El Método del Discurso
La reacción inmediata, sin medias tintas, de Capriles Radonski frente al lamentable caso de Juan Carlos Caldera muestra algo olvidado en la política venezolana, una conducta ética ajena a cálculos políticos, a un hombre capaz de romper abierta y públicamente con alguien que lo había acompañado hasta ese momento…
Comparemos esa actitud con la del Presidente en el caso de Amuay, cuando actuó con extrema prudencia, cuidando su prestigio personal, impidiendo cualquier investigación seria, echándole tierra al asunto mientras lo aprovechaba políticamente, culpaba al paro petrolero y se lavaba las manos.
La conducta del Presidente le rinde, desgraciadamente, rédito político, convirtió la tragedia en una ocasión para repetir su papel de gran dispensador de regalos, líder supuestamente compasivo, identificado con los pobres, la misma comedia de siempre.
Capriles no calculó su conveniencia, sino reaccionó con indignación, mandó un mensaje a los suyos y al país: rechaza concebir la política como un medio para enriquecerse, la concibe como una vocación de servicio, dignificó la vocación de servidor público. El plan oficial era destruir a Capriles, lograron lo contrario, lo engrandecieron.
Leemos en la prensa que en las carreteras del interior se ataca a los choferes de los camiones con cócteles molotov, bombas improvisadas con gasolina, literalmente los queman vivos para obligarlos a detenerse y asaltar las cavas. No son casos aislados, sino que ocurren a menudo; la persona que denunciaba esta atrocidad decía que en la vía había encontrado ya asaltada y quemada una camioneta que transportaba huevos.
Asesinaron a un vecino de Altamira a pesar de que habitaba en una residencia fortificada, matan a dos policías y ya no llaman la atención, secuestran al hijo de un amigo nuestro.
Matan y matan, al lado nuestro, a los pobres, a los ricos.
¿Alguien cree que este horror continuará otros seis años? El Presidente supone que cuando desaparezca el capitalismo, al no existir la propiedad privada, no habrá motivos para robar. Ocurre lo contrario: el socialismo se ha vuelto la gran excusa para enriquecerse.
Siempre, en la búsqueda de ese supuesto paraíso, se cometen las mayores atrocidades, los campos de concentración, las hambrunas, las matanzas. En Venezuela, permite cerrar los ojos ante la delincuencia, ignorar la violencia organizada, hablar de paz y lanzar grupos armados contra la oposición.
No nos caigamos a mentiras: una buena parte de la población apoya esta locura. Los recursos del petróleo financian este plan de destrucción nacional, sirven para que, justificados por un discurso grandilocuente, se enriquezcan groseramente.
Corrupción, violencia y mentira, una combinación letal que pone en peligro a la propia Venezuela, castra su desarrollo pero logra presentarse con un ropaje seductor que lleva a muchos venezolanos pobres a votar por Chávez, por creerlo su único benefactor, por temor de que si pierde el poder les quitarán lo poco que reciben.
Pase lo que pase el 7 de octubre, Capriles demostró esta semana que posee integridad, representa algo olvidado en nuestro país, el valor y el coraje de no esconder sus convicciones, la pasión de quien cree lo que dice y posee autenticidad.
Ha sido la hora mejor para Capriles, aquella en que demostró su temple para enfrentar el próximo 7 de octubre, las amenazas, la violencia, el horror cotidiano.
Por: FAUSTO MASÓ
Fausto.maso@gmail.com
@FaustoMaso
Política | Opinión
EL NACIONAL
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Realmente, sorprendió a muchos la reacción rápida y contundente de Capriles ante una situación que sin duda fue creada con la intención empañar el desarrollo, hasta ahora, exitoso de su campaña y quizá oscurecer su aspiración de dirigir un país que lo único que los sostiene es el cuantioso precio del barril petrolero y la fe inquebrantable de algunos que creemos que hay mucho salvable, aunque otros- como Agapito- se empeñan en hacer desaparecer. Me asombra que nos asombremos cuando estamos frente al correcto desempeño de la actividad política y pública. Yo pensaba que estábamos más consustanciados con el “deber ser”. No obstante, el centrimetraje que ha tomado la noticia, reveladora por demás del carácter y la dimensión ética del joven aspirante, me deja perpleja y en cuestionamiento. ¿Qué nos pasó? ¿Cuándo dejamos de ser lo que debíamos ser? ¿Por qué vemos como algo extraordinario lo ordinario?
Todo esto implica una revisión personalísima de cara a la destrucción que presenciamos y que puede resultar irreversible si no nos responsabilizamos y apersonamos en nuestro papel de ciudadanos dolientes y garantes del futuro de los herederos de la Patria, la única que tenemos.
De hecho, esta frase extraída de tu escrito, me permitió aterrizar, no sin antes golpearme de frente para verme en el espejo que sólo refleja lo que soy y dónde estoy parada con respecto a lo que sigue: ”… No nos caigamos a mentiras: una buena parte de la población apoya esta locura. Los recursos del petróleo financian este plan de destrucción nacional, sirven para que, justificados por un discurso grandilocuente, se enriquezcan groseramente.”
Ahora bien, está claro, como lo señalas, que pase lo que pase el 07 de octubre- que espero sea que ganemos- “…Capriles demostró esta semana que posee integridad, representa algo olvidado en nuestro país, el valor y el coraje de no esconder sus convicciones, la pasión de quien cree lo que dice y posee autenticidad”.
Y es así, Capriles en esta convulsionada campaña ha dado muestras de que no todo está perdido que hay reservas morales listas para ser aireadas y utilizadas sin ambages, cuando sea necesario.
Por otro lado, Henrique es un hombre que despierta en la población femenina y en algunos hombres de fe, el más lindo sentimiento de amor y esperanza, por ello, la mayoría de los regalos que recibe en su paso por los pueblos son símbolos de protección. De allí que, se ha hecho acreedor de gran cantidad de Santos y Santas que llevan implícito el mensaje de ungimiento sagrado. El pueblo le está dando su aceptación desde ese corazón que él constantemente se toca en un gesto de ofrenda y entrega incondicional. Pa´lante es pal frente…