar. Antes, buscó al niño que se quedó prendido en las calles de Sabaneta. Calles polvorientas, bucólicas ensenadas en donde se describe los misterios que cantan las piedras del río.
En las imágenes del espejo pudo verse en toda su magnitud. No son las consecuencias físicas del tiempo trascurrido, lo que perseguía el hombre al analizar su aspecto, son el punto de quiebre de una emoción que no termina con su preocupación. Ha triunfado con todo el poder del Estado, groseramente puesto a su servicio, frente a un joven que despertó el sueño de millones. Tuvo que valerse de más de una triquiñuela para alargar la posibilidad de los demócratas de vivir en un país para todos. Ahora sabe que el pasado y el presente son él. Que su administración representa la mayor de las estafas en desmedro de un pueblo al que terminaron de convertir en frágil instrumento para sus perversos propósitos. Su ineptitud no podrá endorsársela a otros. Hugo Chávez tiene el control absoluto del poder como jamás lo tuvo nadie en nuestra historia. Aunado a ello, una renta petrolera que produce unos recursos fabulosos que harían de un gobierno bien dirigido y con cerebro inteligente una posibilidad para hacer de Venezuela una nación del primer mundo.
Serán veinte años en donde una república equivocó el rumbo buscando recetas que hoy rechaza el mundo moderno. El socialismo tiene el estigma de estruendosos fracasos que ahogaron a la libertad en un charco de sangre.
En medio del contraste de luz está atrapado. Las excusas ya no tendrán el brillo de la primera vez. Dos décadas son demasiado para volver a culpar a los demás de su incapacidad, sus movimientos teatrales quedarán rodando frente al peso de la realidad. Cualquier manifestación de rechazo o protesta popular no será atribuida al sagaz imperio que observa y mastica desde el norte. Tampoco la valiente oposición democrática cargará con el fardo de una creciente insatisfacción, que surgirá producto de la pésima gestión de quien se cree el corazón de la patria.
Esta batalla electoral lo ha dejado exhausto. Henrique Capriles Radonski, penetró santuarios naturales suyos. Caminó en territorios considerados de la exclusividad de Hugo Chávez, su discurso causó furor en muchos sectores que vieron en él la posibilidad de un destino mejor para todos. Capriles tuvo que luchar contra el ultra poderoso Estado con todos sus tentáculos, al servicio de la aspiración reeleccionista. Fue obsceno ver cómo los organismos que son incapaces de realizar una gestión eficiente, sí lo son para lograr imponer su cometido electoral. Una celada de la corrupción delirante que arrastró a miles de venezolanos como ovejas al matadero, fueron llevados bajo la presión del chantaje asqueroso, ese que conoce el precio de aquel que vive de sus migajas.
Los misterios del espejo están frente al reelecto. Sus trampas terminarán cazándolo a él. Cuando la crisis apriete la garganta de la patria, muchos sectores que le apoyaron comenzarán a exigirle respuestas y no cháchara. Si mira en profundidad, los surcos del tiempo escribirán su destino. Buscará en el rayo de luz que se refleja en el espejo, al hombre que fue esperanza y se convirtió en frustración.
Su lucha es contra él mismo. Su chasco del pasado es el presente que aterriza en su horizonte. Este período nos encontrará con aquel que sabe ganar elecciones, porque tiene un Estado corrompido a su servicio, y un destino sombrío de asalto de pícaros y personajes encumbrados que rinden culto al proceso descuartizador.
Afortunadamente más de seis millones y medio nos sostenemos en la libertad. Estamos seguros que cada día seremos mucho más, esta Venezuela nos convoca al combate cívico y no al soñoliento que se deja aplastar.
Por: ALEXANDER CAMBERO
alexandercambero@hotmail.com
twitter @alecambero
EL UNIVERSAL
miércoles 24 de octubre de 2012