Murió en su hogar en Fuerte Tiuna
■ Eludió al FBI en Miami y estuvo congelado en Cuba.
■ Antonini puso en duda que Canchica (sargento) haya tenido en verdad un accidente en Fuerte Tiuna, haciendo suponer que fue asesinado.
■ Antonio José Canchica era uno de los señalados por la justicia estadounidense de fungir como agente oculto del gobierno venezolano en ese país para evitar que Guido Antonini revelara el origen y destino de los 800.000 dólares de la valija.
Fuerte Tiuna parece uno de esos museos de cachivaches que el escritor Martin Amis retrata en el libro Koba el temible. El ensayo recopila anécdotas atroces del stalinismo y, también, algunas excentricidades del poder como las líneas de producción de electrodomésticos y carros que se fabricaron en la era soviética buscando la aleación entre orgullo nacional y comunismo: muchos de ellos terminaron como la lucha de clases olvidados en chiveras bajo cero a pocas cuadras de los McDonalds.
Camiones y jeeps verde oliva sin dolientes, maquinaria oxidada, construcción silvestre de casas en casi cualquier terreno; alcabalas porosas, cierto desorden anticastrense, basura, barro y charcos de agua son parte de la escena. En la zona de las viviendas de transición donde habitan damnificados a la espera de que el Gobierno les entregue sus hogares definitivos están otros edificios en los que sólo viven militares. Son bloques de baja estatura, no más de cuatro pisos, colindantes con la reja que separa el complejo militar de la autopista Valle-Coche. Para llegar no hay que responder ninguna pregunta, sólo aclarar con los peatones algunas dudas espaciales porque no hay letreros ni señas. Ahí, en un lugar modesto y sin mayores comodidades, vivía Antonio José Canchica Gómez, el quinto acusado del caso del maletín que evidenció que los dólares de Pdvsa viajan por el aire y en efectivo.
El sábado 8 de septiembre Canchica murió al caer del cuarto piso de su vivienda. Algunos militares que fuman cigarrillos cerca del lugar hablan del caso y de algunas posibles irregularidades en el levantamiento del cadáver.
Lo hacen con resignación:
Una vecina dice que lo que se comenta por allí es que el suicidio fue de madrugada por un asunto pasional. “Se lanzó y no se murió. Pero después reventó por dentro”, explica sin demasiado asombro.
El militar era un prófugo de la justicia de Estados Unidos donde se ventiló en tribunales el caso de los 800.000 dólares no lo hicieron ni Argentina ni Venezuela al acusar a cuatro venezolanos y a un uruguayo de actuar como agentes de inteligencia en territorio estadounidense sin contar con autorización oficial. El capítulo del militar en esta trama comenzó con un café y terminó en la turbidez de un suicidio del que las autoridades no han emitido comunicado oficial hasta ahora.
Grabado:
Un marroncito bien cremoso fue lo primero que le pidió Canchica a Guido Alejandro Antonini Wilson cuando se reunieron en el Starbucks de Plantation, en las afueras de Fort Lauderdale, en Miami. Pero, lo que en realidad le quería pedir al hombre del maletín con casi 800.000 dólares que aterrizó en Argentina el 4 de agosto de 2007 en un avión privado con funcionarios de Pdvsa, era que escondiera el origen y destino de ese dinero. Sin embargo, según la grabación que hay de ese encuentro, los hombres no se saltaron ningún protocolo y comenzaron por pedir la bebida.
Esa tarde del 28 de octubre de 2007, Canchica se presentó como Christian, a secas. Llevaba jeans, franela roja y lentes oscuros. Antonini y él se sentaron en la terraza del local; desde afuera, el FBI los grababa y fotografiaba con la anuencia y colaboración del hombre del maletín.
Canchica, que para entonces era sargento técnico de primera encargado de comunicaciones en el Ejército, se sentó cerca de una palmera que lo ocultaba un poco. Era también agente de la Disip, institución de la que Henry Rangel Silva hoy ministro de la Defensa era director. En 2008 fue ascendido a mayor.
De acuerdo con declaraciones de Antonini, el dinero que él accedió a pasar por la aduana a petición de Diego Uzcátegui, hijo de un directivo de Pdvsa, iba a usarse para financiar la campaña presidencial de Cristina Fernández de Kirchner. La semana pasada el caso volvió a sonar en Argentina porque un tribunal sobreseyó la causa que se seguía contra Claudio Uberti por el intento de introducción ilegal de la valija. Uberti era titular del Órgano de Control de Concesiones Viales durante el gobierno de Néstor Kirchner, muy cercano a la pareja presidencial y señalado como jefe de una “embajada paralela” de negocios entre Venezuela y el país sureño.
Ante la cantidad de emisarios y la confusión sobre cómo resolverían el entuerto legal creado en Argentina y Venezuela, enviaron a Canchica para que hiciera firmar a Antonini una carta en la que eximía de culpas al Gobierno y negociara un soborno. Las grabaciones del FBI, claramente, evidencian que este le ofrecía tranquilidad económica a Antonini a cambio de lavar el nombre de Pdvsa. Lo que no sabía el militar era que Antonini era testigo protegido del FBI y lo estaba grabando. “Se te va a ayudar, pero hay que hacerlo con mucho tino”, le dijo Canchica a “el gordo”.
Entrevistado por CNN sobre la muerte del militar, Antonini dijo refiriéndose al gobierno: “Son como ‘la mafia siciliana’. También recordó el encuentro de 2007: “Henry Rangel Silva me dijo que estaba mandando a un hombre de su entera confianza a verme, que me iban a dar los recibos, el dinero, para que yo me callara la boca”.
“Soy el último eslabón de la cadena”, fue una de las pocas frases que le dijo ese día Canchica a Antonini. Y ya no está para contar lo que sabía de los demás eslabones.
“Ayuden a ese muchacho”
-A mí me dijeron algo que me agradó mucho y quiero que tú me lo digas, si es verdad o mentira. A mí me dijeron que cuando le dijeron a ¿quién me lo dijo? Ah, me lo dijo Moisés (Maiónica) en la segunda reunión de que… cuando él estaba hablando con el vicepresidente y que el Presidente mandó a decir: “Ayuden a ese muchacho”. ¿Eso es cierto?.
-Eso es verdad.
-Entonces, coño, chamo, y, ¿por qué no llega? ¿Por qué me quieren joder, entonces? ¿Por la desconfianza? Coño, hagan lo que ustedes quieren. O sea, pongan las pruebas que ustedes quieren poner pero ya hermano².
En la conversación habla Guido Antonini y le responde Antonio Canchica. El tono del encuentro en octubre de 2007 fue siempre así: el militar diciendo frases cortas y monosílabos y el valijero dilatándose en explicaciones sobre las dificultades que había tenido desde que el escándalo había estallado en los medios. Antonini narrando su versión de los hechos y Canchica obrando de compresivo interlocutor para lograr un acuerdo.
Casi al final, Canchica le asegura: “No te preocupes. Quédate tranquilo, que mi palabra es un documento”. Y finaliza con una amable invitación: ³Anda a disfrutar con tu señora”.
POR: LAURA HELENA CASTILLO
ADRIANA RIVERA
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Lunes 17 de septiembre de 2012