Cerro Azul un proyecto incompleto
después de largos siete años
■ La cementera venezolano-iraní de Monagas no cuenta con materia prima propia.
■ El Gobierno intenta estrenar la planta antes del 7-O, pero incumple sus plazos.
■ Uno de los proyectos de la cooperación entre Irán y Venezuela tiene un inventario de inauguraciones fallidas y de irregularidades que aún no se han investigado. La fábrica debía abrir en 2008.
Hugo Chávez arrincona a Rafael Lugo antes de darle la palabra. “¿Cuándo vamos a inaugurar la empresa? Dime fecha”.
El presidente de Cementos Cerro Azul titubea. Es la primera semana de enero de 2012 y promete informarle de un día preciso después de junio. Lo dice como quien busca salir de un aprieto, pero es infructuoso. El jefe del Estado contraataca: “Ah, no, Rafael, eso puede ser en el 2040”. La reprimenda transmitida en el programa Aló, Presidente número 376 se prolonga y termina con una exigencia del gobernante: la fábrica de El Pinto, Monagas, debe estar lista el 28 de junio. Así lo anuncia el sistema de medios públicos, pero el día pasó sin que la planta fuera inaugurada finalmente.
Chávez volvió a hablar de la obra hace un mes. Encabezaba un acto en Vargas por la reelección presidencial cuando la mencionó como un proyecto de próxima entrega. No hizo reclamo alguno por el incumplimiento de la meta que había exigido en enero. Tampoco tenía a mano a Lugo para recriminarle. Sólo se limitó a decir que a la compañía le faltaba el sistema eléctrico y debía estar en operación seguramente antes de las elecciones que decidirán su futuro político. A falta de una semana para el proceso del 7 de octubre el asunto es incierto, aunque internamente se había fijado un plazo que ya venció: el 26 de septiembre. Cemento Cerro Azul es, sin embargo, más que una promesa de campaña: un proyecto clave de la cooperación entre Irán y Venezuela que tiene un inventario de inauguraciones fallidas y de irregularidades aún por investigarse.
Sin resultados:
El contrato que ha representado una inversión de casi 400 millones de dólares hasta la fecha fue entregado en 2005 a la empresa estatal iraní Edhasse Sanat, que asumió entonces su primer proyecto fuera del Medio Oriente gracias a la aproximación de Chávez con su homólogo Mahmoud Ahmadinejad.
La compañía tenía la misión de culminar la obra en tres años, pero las fallas de la gestión binacional la han retrasado hasta el presente. Uno de los errores más importantes hasta ahora prácticamente desconocido ocurrió con los estudios geológicos ejecutados por los iraníes para señalar la ubicación precisa de la planta y de las minas de caliza y arcilla de donde se obtendría la materia prima. La responsabilidad de hacerlos fue entregada por la directiva de Cerro Azul según actas del 22 de febrero de 2006 a la contratista extranjera para darle “mayor celeridad” a la tarea. El resultado no fue el mejor. Apenas cuatro meses después se le pidió a la empresa extranjera que se apoyara en una firma pública venezolana con reconocida trayectoria: CVG-Tecmin. En documentos internos se expresa “la necesidad de realizar estudios adicionales y complementarios”. La nueva investigación de los suelos de El Pinto costó 3,6 millones de dólares e implicó la ampliación del contrato original con un addenda que finalmente se aprobó en septiembre de 2007.
Un experto que tuvo acceso al trabajo iraní lo recuerda así: “Tenían muchas fantasías geomineras, errores evidentes”.
Las conclusiones que CVGTecmin entregó a Ehdasse Sanat tuvieron implicaciones.
Debió contratarse una segunda obra no prevista: la construcción de 276 pilotes de concreto para soportar el peso de la fábrica en el nuevo punto donde se recomendaba levantarla. La obra tenía un valor aproximado a 18 millones de dólares. Ese trabajo también fue entregado a los iraníes, que subcontrataron a otra compañía venezolana previa firma de un segundo addendum al contrato. Para entonces, ya corría 2009 y los trabajos tenían un año de retardo.
Materiales:
El comienzo de la fase de explotación de las canteras en El Pinto aún está lejano, según fuentes del Ministerio de Industrias y de la Corporación Socialista del Cemento. Los informantes aportan una prueba: las órdenes de compra de 56.000 toneladas de clínker y 9.000 toneladas de yeso adquiridas por Cerro Azul a Cementos de Venezuela en Pertigalete (Anzoátegui) antigua Cemex. “Eso demuestra que por sí misma la cementera de Monagas no genera su propia materia prima y que se quiere dar la impresión de operatividad”.
Las rampas de acceso a las canteras siguen en construcción, dijeron las fuentes. La directiva muestran documentos de febrero de 2011 todavía discutía sobre la necesidad de estudios topográficos adicionales para establecer cuáles debían ser las mejores rutas. Se debatía además sobre la urgencia de una contratación directa en vista del retraso existente. Las obras están en marcha y, de momento, Cerro Azul, destinada a producir 1 millón de toneladas anuales, depende de insumos de procedencia externa.
Casi perdidos:
El abandono de maquinaria clave en las aduanas marítimas ha sido una de las más importantes irregularidades en la ejecución del proyecto. Muchos equipos esenciales la mayoría comprado en Alemania quedaron retenidos en las instalaciones de la estatal Bolipuertos, con la cual Cerro Azul acumuló deudas según consta en documentos internos. Fuentes internas señalan que las acreencias por gastos aduanales son de casi 40 millones de bolívares.
El malestar laboral ha sido otro de los obstáculos. Trabajadores se apostaron en los portones el viernes en reclamo de pagos extra por las jornadas redobladas para cumplir la fallida meta de la inauguración de junio.
No es la primera manifestación que ocurre en la obra. En enero, hubo obreros que rechazaron la intervención de una trabajadora de Cerro Azul, que afirmó en el programa televisivo del primer mandatario que las cosas en El Pinto marchaban muy bien gracias al proyecto. Los obreros no sólo salieron a la calle para negarlo, sino también para decir que la meta de un estreno en junio lucía imposible. Su vaticinio, se cumplió.
Una investigación paralizada:
La Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional abrió una averiguación sobre el caso de Cementos Cerro Azul en diciembre del año pasado a solicitud de uno de sus miembros: el diputado opositor Rodolfo Rodríguez (AD/Anzoátegui).
Los hallazgos de una investigación sobre irregularidades en el proyecto, publicada en El Nacional dos meses antes, motivó la petición del parlamentario. Rodríguez afirma que el trabajo fue paralizado por la fracción mayoritaria del Gobierno ante la cercanía de las elecciones presidenciales del 7 de octubre.
Un comité integrado por los diputados Erick Magos y Nancy Ascencio del PSUV y Deyalitza Aray y Rodríguez de la MUD visitó la planta. Confirmaron, según el parlamentario, los errores en los estudios de suelos y la carencia de la rampa de acceso a las canteras. Pero otras cosas le preocupan más: “Hubo pérdidas para la nación por la compra de maquinaria en Alemania con intermediación de los iraníes.
También por la construcción de pilotes que no formaban parte del proyecto original de la cementera”.
El Ministerio de Ciencia e Industrias Intermedias (ya desaparecido) envió auditores a la compañía después de octubre de 2011. “Se hizo un trabajo general, se remitió gente de Caracas”, confirma una fuente del despacho gubernamental. A pesar del retraso y de las evidencias de irregularidades, el Gobierno aprobó entregarle una segunda fase del proyecto de Cerro Azul a Edhasse Sanat que, desde que comenzó las labores se apoyó en dos subcontratistas privadas iraníes: Oxin Sanat y Modiriate Edhasse. El anuncio se hizo en septiembre de 2011 durante la VII Comisión Mixta Irán-Venezuela. Recursos adicionales fueron aprobados con votación mayoritaria de la fracción parlamentaria del PSUV en la Asamblea Nacional para respaldar las labores de la contratista iraní.
El presidente de Irán Mahmoud Ahmadinejad visitó Venezuela en enero y junio y en ambas ocasiones se reunió con su homólogo Hugo Chávez.
Uno de los puntos de agenda del primer encuentro fue, trascendió entonces en medios diplomáticos, negociar la solicitud de más de 130 millones de dólares de compensación que la contratista iraní exigía por conceptos como reembolsos de gastos aduanales, incumplimientos de carta de créditos y hasta por los aumentos salariales decretados en el país. Hubo negociadores venezolanos que expresaron que los montos solicitados por la contratista eran exagerados y que sólo debían ser cancelados no más de 30 millones de dólares. El punto, según fuentes vinculadas a la negociación, fue resuelto con una cantidad cercana a los 60 millones de dólares.
Los miembros de la comisión no tuvieron acceso directo a la contratista iraní, de acuerdo con Rodríguez. En cambio, los trabajadores de la obra sí se les acercaron para denunciar violaciones de medidas de seguridad laboral que fueron constatadas por los parlamentarios.
La falta de dotación continua de equipos como botas, cascos y tapabocas, entre otras, fue señalada por los obreros.
El Inpsasel, de hecho, abrió el año pasado una averiguación contra la empresa asiática.
POR: DAVID GONZÁLEZ
dgonzalez@el-nacional.com
CRISTINA GONZÁLEZ
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EL NACIONAL
DOMINGO 30 DE SEPTIEMBRE DE 2012