¡Ni aquél sabe cuánto tengo yo,
ni yo sé cuánto tiene él..!
■ Pero intuyo que no me gana. No soy mano y no tengo 51, pero la suerte no ha estado de parte de él.
Cuando nos sentamos en la mesa, dijo sentirse enfermo, no se si era para que yo tuviera compasión por él o porque realmente sentía malestar. Después, lo interrumpían a cada rato y no le era fácil concentrarse. En momentos se le veía disgustado, en otros se notaba pálido y hubo una ocasión en la que lloró. Tenía algo a su favor: no fuma y no bebe, lo cual le permitía hacer jugadas con autocontrol, haciendo ver que tenía buen puntaje cuando en realidad no tenía nada, bien porque había cometido el error de botar la carta que no era o porque los disgustos le hacían develar la mala suerte.
En los primeros días una llamada lo atormentó. Del estado Lara le informaban que el Gobernador Falcón, se había ido de su lado. Ahí me dijo: “paso”. No había terminado yo de repartir las cartas cuando lo llamaron de Monagas: “Se derramó el petróleo en el río Guarapiche y el gobernador Briceño no permite que el agua contaminada se consuma”. En ese momento se paró el juego. Alguien del gobierno fue y bebió agua del río, pero el pueblo se negó a imitarlo. Entonces Briceño y él se disgustaron. Cuando intenté volver a repartir las cartas, vimos en la televisión que estaban sacando muertos y heridos de las cárceles del país. Le impactó mucho lo del Rodeo, lo de la Planta y lo de Tocuyito. En esa ocasión me ganó sin tener nada en las cartas. Me enteré después que él había hablado con los pranes.
Estuvimos días sin jugar porque hubo muchas fallas eléctricas. Él aprovechó y viajó al exterior, pero a su regreso, las cosas empeoraron con inundaciones y damnificados en casi todos los estados, se cayeron varios puentes, retomaron sin aviso el racionamiento eléctrico, explotaron los tanques en la refinería de Amuay con decenas de muertos, se incendió un tanque en la refinería de El Palito, pero anterior a todas estas desgracias, uno de sus mejores colaboradores se fue del país, huyó, y en el exterior dijo que él había dejado el cargo de Presidente de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, porque tanto él como muchos de los que impartían justicia en Venezuela, habían cometido errores e injusticias contra quienes hoy pagan condenas en el país.
Nos sentamos en la mesa y lo sentí tranquilo, como si nada hubiese pasado. Él barajó las cartas, me tocaba darlas a mi, pero me dijo: “No, yo las doy”. No entendí tanta caballerosidad, pero antes de darlas, expresó: Este juego lo voy a ganar yo”. Pero si me estás dando la mano a mí, le dije. ¡De acuerdo!, te puedo dar toda esa ventaja, porque los estudios de opinión dicen que yo voy a ganar y por paliza. Yo le dije: Tú nunca has confiado ni en las copas ni en el oro y creo que ellas ahora no van a confiar en ti, te dicen que las juegues, pero no se van a ligar. Ellas saben que el juego es secreto. ¡Juega!, me dijo. “¡Voy el resto!”, le dije. Lo miré a los ojos y él bajo la cara.
Eché resto, porque yo ya había visto mis cartas. En cada rincón de Venezuela me dijeron cómo era el juego: “Él va a pedir dos, y tú, dos. Las dos que él quiere, serán dos cartas de oro. Él confía en ellas, pero te llegarán a ti”. Yo ya tenía tres cartas de oro y pensé en ellos, en quienes por los pueblos me dijeron: “No podemos decir nada, pero las cartas son tuyas”. Y hoy yo les digo: “Nos estamos jugando el resto por la patria. El triunfo será de todos. Tengo 51 y la mano, gracias a ustedes”.
Por: Lenín Valero
(Periodista)
leninvalero1@hotmail.com
@valeromarquez
Valera, Miercoles 31 de Agostoo de 2012
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