La matanza de reos en Yare I desnuda
desidia de los deberes del Estado
■ Devolvieron heridos de hospitales.
■ Exigen restituir el paso de alimentos y medicinas.
■ Negocian salida de visitantes retenidos en cárcel de Yare I.
■ Las visitas están suspendidas, y con ello la entrada de alimentos.
■ Quedan en el penal 400 familiares, casi todos en el área de Talleres.
■ El hacinamiento y la falta de control interno son un caldo de cultivo para las matanzas.
■ Los parientes que se encontraban en el área de administración comenzaron a dejar el penal, tras lograr acuerdos entre los reclusos y los funcionarios.
Luego de diez días de confinamiento, ayer comenzaron a salir los familiares de los presos que permanecían en algunos pabellones del internado judicial de Yare I.
La mayoría de las personas que abandonaron el penal estuvieron en el área de Administración, que alberga a funcionarios policiales procesados por algún delito y presos considerados de baja peligrosidad.
Una de ellas indicó que actualmente la situación está en calma en esa instalación. Dijo que los reclusos autorizaron la salida de esposas e hijas luego de conversar el fin de semana con representantes del Ministerio para el Servicio Penitenciario, que supuestamente les aseguraron que no habría represalias contra los detenidos en ese pabellón.
La crisis en este penal comenzó el 19 de agosto, luego que reclusos de los sectores conocidos como Talleres y La Torre se enfrentaron con los que están en el área administrativa.
Cifras oficiales indican que hubo 26 fallecidos por el tiroteo.
Desde entonces, las visitas fueron suspendidas en Yare I.
Familiares que estaban en las puertas del penal indicaron que la situación es distinta con los reclusos de Yare III, que todos los días reciben a personas que les llevan alimentos.
El grupo advirtió que si el Ministerio para el Servicio Penitenciario extiende su decisión más allá de esta semana, impedirán la entrada de los visitantes a Yare III. Estas personas deben pasar por la misma puerta que los que van a Yare I y II.
Con las salidas de ayer, quedan en Yare I aproximadamente 400 visitantes, en su mayoría confinados en el área de Talleres.
Una de las razones para salir es que los alimentos comienzan a escasear en algunos pabellones. Desde que comenzó la crisis, los detenidos sólo han ingerido comidas precocinadas y que llegó en viandas el jueves pasado.
Retardo procesal:
La crisis en Yare I ha agudizado el retardo de los procesos penales para los reclusos de esa instalación.
Gladys González tiene a su hijo en ese reclusorio desde mayo del año pasado, cuando lo trasladaron desde Rodeo II.
Desde entonces, no ha tenido nuevas audiencias en los juzgados de Guatire.
La mujer se quejó porque el proceso penal de su hijo no ha avanzado por varias razones.
En algunas ocasiones, las audiencias son suspendidas por el tribunal. En otras, los traslados no se llevan a cabo por falta de medios de transporte o debido a que no hay funcionarios de la GN para hacer la escolta.
El hijo de Maritza Pérez fue detenido en una averiguación por homicidio. Luego de la audiencia de presentación, en marzo, lo enviaron a Yare I, y desde entonces el traslado a los tribunales ha sido postergado ocho veces.
Eva González exigió que se permita el paso de medicinas para el tratamiento de los presos heridos el domingo antepasado. Dijo que muchos de ellos fueron devueltos en condiciones precarias luego de ser atendidos en el hospital Pérez Carreño.
Rodeo III y Tocorón:
Ayer se conoció extraoficialmente que los detenidos en los centros penitenciarios de Rodeo III y Tocorón se declararon en huelga de hambre en rechazo al reciente traslado de varios reclusos a otras instalaciones.
En el internado judicial de Guatire los reclusos colocaron en la parte superior de un pabellón una pancarta para anunciar su decisión de no ingerir alimentos en protesta por la reubicación de veinte procesados al penal de Guanare, estado Portuguesa. Argumentaron que esto retardará todavía más los juicios.
En el caso de Tocorón, se planteó la exigencia de agilizar los traslados a los tribunales.
Los presos de ambos reclusorios también expresaron su solidaridad con los de Yare I.
Comisión de Juristas:
Las condiciones de extremo hacinamiento y la ausencia de un control real por parte del Estado hacían previsible otra matanza en las cárceles del país.
Para el encargado del área de Gobernabilidad Democrática de la Comisión Andina de Juristas, abogado Eddie Cóndor, los sucesos del domingo 19 en Yare I son una prueba más del escaso interés que han puesto los poderes públicos en el tema penitenciario.
“Lo ocurrido en Yare desnuda de modo sangriento una vez más la realidad penitenciaria de Venezuela y, en gran medida, de Latinoamérica, al dejar en evidencia el incumplimiento de diversas obligaciones y compromisos de Estado que tienen una base constitucional, legal y jurisprudencial. En un gobierno democrático estos hechos implicarían responsabilidades y sanciones”, afirmó.
Aunque las condiciones estaban y continúan dadas para que ocurrieran estas matanzas, la falta de atención oficial al problema trae como consecuencia que las medidas aplicadas sean “meramente paliativas y mediáticas”.
–En junio de 2011 el Gobierno de Venezuela creó un ministerio dedicado al Servicio Penitenciario. ¿Cuál es el balance que usted hace a más de un año de esta decisión?
-Es una medida importante, inédita en Latinoamérica, a la que habría que dotarla de contenidos, con acciones concretas, que materialicen la voluntad política del Gobierno. No basta la creación de instituciones como el ministerio y su campaña mediática que, por lo general, suelen crear expectativas en los reclusos que al incumplirse contribuyen a generar hechos deplorables como los de Yare. Hace falta una política criminal coherente con los estándares internacionales de protección de los derechos humanos. Esto es hacer ajustes en el marco jurídico tendientes a reducir los porcentajes de presos sin condena, que sería de 75%, renovar la infraestructura que registra un hacinamiento superior a 350%, dotar de equipos calificados y presupuesto al ministerio y direcciones del ramo, además de otras medidas, como el combate a la corrupción que hace ingobernable cualquier prisión.
–¿Cuáles son los sistemas penitenciarios más violentos?
-En Latinoamérica sigue siendo Venezuela el país que mejor vende noticias negativas en relación con su situación penitenciaria. Si nos basamos en las estadísticas de muertes en los últimos 3 años, en promedio, en las 33 cárceles del país serían asesinadas 16 personas diariamente. Esta realidad no es muy distante del resto de países latinoamericanos. Paradójicamente, luego de más de 10 años de una “reforma judicial” promovida y direccionada por el gobierno del presidente Chávez, que tenía como uno de sus objetivos específicos mejorar la justicia penal, ésta arroja un balance negativo con expresiones como el incremento sostenido de la población penitenciaria que llegaría a los 47.000 reclusos, 30.550 de ellos sin condena. Este es el germen del hacinamiento y la violencia que ha ido en escalada: de 476 asesinatos en 2010, a 560 en 2011 y 304 durante el primer semestre de 2012.
Resulta indignante constatar que siguen siendo las cárceles donde los Estados violan de modo flagrante y permanente los derechos humanos.
–Una de las razones señaladas para la violencia carcelaria es el hacinamiento. ¿Es la solución construir más cárceles en el país? De ser así, ¿cuál sería el número correcto o deseable en términos de la población nacional?
-Resultan nocivas aquellas tendencias gubernamentales que fomentan una cultura de odio, la confrontación y el avasallamiento. Esas prácticas, en el ámbito de las prisiones, llegan con un efecto multiplicador y pernicioso.
Cualquier controversia sirve de detonante para la violencia. Sería una buena señal si en los siguientes años se supera el déficit de infraestructura carcelaria que, como hemos señalado, es de 350%.
–La ministra Iris Varela afirmó que sacaría 20.000 presos a la calle, lo que representaba más de 40% de la población penal para el momento en que lo anunció. ¿Es esa la solución al problema de las cárceles venezolanas?
Es una declaración peligrosa. Si realmente en Venezuela se pretende construir una política criminal y penitenciaria que trasunte gobiernos y se haga política de Estado, debería sustituirse el discurso político por acciones concretas basadas en criterios técnicos que la ciencia penitenciaria ofrece.
–Parece que el Ejecutivo cedió el control de las cárceles para fomentar una suerte de autogobierno presidido por los cabecillas de los presos.
Eso también sucede en otros países. ¿Por qué en Venezuela eso no garantiza la paz intramuros?
En Latinoamérica más que autogobierno de las cárceles por los reclusos lo que existe en la mayoría es un desgobierno. La autoridad resulta a veces nominal al ser rebasada por una realidad que, como sucede en Venezuela, ha costado la vida de diversas autoridades. Sólo algunos centross de máxima seguridad, como Piedras Gordas, en Perú, cumplen los procedimientos internos y los fines de seguridad, mas no los fines resocializadores de la pena.
–En Venezuela los militares aparecen como los únicos capaces de retomar el orden en las cárceles. Ocurrió en Yare en 2009, en Rodeo en 2011 y La Planta en 2012.
¿Hasta qué punto son ellos realmente necesarios en los sistemas carcelarios?
-Esa medida no es compatible con el Estado de Derecho. Cuando es necesario el uso de la fuerza, debe recaer en manos capacitadas sobre todo en valores democráticos y perspectiva de país querido.
Por: JAVIER IGNACIO MAYORCA
jmayorca@el-nacional.com
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MARTES 28 DE AGOSTO DE 2012