En Colombia se vende el combustible
venezolano 8.042% más caro
Las almacenadoras están ubicadas en zonas pobladas de San Antonio, San Félix, La Fría, El Piñal, Ureña y San Cristóbal.
En octubre próximo se cumplirán dos años del inicio del operativo de colocación de la etiqueta electrónica (tag) al parque automotor del Táchira, como paso previo a la automatización del despacho de combustible. Pero fue con la publicación, en la Gaceta Oficial número 39975, del proceso de automatización, en marzo de este año, cuando comenzaron a incrementarse las almacenadoras clandestinas de combustible.
Con la obligación de obtener la identificación electrónica, las autoridades pretendían reducir el contrabando de gasolina y cuantificar su consumo en los estados fronterizos, según voceros gubernamentales.
Tareck el Aissami, ministro de Interior y Justicia, aseguró que la implementación del dispositivo redujo considerablemente el contrabando de gasolina a Colombia en más de 50%. “Además de la medida de prevención y control logramos un servicio de calidad para el usuario. Ahora las personas saben dónde equipar sus vehículos sin pasar por las trágicas colas”, aseguró.
Algunas personas consultadas señalaron que Pdvsa no fue clara cuando indicó que cada ciudadano tenía derecho a surtir su carro con 42 litros interdiarios y que a quien excediera el límite le bloquearían el código y no podría abastecer más hasta someterse a una auditoría de Pdvsa, para explicar las razones del consumo.
A la medida “le consiguieron la vuelta”. Mientras algunos continúan llevando combustible al otro lado del río Táchira sin intermediarios para ganarle el máximo al contrabando, otros “ordeñan” parte de sus tanques en almacenadoras clandestinas ubicadas en cualquier sitio a lo largo de la carretera que conduce al territorio vecino, con el fin de ganar dinero extra sin necesidad de consumir el cupo mensual dispuesto por el Ministerio de Energía y Minería ni pasar por auditoría. Otros se encargan de transportar el combustible desde las almacenadoras al otro lado del río.
“La diferencia de precio hace del contrabando un negocio redondo. Aquí se paga 0,07 bolívares por litro de gasolina.
Al pasar la frontera, en Cúcuta, la misma cantidad de gasolina cuesta 5,70 bolívares (8.042%).
La ganancia es muy grande:
Incluso se ha creado un mercado secundario: quienes no consumen lo establecido a través del tag por varias razones, utilizan su cupo para venderlo a almacenadoras en San Cristóbal, donde pagan el litro a 1,20 o 1,50 bolívares hasta 2.042% más-. Otros se encargan de llevarla a Colombia”, afirmaron conductores. Agregaron que la gasolina venezolana llega de contrabando hasta Bogotá y Bucaramanga, donde el litro se paga a más de 8.000 pesos: cerca de 40 bolívares.
Las almacenadoras ilegales son habitaciones o galpones de cualquier casa, hasta en zonas residenciales, donde el acopio del combustible se hace con total discreción, aunque en algunos casos no lo es tanto.
“En casa tenemos dos vehículos. Por el horario de mi trabajo es muy poco lo que muevo mi carro. Por lo menos 1.000 bolívares mensuales se le puede sacar al chip (tag). Hay algo que no está claro y es que si yo no consumo todo el cupo entonces para dónde va esa gasolina, y para que se lo lleve un contrabandista, la vendo yo”, expresó un conductor.
Bomba de tiempo:
Los depósitos clandestinos de combustible nunca cumplen con las mínimas medidas de seguridad.
Sólo en febrero desmantelaron 87 en sitios habitados, aunque no llegan a ser urbanizaciones. Están enquistados en las mismas ciudades: San Antonio, San Félix, La Fría, El Piñal, Ureña y San Cristóbal.
Alfredo Jaczko, director de Protección Civil-Táchira, señaló que los contenedores utilizados permiten la evaporación del producto sin que éste deje de ser inocuo. Esto, sumado a la concentración de gases, podría hacer que una chispa provoque una explosión.
“Mientras más grande sea el contenedor, más peligrosa será la onda expansiva. Cuando se almacena en tambores metálicos de 200 litros y explota, el daño es impresionante por la cantidad de gases que acumula y causa daños en estructuras, paredes y techos”, dijo Jaczko.
Indicó que quienes tienen esos negocios ilegales no toman en cuenta el daño que pueden ocasionar a la gente que vive en los alrededores.
“Los gases son inhalados por las personas y generan daños en las vías respiratorias, que queman. ¿Cómo se manipula el combustible? Por lo general lo chupan con una manguera y hasta lo ingieren. Esto quema las vías digestivas y causa problemas estomacales”, agregó. Los daños causados en la piel por las quemaduras con combustible son irreversibles y cuando las heridas superan 50% del cuerpo, las posibilidades de sobrevivir son mínimas.
De acuerdo con los registros, en San Cristóbal ha habido inconvenientes, pero en los municipios de frontera han ocurrido incendios en depósitos clandestinos que han afectado a los vecinos.
Medida insuficiente:
José Rozo, ex presidente de Fedecámaras-Táchira y de la Cámara de Comercio e Industria de San Antonio del Táchira, declaró que con el tag no se cumplieron los objetivo. Añadió que además del dispositivo era necesario establecer medidas cambiarias para robustecer la moneda venezolana con la finalidad de reducir el diferencial cambiario y, en consecuencia, el atractivo del negocio del contrabando.
“En los últimos años, el bolívar ha perdido cerca de 60% de su poder adquisitivo”, dijo Rozo. Al cruzar los puentes internacionales el envase de 20 litros de gasolina venezolana se vende en 115 bolívares. Aunque no hay seguridad de si el combustible que expenden los pimpineros del contrabando sea del tipo solicitado, nunca tendrá como respuesta un “no hay” de quienes lo negocian.
Cuando la pregunta es sobre los inconvenientes para obtener el combustible con el chip o tag, la respuesta, acompañada de una sonrisa, es: “Aquí hay gasolina para el que quiera, hermano”.
Por: ELEONORA DELGADO
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EL NACIONAL
DOMINGO 19 DE AGOSTO DE 2012