“Tras las huellas sucias de
una reina sin corona…”
■ Policía indaga por cuentas pendientes de Griselda Blanco con la mafia.
■ Así era Griselda Blanco, la reina de la cocaína que edificó un imperio a punta de terror.
■ Conozca la historia de la mujer alimentó a ese monstruo interior que hoy llaman El Patrón del Mal.
■ “La Reina de la Coca”, fue asesinada este lunes en Medellín, dominó el mundo del narcotráfico en Miami hace décadas.
■ Griselda Blanco era conocida como ‘la reina de la cocaína’. Fue la persona que inauguró las rutas del narcotráfico hacia Estados Unidos.
Luego de que Griselda Blanco, conocida en el mundo de la mafia como “la reina de la cocaína” y mentora del más poderoso y temido capo del narcotráfico, Pablo Escobar, fuera asesinada por sicarios en Medellín, las autoridades iniciaron una minuciosa investigación para establecer si tenía cuentas pendientes con sus antiguos socios.
En Youtube, aquel mundo donde lo imposible se graba en videos, un preso habla desde una cárcel estadounidense. Enfundado en un overol azul, cuenta una anécdota de la época en la que ella era su patrona. Ocurrió en La Florida, dice, elevando la mirada hacia su cielo techado en un intento inútil por recordar la fecha.
Él tenía que cobrar una deuda de la Reina de la Cocaína que alguien se negaba a pagar: “Yo a esa perra gorda no le debo nada”, fue lo último que alcanzó a decir el moroso antes de que el ahora preso le arrancara los dientes a los golpes. El reo tuerce la boca mientras habla.
De espaldas a una ventana de barrotes, el hombre cuenta entonces lo que sucedió cuando su jefe se dio cuenta de la forma en que se habían referido a ella. A los pocos días la mujer llegó hasta su casa en compañía de Cumbamba, uno de sus lugartenientes más fieles.
Caminó hasta la cocina, saludó a la esposa de su cobrador, se sirvió algo de pescado caliente y le preguntó a su empleado viéndolo a los ojos:
–¿Sabés donde está el tipo ese?
-No
–Picado en una caja, a la orilla de la autopista.
-¿De la autopista?
–Sí, veníamos a visitarte y nos pareció buena idea matarlo…
Griselda Blanco, la Reina de la Cocaína, fue también una reina bárbara. Un veterano periodista que cubrió la guerra contra el narcotráfico en Medellín y entrevistó a varios capos del cartel en los 70, cuenta que en ese tiempo, cuando el fenómeno apenas empezaba a conocerse en el resto del país, ella ya tenía malas relaciones con los jefes de la organización.
En ese tiempo los patrones le atribuían “haber dañado el negocio”, convirtiendo la lucha por el mercado de la droga en una batalla sanguinaria. Decían que a La Reina no le había bastado con haber empezado los asesinatos desde motocicletas con su banda de sicarios del viejo barrio Antioquia, sino que también había desatado la guerra en el Condado Dade, de Miami, “donde hubo verdaderas atrocidades”.
Lo que dice el periodista no es una exageración: entre el 79 y el 82, los asesinatos ordenados por La Reina en La Florida se convirtieron en un sello inconfundible del horror que las autoridades norteamericanas jamás pudieron olvidar: descuartizamientos, enmaletados, cuerpos empacados en bolsas, orejas enviadas en sobres, cadáveres flotando en el agua.
La tasa de homicidios de Miami, que en 1976 no superaba los 35 por cien mil habitantes, llegó a 175 por cien mil en 1981. En ese momento, a La Reina, todavía le faltaban cuatro años para ser capturada.
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Griselda Blanco nació en Santa Marta pero se crió en Medellín. En el libro La Parábola de Pablo, Alonso Zalazar la describe como “caribeña, tronco de hembra, hija de prostituta, corazón duro, olvido rápido”.
En algunas páginas el autor habla de una mujer sin corazón: poco después de que mataran a Pestañas -primer esposo, el tipo que la había convertido en ágil carterista-, Griselda se casó con Darío Sepúlveda “hombre bravero de vicio y revólver” que también murió rápido y le heredó el poder que para entonces había ganado controlando algunas rutas de tráfico de droga hacia los Estados Unidos.
Para ese momento, ella ya mandaba mulas “pa’l otro lado”. Junto a Lombana y Chino Arles, hombres de confianza de José Trujillo, el papá de sus primeros tres hijos (muerto por una cirrosis), cargaban chicas con marihuana y polvo blanco que entonces transformaban en verdaderas fortunas verdes.
Sepúlveda fue el padre de su último niño. como si se tratara de una confirmación del destino que le había tocado, lo bautizaron Michael Corleone. La Reina idolatraba la historia de El Padrino. A La Reina, de hecho, le gustaba que la llamaran Madrina.
Pero el apodo no era sólo por eso. Blanco también fue madrina de iniciación de varios mafiosos. Uno de ellos, Pablo Escobar. Fue ella quien lo impulsó para que pasara de ser un bandido a un narcotraficante; fue ella quien lo ayudó para que dejará de depender de los Ochoa -que le compraban la droga que producía en su primer laboratorio- y se independizara en su carrera criminal; fue ella quien recibió el primer envío que Escobar hizo a los Estados Unidos camuflado en llantas de avioneta. Fue ella, La Reina, la que alimentó al monstruo que hoy en la televisión llaman Patrón del Mal.
Y por eso en su historia, como en las historias de monstruos de mil cabezas y reinas sin corona, hay leyendas. Una de ellas, la que cuenta que fue capaz de matar a uno de sus esposos con su propia mano y luego pagar todo los gastos del entierro para después aparecerse en el. La Reina, también, fue una reina del descaro.
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En 1984 Griselda Blanco fue capturada en Los Angeles. A estados Unidos había llegado después de años y años de enviar mulas y avionetas cargadas. Allá se había aliado con un narcotraficante llamado Rafael y luego, con la droga enviada por Escobar, construyó su imperio.
Esto tampoco es exageración: Bob Palombo, un ex agente de la DEA entrevistado por la televisión norteamericana, cuenta que para ella era habitual comprar Ferraris de 80.000 dólares como regalos de navidad y que, incluso, llegó a tener entre sus posesiones un anillo que perteneció a Eva Perón. Después de acumular riqueza por más de una década, La Reina de la Cocaína fue condenada a 20 años de prisión y en el 2004, extraditada a Medellín.
Fernando Quijano, violentólgo y presidente de la Corporación para el Desarrollo Social, Corpades, dice que esa condena tan larga dice mucho de ella, de la importancia que tenía en el universo narcotraficante. Según él, esa condena significa dos cosas: que no realizó acuerdos con los gringos y que no hizo revelaciones que permitieran capturas mayores. “Y eso, pese a que ella conoció a lo verdaderos jefes del narcotráfico, los que aun aparecen como personas honorables cuando siguen promoviendo el negocio”.
Hace dos días, La Reina fue asesinada de dos tiros en la cabeza. Tenía 69 años y estaba comprando un trozo de filete en una carnicería del barrio Belén de Medellín. El asesino le disparó y huyó en una motocicleta, tal como ella lo había enseñado hace más de treinta años en las barriadas de esa ciudad. Su final, fue como la fábula de su propio cuento.
La Viuda Negra:
El terror que sembró en Estados Unidos no obedeció a otra cosa que su ambición. De Medellín y Pereira llevó sicarios para alimentar la red de distribución y cobranzas que había montado con Alberto Bravo, el hombre con que se casó siendo ya La reina de la Cocaína.
Alberto era su mano derecha en los Estados Unidos pero en algún momento ella creyó que su marido la traicionaba porque el dinero no correspondía a las cuentas que hacía. La solución: matarlo. Desde entonces, también empezaron a conocerla como La Viuda Negra.
De Griselda Blanco , la justicia colombiana indicó que no tenía cuentas pendientes en el país al que llegó deportada después de pagar una larga pena en Estados Unidos, luego de colaborar con la justicia de esa nación.
Nació en 1943 en Santa Marta y siendo muy pequeña su familia se radicó en el barrio Antioquia, de Medellín, donde se casó con un delincuente conocido con el alias de “Pestañitas”, dedicado a robar carteras en diferentes lugares del país, en especial en aquellos donde había carnavales. Al respecto se indicó que por una disputa en un negocio la propia Griselda lo asesinó y asumió la actividad delictiva de su cónyuge.
Fue así como en compañía de los alias de “Lombana”, “San Pedrín”, “el Chino Arles” y “Yimis”, inició a principios de los años 70 la actividad de las denominadas mulas para pasar marihuana y cocaína a otras ciudades del país y de Norteamérica.
Por: Redacción
Politica | Opinión
Miércoles, Septiembre 5, 2012
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