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ALEXANDER CAMBERO: Revolución sin toallas sanitarias



“Cuando uno tiene una ropa vieja, la lava bien, la esteriliza y nos la ponemos, un pedazo de trapo eso es lo que nos ponemos".

“La piedra filosofal del régimen
sucumbe ante la realidad…”

 

La revolución cubana se muere lentamente, sus grandes desaciertos encubiertos con la habilidad de la propaganda, no pueden seguir siendo ocultados por más tiempo. No solo es su consuetudinaria forma de perseguir a todo aquello que huela a libertad y democracia, los que hizo que sobre miles de cadáveres se afincara un modelo absolutamente cruel y primitivo, que se mantiene por el grosero financiamiento venezolano.
Es la nula respuesta para el problema doméstico que tiene el Gobierno como su característica fundamental, hace algunos días se realizó en las calles de La Habana una inusual protesta. Un grupo de mujeres se quejaban de la falta de toallas sanitarias en casi toda la isla, el asunto tiene ribetes dramáticos y ha originado ausencias forzadas en universidades y centros de estudio, ya que las féminas al no poder contar con ese producto tienen que quedarse en sus casas o volver a tiempos antiguos en donde se colocaban un pedazo de tela bien desinfectado con el consabido riesgo para la salud.
Sin olvidar el estado de ánimo de las damas al ser objeto de ácidos chistes por el abultamiento repentino de sus partes intimas. Algo que parece una nimiedad se ha transformado en un problema que nos indica la incapacidad de esta revolución cincuentenaria en darles respuestas efectivas a sus ciudadanos. En la absurda tarjeta de racionamiento los cubanos no tienen acceso ni a toallas sanitarias, jabones ni tampoco a papel toilette; tienen que hacer magia para poder asearse de manera efectiva. La señora Celina Arias Murad, quien junto con su familia huyó en una balsa en donde murió su esposo, cuenta una historia espeluznante: “mi suegra me enseñó cómo hervir durante horas una “tusa” de maíz para usarla como toalla sanitaria. Mi hijo pequeño lo tuvimos que llevar con una psicóloga quien lo trató durante varios meses para ayudarlo a adaptarse a este nuevo mundo porque sufría de excesos de angustia y pánico al pensar que tuviera que volver a vivir algún día allá, luego de haber conocido lo que es poder comer cada día lo que quisiera y no tener que ayudar a su mamá a acarrear tobos de agua todos los días desde una toma que quedaba a once cuadras de su casa”, esta es la realidad del socialismo que nos quieren vender como la panacea para nuestros males, sin embargo su pueblo sufre de terribles situaciones que son tan desoladoras como la perdida de la libertad.

Hace cuatro años una vecina viajó a Cuba para acompañar a su madre a una operación. Estuvo en La Habana durante veintiséis días, concretamente en el Hospital Oftalmológico Ramón Pando Ferrer ubicado en el municipio de Marianao. La mantenían en permanente vigilancia. Ella se fue percatando que muchos de los productos que trajo de Venezuela se los habían robado. Una mañana se ocultó en el baño y sorprendió a una enfermera sustrayéndole unas toallas sanitarias, la mujer le confesó que esto era oro en polvo y que necesitaba llevárselo a su casa para que sus hijas conocieran el producto. Nuestra compatriota al venirse repartió parte de su equipaje entre el personal de aquel hospital.

Este es el espejo en donde se mira Hugo Chávez, un régimen asqueroso que ofende a sus mujeres como si se tratasen de objetos de segunda categoría. Sus esposas siempre son personajes anónimos que viven ocultas como si fueran un estorbo. Afortunadamente en Venezuela, Henrique Capriles traza un camino en donde podamos vivir de manera digna, igualmente deseamos que prontamente el pueblo cubano pueda encontrar la ruta democrática. Estamos obligados como herederos de la gesta heroica de Simón Bolívar, a contribuir con esto.


Por: ALEXANDER CAMBERO
alexandercambero@hotmail.com
twitter @alecambero
EL UNIVERSAL
miércoles 22 de agosto de 2012