La guerra sucia electoral
■ En esta temporada electoral se ponen de moda los políticos que cambian de color, de traje o brincan de una tienda a otra, (los tránsfugas o los que saltan la talanquera) y los que venden su conciencia por cuatro monedas o más.
Lo que tienen en común los traidores de la causa, sea cual sea, es el gran escándalo mediático que rodea su acción, previamente planificada y calculada, para hacer daño en el momento de dar el zarpazo. Y mientras más ruido provoque más alto será el precio que cobre por su traición.
La traición política es el segundo frente de esa “guerra sucia” –el primero son las emboscadas, el sabotaje y los enfrentamientos violentos- que denuncia el candidato unitario de la oposición Henrique Capriles Radonski. Acusa a su rival el presidente Hugo Chávez de dirigir estos ataques en su contra con un premeditado plan de corrupción y sobornos.
El primero en subir el telón de los escándalos políticos para fracturar el proyecto de Capriles fue Didalco Bolívar. En junio pasado el que fue gobernador del estado Aragua (entre 1995 y 2008) volvió de su ostracismo en Panamá para apoyar a Chávez y quitarle la organización Podemos de Ismael García que apoyaba a Capriles.
El segundo fue David De Lima, ex gobernador de Anzoátegui, que saltó la talanquera hace 10 días a favor de Chávez. Su precio, dicen que más de un millón de dólares, ha servido para hablar mal del programa de gobierno de Capriles, acusándolo de neoliberal, y reclutar a otros aliados del candidato de la unidad para que se le volteen.
Así apareció el tercer político, el diputado William Ojeda de Un Nuevo Tiempo que fue expulsado del partido por hablar mal del programa de Capriles. Siendo autor del libro “¿Cuánto vale un juez?”, a Ojeda se le está midiendo con la misma vara que él aplicóen su escrito.
Dos días después el diputado Juan Carlos Caldera sorprendió en un vídeo recibiendo dinero (40.000 bolívares o 9.300 dólares) del empresario William Ruperti, contratista de Petróleos de Venezuela, que dieron a conocer los diputados chavistas. Caldera admitió su culpa de haber caído por ingenuo en la trampa que le tendió el oficialismo pero igualmente fue expulsado del comando de Capriles.
Otros políticos como el ex gobernador de Lara, Macario González y el ex gobernador de Zucre, Ramón Martínez, denunciaron que David De Lima había ofrecido 200.000 dólares a quien traicionara a Capriles.
Caldera no es el último de la lista de sobornados. Todavía faltan otros políticos y organizaciones de la oposición más en caer en la danza de la corrupción, dice el propio De Lima.
“Todos los políticos en todas partes reciben contribuciones financieras privadas. En Venezuela, al abolir el chavismo el financiamiento público de los partidos y amenazar como lo hace a quienes desde el sector privado ayudan a los políticos de oposición, colocó estos aportes en la frontera del delito y la corrupción”, dice el cineasta Thaelman Urguelles en su columna del Diario de Caracas.
La guerra sucia electoral:
La escalada de la violencia política y social se intensifica en la recta final de las elecciones presidenciales del 7 de octubre, incendiando las calles y sembrando el terror. La de ayer se saldó con 20, 14 ó 4 heridos, entre ellos un fotógrafo de la agencia AFP, varios coches destrozados y quemados, uno de ellos, el camión de la campaña de Henrique Capriles Radonski.
Este es el tercer episodio violento contra la campaña del abanderado de la oposición desde que empezó la semana pasada con un pequeño escarceo en Petare, continuó el fin de semana con grupos armados encapuchados en Los Flores de Catia y la Vega en Caracas, bastiones chavistas, y ayer en Puerto Cabello en el centrista estado de Carabobo.
Lo que para Capriles es una “guerra sucia, miedo, confusión es lo que quiere generar un gobierno desesperado, los venezolanos saben que el futuro es indetenible y nuestro”, según escribió en su cuenta de twitter. Pero su rival el presidente Chávez no se da por aludido y afirma que no hay tal “guerra sucia”.
El joven candidato de 40 años no se ha detenido ante las emboscadas y saboteos que le preparan sus enemigos en su recorrido de pueblo por pueblo. En Puerto Cabello llegó ayer en un pequeño peñero no obstante los enfrentamientos.
Hasta ayer ha visitado 230 de los 300 pueblos que contempla su agenda, mientras Chávez se ve limitado a los actos sedentarios y mediáticos por su enfermedad cancerígena de la cual dice estar completamente “curado”.
El estilo es el de siempre. El saboteo de los actos de Capriles empieza con emboscadas y bloques de calles por parte de chavistas que terminan en enfrentamientos entre los simpatizantes de ambos bandos.
Lo que desconcierta es el grado de cinismo por parte del oficialismo. La presidenta del Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena, se lava las manos y el jefe del Comando Carabobo, el alcalde caraqueño Jorge Rodríguez, no asume responsabilidades y con su cara bien lavada acusa a la policía de Puerto Cabello de “tirar la primera piedra” a los chavistas en el acto de Capriles. Pero todos se preguntan ¿ por y para qué los chavistas están siempre en los actos de la oposición?.
De esta manera se configura como una tendencia irrebatible la política de incitación al odio y miedo desde el gobierno de Chávez contra el candidato de la oposición para activar las pasiones y los enfrentamientos.
Esta política parece que representa un plan de sabotaje contra la campaña triunfante de Capriles y a la vez desestabilizadora contra las elecciones para empañar el proceso y justificar eventualmente un palo a la lámpara, comentan analistas políticos.
Por: Ludmila Vinogradoff
corresponsal en caracas
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Viernes 14 de Septiembre, 2012