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VLADIMIR VILLEGAS: ¿Puede cambiar el gobierno de Chávez?



Chávez y su última cruzada. A pesar de la crisis en ciernes, el país continuará su marcha.

Tiempos de cambio

 

La polarización está allí, existe, no se acaba por decreto, y cuidado si seguirá acompañándonos por largo tiempo.

Ello no implica que debamos resignarnos y asumir como una fatalidad que siempre existirá en el país el muro infranqueable del apartheid, de la incomunicación, del no diálogo, de la estigmatización de quien piense diferente, de la criminalización de la disidencia. Venezuela no está dividida en patriotas y antipatriotas. No hay seis millones y medio de vendepatrias que apoyaron a Capriles, como tampoco ocho millones y pico de ignorantes y vividores que votaron por Chávez. De lo contrario estaríamos hablando de casi 15 millones de seres humanos que no merecen llamarse venezolanos.

La renovación parcial del Gabinete de Hugo Chávez marca el inicio de una nueva etapa. No somos optimistas con respecto a que se pueda producir un cambio de actitud en el Gobierno, porque ya hemos visto esa película.

Le corresponde a éste actuar y demostrar con hechos si tenemos razón o no para el pesimismo y el escepticismo. Le damos, como debe ser, el beneficio de la duda. Pero son suficientes los antecedentes como para esperar la música de siempre. Ojalá estemos equivocados.

Si de lo que se trata es de tender un puente al diálogo con una oposición que obtuvo 45% de los votos en medio de un gigantesco y no disimulado abuso de poder, sería tarea del Ejecutivo rectificar conductas como la prepotencia, el sectarismo, la ausencia de reconocimiento a gobernadores y alcaldes no afectos al partido oficial, el uso de los recursos públicos para campañas electorales y la discriminación de los consejos comunales dirigidos por ciudadanos no afectos al PSUV, por mencionar apenas algunos ejemplos concretos.

Es su decisión abrir o cerrar las puertas al entendimiento en torno a temas como la inseguridad o la crisis penitenciaria. Está en sus manos promover una amnistía para los venezolanos presos o exiliados por razones políticas, o dejar que la desesperanza siga inundando muchos hogares venezolanos. También es decisión del Gobierno, y principalmente del Presidente, respetar o no lo que ordena la Constitución en materia de descentralización. Apenas unas cuantas señales son más que suficientes. Las acciones del Gobierno marcarán el tono de la oposición.

El Presidente ha dicho que Venezuela merece tener una mejor oposición. También merece un mejor gobierno.

El país necesita mucho más que una llamada del Presidente a Henrique Capriles. Es preciso que las ya conocidas declaraciones de buena voluntad que nunca faltan en circunstancias como la actual se transformen en acciones, y no vuelvan a diluirse como ya ha ocurrido en el pasado reciente.

Pero no somos ingenuos ni creemos en pajaritos preñados, mucho menos cuando tenemos cerca un nuevo proceso electoral y el Gobierno ya da muestras del poco respeto que tiene por sus bases.

Un ejemplo es la imposición de candidaturas importadas, como ocurre en Anzoátegui, Aragua, Monagas y Cojedes, o cuestionadas por parte de sectores del PSUV y de sus aliados, como ocurrió en Mérida, Trujillo y Bolívar. Si no hay respeto por sus propios compañeros ¿por qué creer que vendrá un cambio en el tratamiento a la oposición? ¿Cambiará, por ejemplo, el lenguaje de cara a las elecciones regionales? ¿El Presidente seguirá llamando majunches a sus adversarios? ¿Inventará otro calificativo tan o más ofensivo? ¿O por el contrario cambiará y observaremos otra conducta? ¿Habrá espacio en igualdad de condiciones para que la oposición no sea arropada con la avalancha comunicacional del Estado? Pronto tendremos las respuestas.


Por: VLADIMIR VILLEGAS
vvillegas@gmail.com
Política | Opinión
EL NACIONAL