La reelección de Chávez
está en aprietos…
No solamente es la crecida espectacular de Henrique Capriles, como expresión de un cambio que viene como tsunami arrasando con todo y sumando elementos para su novedosa propuesta política, es la nación entera que se cansó de estar manejada por un hombre embelesado por el poder, con un deseo irrefrenable de lanzarse al vacío llevándonos a todos en el espacioso vagón de sus locuras. Los ciudadanos se han topado con sus mentiras.
El régimen arde por los cuatro costados, los venezolanos han venido descubriendo que su Presidente duró catorce años dilapidando sus dineros y mintiendo de manera descarada. Su irresponsabilidad y múltiple incapacidad se la atribuye a otros. El gobierno de Hugo Chávez es la reedición de los espantapájaros del XVI.
En la lóbrega noche ardían sus esqueletos de leños y paja seca.
Aquí al régimen perverso se le caen los puentes, el agua se lleva las casas hechas con material de baja calidad y construidas en sitios de peligros inminentes.
Ni hablar del espeluznante lenguaje del fuego quemando parte de las instalaciones del complejo petrolífero de Amuay en el estado Falcón, en donde murieron una buena cantidad de venezolanos que posiblemente desconocían que estaban a merced de una bomba de tiempo, activada por la falta de un adecuado mantenimiento.
Sigue mostrando su incapacidad en una crisis eléctrica que se profundiza. Son muchas las ciudades y pueblos que viven a oscuras, con el hampa a toda mecha haciendo de las suyas, mientras el Presidente nos dibuja un país que únicamente existe en su mente arrebatada.
Las encuestas comienzan a mostrar el ruido de la calle.
Ese borbollón que marcha en la senda de Capriles, por toda la patria olvidada, necesariamente tenía que traducirse en verdades cuantificables en la estadística electoral. La desmesura de los números de las empresas de maletín gubernamentales, o de algunas que entregaron su prestigio de otrora, por el dinero fácil que podían encontrar calmando las angustias de la fiera miraflorina en verdaderos apuros. Esta estrategia oficial no logró que los ánimos de la calle decayeran hasta el punto de dejarse manipular por estos analistas de las tendencias sociales.
La reelección de Hugo Chávez pierde su último aliento.
Ni sus más fervorosos seguidores sienten aquella emoción que convocaba multitudes, ahora son actos mediocres y transportados para tratar de alargar la agonía de una derrota que será monumental. Las palabras del candidato son disparates que derraman la frustración de sentir que tiene fecha de vencimiento, que después del 7 de octubre será la historia ultrajada de una época que pudo ser estelar y que terminó siendo un desastre, por eso cuando ardían los residuos de combustible en Amuay, también se consumían sueños de venezolanos que perdieron la vida por la irresponsabilidad, se mostró el rostro decadente de un gobierno que no tiene la capacidad de proteger la existencia y los bienes de sus ciudadanos. Arde en leños viejos los sueños de perennidad del régimen comunista.
El candelero alcanzó las páginas amarillentas de sus proclamas para hacerlas cenizas negras con olor a miseria humana.
Por: ALEXANDER CAMBERO
alexandercambero@hotmail.com
twitter @alecambero
EL UNIVERSAL
miércoles 5 de septiembre de 2012