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VLADIMIR VILLEGAS: La gorra le tapa la visión al CNE



La gorra de la discordia: ¿Capriles debe ser sancionado y Chávez no?

Tiempos de cambio

 

Es hasta gracioso el episodio con “la bendita gorra” de Henrique Capriles Radonski, como la ha bautizado el rector del Consejo Nacional Electoral Vicente Díaz. Un país con cifras alarmantes en materia de asesinatos, robos, asaltos, secuestros, violencia penitenciaria y narcotráfico es testigo del debate en torno a si un candidato presidencial puede o no usar una gorrita con el tricolor nacional y las ocho estrellas.

Quienes tuvieron la brillante idea de oponerse a que Henrique Capriles siga usando la misma gorra que se viene poniendo desde hace largo rato están estimulando el empleo y el movimiento del comercio, porque ahora todo aquél que se sienta identificado con la candidatura opositora está incorporando a su kit de campaña la emblemática pieza que tanto disgusto genera en la mayoría de quienes integran el árbitro electoral.

Pero admitamos que la bendita gorra de Capriles le impide al Consejo Nacional Electoral ver con claridad los abusos y las irregularidades que cometen el Comando Carabobo y su candidato a la reelección. Esa sería una buena razón para que el abanderado unitario se la quite, al menos mientras las autoridades electorales le meten el ojo a lo importante.

Gracias a la gorra tricolor y estrellada el organismo electoral no ha tenido tiempo de meterle el pecho a las denuncias contenidas en una reciente comunicación que le enviara la organización no gubernamental Transparencia Venezuela, cuya coordinadora es Mercedes de Freitas.

En la misiva, recibida el pasado primero de agosto, Transparencia Venezuela, a través del programa denominado Asistencia Legal Anticorrupción, pone en conocimiento del CNE una lista de denuncias recibidas en las cuales se deja constancia de diversos delitos electorales, entre ellos desequilibrio en medios de comunicación, destrucción de propaganda electoral durante la campaña, uso de locaciones, bienes públicos y espacios de organismos públicos para hacer proselitismo electoral, traslado forzoso de funcionarios públicos a actividades electorales y mejor si usted no para de contar, porque la lista de ilícitos electorales puede resultar tan larga como la Misión Vivienda.

Por ejemplo, llama la tención en la lista de denuncias presentada al CNE por Transparencia Venezuela “el uso de vehículos de la Fuerza Armada para hacer campaña electoral”. ¿Cómo va a ser más grave y ameritar mayor atención que Capriles se ponga una gorra tricolor y no entrarle de lleno a investigar si es cierto o no que el candidato presidente ha usado algún vehículo militar en la campaña? ¿Por qué no se le mete el ojo a las páginas web de las embajadas y otros organismos públicos que colocan el logo de la campaña a la reelección del Presidente? ¿O por qué no se le presta atención a una denuncia sobre una carpa de la Guardia Nacional Bolivariana ubicada en la estación del Metro Los Símbolos, en la cual se colocó propaganda electoral del jefe del Estado, según el documento entregado por Transparencia Venezuela al Consejo Nacional Electoral? ¿O a la discriminatoria programación del mal llamado Sistema Nacional de Medios Públicos, convertido en antena repetidora del Comando Carabobo? ¿O a los casos de funcionarios públicos que son llevados contra su voluntad a actividades electorales del PSUV? ¿Por qué no se regulan todas las apariciones de los candidatos en televisión, incluidas las cadenas presidenciales, propaganda oficial e incluso las llamadas transmisiones especiales? Ese debate debería darse en el organismo electoral, y así lo propone el documento de Transparencia Venezuela, al cual no le han dado respuesta, al menos hasta ahora. Si dejar de usar la gorra ayudara a que el CNE se concentre de verdad en sancionar a quienes abusan del poder yo, en el lugar de Henrique, me la quitaría. Total, ya se ha convertido en el emblema de quienes van a votar por el cambio el próximo 7 de octubre.


Por: VLADIMIR VILLEGAS
vvillegas@gmail.com
Política | Opinión
EL NACIONAL