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Thursday, November 21, 2024
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PEDRO CORZO: Votando contra la autocracia



El uso de recursos del estado en el culto a la personalidad de Chávez es ilimitado.

De ganar el autócrata se establecería un
estado policíaco de partido único

 

El resultado de los comicios venezolanos del próximo 7 de octubre determinará el futuro de ese país, pero también el porvenir de América Latina, porque Hugo Chávez personifica un proyecto expansionista que se fundamenta en el despotismo, la intolerancia, más la corrupción política y económica.

Por el peligro que encierra el chavismo, los venezolanos deben ir a votar, independientemente de las dudas que puedan asistirles sobre la equidad de un proceso en el que el gobierno ha abusado de los recursos del estado, recurrido a la manipulación de la información, amenazado a los antagonistas e indecisos y hasta ha anunciado que el triunfo de la oposición podría conducir al país a la desestabilización y la guerra civil.

Un nuevo mandato de Chávez hará posible reformas institucionales que le perpetuarán en el poder y que seguirán aportándole la legitimidad que la doble moral de la mayoría de los gobiernos del mundo necesitan para no declararle un paria internacional.

Chávez, de triunfar, continuará exportando un modelo que amenaza la libertad de todos, ya que cuenta con las riquezas necesarias para hacerlo, y aliados, dentro y fuera del país, con las ambiciones y resentimientos suficientes para concretar un proyecto que se inició en el siglo pasado y que para sus partidarios no ha caducado todavía, aunque la realidad ha demostrado su fracaso absoluto.

En el interior del país el régimen actuará con más severidad, intensificando la represión contra los diferentes sectores que le antagonizan. La libertad de expresión e información serán completamente cercenadas. Las organizaciones de la sociedad civil serán integradas por completo a la inmensa maquinaria gubernamental y se establecerán fórmulas que permitirán ilegalizar la oposición legítima, a la vez que se promoverán agrupaciones políticas aparentemente contrarias, que en realidad responderán a los planes del gobierno.

A fin de cuentas Chávez siempre ha dicho que “Cuba es un mar de felicidad”, así que es de esperar que hará todo lo posible por establecer en Venezuela un estado policíaco de partido único, si le fuera posible, y sin el más mínimo respeto a los derechos humanos, aunque evidentemente aparentará acatar los mandatos de los organismos internacionales y de muchos de los países que lo integran, como demanda en la actualidad la cínica expresión “lo políticamente correcto”.

Sin dudas que sería un grave error ignorar el peligro que significa la gestión de gobierno del mandatario venezolano, porque todos estamos en riesgo cuando uno de nuestros vecinos es un depredador de la libertad que además gusta exportar sus utopías.

Cuba es un ejemplo de los resultados de esconder la cabeza en la arena como los avestruces; por eso, para no incurrir en el mismo error, este es el momento de ser solidarios con la oposición venezolana, porque en alguna medida el chavismo ha penetrado todas las sociedades del continente.

Chávez con su diplomacia petrolera ha logrado tener mucha influencia en varios organismos regionales y consecuentemente ha contraído firmes alianzas con todos los déspotas del mundo. Cuba, Siria e Irán son sus más firmes aliados, como en su momento lo fue el dictador Moammar Gadaffi.

La oposición venezolana ha hecho un trabajo serio, constante y transparente. Las diferentes tendencias que la integran, cada una con sus propias valoraciones sobre cómo enfrentar el gobierno y en que pueden derivar estos comicios, casi en su absoluta mayoría promueven la asistencia a las urnas y rechazan la abstención, porque comparten el criterio que mientras mayor sea la participación, más difícil se le hará al chavismo manipular los resultados.

La acción social ante una dictadura como la cubana envía un fuerte mensaje al caudillo, y la participación electoral ante un régimen como el venezolano es el mejor instrumento para neutralizar los propósitos del déspota.

Chávez es un autócrata, por eso es de extrema importancia que un alto número de votantes expresen oposición a su gobierno. La abstención sería como apoyarle, porque más allá del resultado final está el acto individual, el ejercicio de la soberanía personal de cada ciudadano de decir no a lo que va contra sus creencias y valores.

*Pedro Corzo, Periodista de Radio Martí.


Por: PEDRO CORZO
Politica | Opinión
El Nuevo Herald