Falta un mes exactamente y
ya parece todo dicho…

Se han calmado las encuestas, lo que puede ser una señal para los que pregonaban, ostentosos, las diferencias abultadas que daban a Chávez cifras desbordadas por la necesidad misma de engañar al candidato y engañarse también.

En este ánimo, hoy resultan poco confiables. Porque se está jugando con una oferta gastada, vencida, sí, pero con la amenaza y el temor y esa ignorancia cultivada y publicitada que es el instrumento vil del poder.

Desde el inicio de estos catorce años de militarismo y violencia, la inescrupulosidad del grupo que ascendía a Miraflores con absoluta mayoría, una mayoría que significaba la confianza de millones de venezolanos deseosos de una respuesta que devolviera la fe, se tradujo en la fractura calculada e inmediata de los principios fundamentales de la familia y la lógica.

Con acucioso y perverso empeño, en el discurso que sacudía los escombros de una democracia desgastada en debilidades y descuidos y una intensa expectativa, Hugo Chávez se propuso revertir lo que nos habían enseñado en nuestros hogares: lo que era bueno… y lo que era malo.

Y así como no creímos que su amenaza de “freir las cabezas de los adecos en aceite hirviendo” podía ser cierta, recibimos los mensajes de una intención violatoria, inmoral, que se escondía ante un hábil manejo de la comunicación, sin pudor, sin frenos: “si tenías hambre, podías robar”.

Y desde allí al precipicio infinito de una desenfrenada arremetida a los valores y los sentimientos, la diferencia de clases resuelta por los venezolanos sin deudas de sangre, se avivó.

El odio, engendrado desde sus amarguras y su personalidad aquejada de graves desórdenes mentales, y los lacayos cuadrándose ante sus desmanes y su incultura, fueron enmarcando el perfil que por estos largos años se hizo insoportable, odioso, contrario a la Venezuela que somos.

La gran reserva moral de un pueblo engañado y cansado se activó: !Cosas del alma! Donde nunca ha podido entrar Hugo Chávez, ese espacio íntimo, insondable, de los pueblos y sus hombres.

Porque Venezuela no es Marte ni este “saliente mandatario” llegó a un planeta desconocido o una ciudad de un continente lejano.

Llegó a un país democrático, con sus problemas y tragedias, pero un país de progreso, de riquezas incalculadas, respetado en el mundo y con gente buena que se veía a los ojos y se escuchaba y reconocía en la mirada, en la voz, en el abrazo.

El cuerpo violado sin compasión de Venezuela, su corazón herido por los atropellos a los hijos, su alma agobiada siempre a la defensiva, ya no aguantan más. !O ponemos fín a esta locura, o nos perdemos todos y perdemos todo! Porque esta Venezuela rojo sangre de mentiras y odio, no somos nosotros.

Lo importante es que tocamos fondo y sabemos que está en nuestras manos rescatar y reconstruir esta Casa grande, querida, nuestra. Que nadie más puede hacerlo sino nosotros. Dentro de un mes. !Exactamente!

Por: Isa Dobles
Politica | Opinión
Sabado 8 de septiembre de 2012

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